Todos en el estado de Sinaloa lo saben.
Y lo saben desde mucho tiempo antes de que llegó al cargo el gobernador, Rubén Rocha, a quien en realidad impuso el llamado Cártel de Sinaloa.
Lo saben porque lo viven a diario y no solo por las frecuentes visitas presidenciales a Badiraguato y por la ilegal liberación de Ovidio Guzmán, al arranque del actual gobierno federal.
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Hoy, sin embargo, también lo sabe el mundo entero.
¿Y qué es lo que saben, en Sinaloa y que hoy conoce el mundo?
Que el verdadero poder en el estado de Sinaloa y en buena parte del Noroeste del país lo tienen “Los Chapitos”, quienes casualmente son jefes de la banda criminal aliada del gobierno de López Obrador.
Y si los ingenuos --que abundan en todo México--, aún tenían dudas, los propios hijos de Joaquín “El Chapo”, Guzmán se encargaron de ratificar que ellos mandan… y nadie más.
En efecto, el pasado lunes aparecieron una decena de mensajes en las llamadas “narco-mantas” --colgadas en lugares estratégicos de la entidad--, en donde se hace saber a la población –con santo y seña--, el más reciente “narco-decreto” de los verdaderos mandones en Sinaloa.
¿Y qué dice el mensaje de los verdaderos “mandamás” en el Noroeste del país?
Poca cosa, resulta que “Los Chapitos” --y no el gobierno federal, tampoco el estatal y menos los gobiernos municipales--, prohíben que en el noroeste del país y, sobre todo en Sinaloa, se produzca, comercialice y exporte fentanilo, droga sintética causante de una de las mayores epidemias mortales en Estados Unidos.
Dicho de otro modo, a través de mantas colgadas en puentes y bardas, los jefes de la plaza criminal de Sinaloa ordenan a la población, pero también al estatal “gobiernos florero”, a criminales y narcotraficantes que ay de aquellos que se atrevan a producir y traficar fentanilo, sea en México, en Estados Unidos o en el mundo, porque se las verán con ellos.
Así lo dijeron en las citadas mantas: “ATENCION. Debido a la incesante desinformación de algunos medios de comunicación y la evidente omisión del gobierno al no investigar y perseguir a los verdaderos culpables de esta epidemia. En Sinaloa queda estrictamente prohibido la venta, fabricación, transporte o cualquier tipo de negocio que involucre a la sustancia conocida como fentanilo, incluyendo la venta de productos químicos para su elaboración. Nunca hemos sido ni seremos afines a ese negocio. Aténganse a las consecuencias. Att: Chapitos”. (FIN DE LA CITA TEXTUAL)
¿Y qué significa lo anterior?
¿Cómo se debe leer el mensaje, tanto por las autoridades mexicanas, como por los ciudadanos de a pie?
Primero, queda claro que en Sinaloa mandan “Los Chapitos”, cuya ley se impone de facto mediante “narco-decretos”, como los que aparecieron en lunes en todo el estado.
Es decir, que ante el evidente vacío de poder y la clara ingobernabilidad que se vive en esa entidad federativa –igual que en buena parte del país--, el poder real está en manos del cártel dominante, que es el que decide y ordena qué se hace y qué no se puede hacer en Sinaloa.
Y si algún despistado no entendió, se les manda decir que se atengan a las consecuencias quienes no respeten la ordenanza dictada en el “narco-decreto” bajo la firma de “Los Chapitos”.
Segundo, está claro que se trata de un deslinde sobre la fabricación, trasiego y venta del mortal fentanilo; deslinde que, en rigor, tiene como destinatario al gobierno norteamericano, cuyos fiscales procesaron la extradición de Ovidio Guzmán precisamente como el presunto jefe del cártel que más produce, comercializa y exportador la mortal droga sintética.
En otras palabras, “Los Chapitos” le mandan decir al gobierno norteamericano que ellos y no los tres órdenes de gobierno en México, combatirán la fabricación y trasiego de fentanilo. Claro, a cambio de un trato privilegiado para Ovidio.
Y tercero, el mensaje también lleva una advertencia clara al gobierno mexicano. Le dicen al presidente, al gobernador de Sinaloa y a los alcaldes que busque otros “chivos expiatorios” –a otras bandas criminales--, para cargarles la culpa de la producción y tráfico de fentanilo.
Pero más allá del método empleado por los criminales para comunicarse con la sociedad y con las autoridades –tanto de México como de Estados Unidos--, es que el verdadero mensaje duro, la tragedia es la confirmación de que en México mandan las bandas criminales; que se vive una peligrosa ingobernabilidad y que vivimos bajo un “narco-estado”.
¿Aún lo dudan?
Al tiempo.