El proceso electoral 2023-2024 ya inició y con ello la renovación de más de 20 mil cargos de elección popular. Ello representa un gran reto para las autoridades electorales y la ciudadanía. Las tecnologías de la información han ganado terreno en el ámbito político electoral, pero en las próximas elecciones adicionan un ingrediente: la inteligencia artificial (IA) y el aumento de la hiperconexión a los medios digitales.
La IA, como procesadora de información, trabaja con algoritmos que le permiten realizar tareas con facilidad y predecir resultados a partir los datos de los que se alimenta y aprende. Esta tecnología puede ser benéfica para las y los actores políticos, pues con ella se puede analizar el comportamiento electoral de la ciudadanía, sus intereses y preferencias e incluso segmentar a la audiencia para poderle hacer llegar un mensaje personalizado, algo que vimos en la campaña de Joe Biden durante las elecciones de 2020.
Recientemente, en Dinamarca se creó una agrupación política liderada por una inteligencia artificial llamada Synthetic Party. Según sus creadores se trata de un partido político que busca atraer electores que usualmente no ejercen su derecho a votar. En Israel, la empresa Oream Tegnologies creó un dispositivo que, a través de IA permite votar sin asistencia a las personas con discapacidad visual o baja visión, porque traduce la información visual en audio.
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En un futuro cercano, en México quizás podamos ver campañas de propaganda político electoral diseñadas por la IA o ser testigos de cómo las Autoridades Electorales hacen uso de ella para aquellas labores repetitivas, como puede ser el caso del reconocimiento de firmas de respaldo en procesos de registro de candidaturas independientes o en ejercicios de democracia directa.
Sin embargo, siempre estarán presentes efectos adversos respecto al uso de este tipo de tecnologías, sobre todo, en lo relacionado con la creación y difusión de noticias falsas. En su mayoría estas últimas tienen consecuencias negativas y hoy en día la velocidad de su difusión impacta más rápido que cualquier filtro diseñado para verificar la veracidad de la información que circula en la red.
La seguridad y protección de los datos personales, así como la transparencia en la red y algoritmos deben ser condiciones para un buen uso de las tecnologías de la información, pero no basta con regularlas, también es necesario generar una cultura de educación y alfabetización digital en la ciudadanía que le permita usar estas nuevas herramientas para su beneficio y ser capaces de ser críticos de los contenidos y propaganda a los que está expuesta particularmente en procesos electorales como el que vivimos.
Hasta nuestra próxima entrega.