Las telecomunicaciones y el desarrollo tecnológico juegan un papel esencial para el país. No hay duda de ello.
Basta ver cómo en los últimos años han transformado las comunicaciones, la productividad, las finanzas, el comercio, el gobierno. No hay una sola actividad que se resista al impetuoso avance de la tecnología, ni los beneficios que conlleva.
Por eso, en esta época en que el nearshoring (o cadenas de suministro de proximidad) se ha convertido en palanca para impulsar el comercio exterior, tenemos que apostar por el desarrollo tecnológico en el sector de las telecomunicaciones si queremos aprovechar las ventajas que tienen México -como su cercanía con Estados Unidos- para potenciar el crecimiento económico.
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Una de las grandes lecciones que nos dejó la pandemia de Covid-19 fue la forma de optimizar las cadenas de suministro. A pesar de la distancia, muchos de los productos eran suministrados desde el continente asiático, principalmente por los costos
Sin embargo, los cortes en la cadena de suministro durante el confinamiento mostraron la importancia estratégica de que el abasto de los insumos de producción esté cercano a los grandes centros de consumo, esto es lo que conocemos como nearshoring. Es decir, el traslado procesos, servicios y funciones de una zona a otra que tenga menor distancia geográfica.
El nearshoring surge entonces como una alternativa para mitigar el riesgo de corte en el suministro de insumos en corto tiempo y para diversificar las fuentes de abasto. Este nuevo modelo de comercio exterior permite a las empresas reducir la dependencia de proveedores distantes, responder rápidamente a las interrupciones de suministro y reducir los costos logísticos.
Según cálculos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la ganancia potencial para América Latina y el Caribe de las oportunidades de nearshoring, en el corto y mediano plazo, podrían representar hasta 78 mil millones de dólares en nuevas exportaciones de bienes y servicios.
No es un secreto que, dada su posición geográfica, bajos costos laborales y acuerdos comerciales con Estados Unidos y Canadá (T-MEC), México podría convertirse en un amplio receptor de inversión por parte de las empresas que abastecen el mercado norteamericano y en beneficiario directo del nearshoring,
Amén de la eficiencia logística para la vinculación estratégica en la cadena de producción de casi cualquier producto de los diversos mercados.
El reto es cómo amplificamos esas ventajas. No tengo duda que una opción viable podría ser a través de las tecnologías de comunicaciones inalámbricas quinta generación, mejor conocida como 5G.
Esta tecnología ofrece velocidades de conexión mucho más rápidas, mayor capacidad, menor latencia y habilita soluciones que con LTE eran imposibles, personalizando las características de la red a la tecnología empleada.
De tal forma que, 5G permite una comunicación y una colaboración en tiempo real, la automatización de procesos, el uso de tecnologías avanzadas como el Internet de las cosas (IoT) y la inteligencia artificial (IA), así como el desarrollo de soluciones innovadoras en industrias clave como la manufactura, la minería o la logística. Juega además un papel fundamental para cumplir con los requisitos de la nueva era industrial en términos de rendimiento, seguridad en el acceso a la red y privacidad de los datos en las cadenas productivas.
Hasta ahora, la mayoría de los proyectos relacionados con las tecnologías de quinta generación se ha concentrado principalmente en Europa Occidental, Estados Unidos, Canadá, Corea y China. Sin embargo, hace más de un año que los operadores comenzaron el despliegue de sus redes 5G en México.
De modo que tenemos un potencial considerable de monetizar y obtener inversiones derivadas de esta tecnología y el nearshoring. Ericsson, por ejemplo, estima que nuestro país atraiga inversiones del orden de los 15 mil millones de dólares para la adopción de 5G.
¿Esto significa que el nearshoring podría impulsar el despliegue de 5G en México? Definitivamente, sí y la relación es recíproca; es decir, el despliegue de esta tecnología impulsaría exponencialmente la llegada e intensidad del nearshoring.
La reubicación de empresas extranjeras es una realidad en nuestro país, lo que hace indispensable acelerar los procesos de adopción de estas tecnologías para aumentar productividad y competitividad.
Empero, la ecuación no es tan sencilla. La industria mexicana es notoriamente compleja, tanto en términos de su alcance como de su dispersión geográfica. Esta complejidad se traduce en un alto volumen de operaciones que requieren maquinaria de alta calidad y avances tecnológicos especializados, sin olvidar las inversiones, para los que aún no estamos preparados.
La robótica, la analítica, la IA, las tecnologías cognitivas, la nanotecnología y el IoT se convierten en elementos esenciales durante los procesos de producción, por lo que también es indispensable crear una oferta laboral altamente capacitada en el uso y aprovechamiento de estas tecnologías.
A este complejo panorama debemos sumar la necesidad de soluciones de comunicación inalámbrica que emplean diversas tecnologías. Estas soluciones deben cumplir con estándares elevados en rendimiento, latencia, movilidad y eficiencia, además de gestionar múltiples dispositivos conectados simultáneamente y requerir bandas de frecuencia para uso específico.
Así el desarrollo de 5G, a partir del nearshoring y viceversa, está condicionado a múltiples factores y enormes desafíos, como digitalización en el país, que debemos atender a la brevedad si no queremos desaprovechar el impulso que nos ofrece el nuevo modelo de comercio exterior.
Invertir en infraestructura logística y de telecomunicaciones; mejorar las capacidades del capital humano; lograr la conectividad ubícua; así como abatir los problemas de inseguridad y confiabilidad digital que afectan la logística de distribución de la producción serán imperativos si queremos aprovechar a plenitud los beneficios potenciales del nearshoring y el consecuente crecimiento económico que nos permitan abatir los problemas de pobreza y desigualdad del país.
Nunca como ahora la tecnología es aliada imprescindible del desarrollo.