VA POR MÉXICO EN PELIGRO

Sin coalición perdemos todos

Muchos queremos coalición pero involucrando a la ciudadanía, no juegos de poder que sólo benefician a las cúpulas de los partidos. | Roberto Remes

Escrito en OPINIÓN el

Lo que ocurrió hace unos días entre el dirigente del Partido Revolucionario Institucional, Alejandro Moreno y el resto de la alianza opositora puede impactar en la Ciudad de México. En 2021, PRI, PAN y PRD compitieron juntos en casi todos los espacios de la ciudad. Esto contribuyó al triunfo en 9 de las 16 demarcaciones; Morena estuvo cerca de perder el dominio en el Congreso. Si PRI y PAN no van juntos, se alteran las probabilidades de triunfo, pero también los costos de las negociaciones por los espacios, algo que es irrelevante a la ciudadanía.

La actuación de Alito Moreno es, indudablemente, indeseable, reprobable. El repentino acuerdo de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados huele a presión política y a corrupción, a “concertacesión”; no corresponde al acuerdo que promocionaron el año pasado al postular candidatos comunes en todo el país y tener gobernantes emanados de los tres partidos.

Sin embargo, la reacción del presidente de Acción Nacional, Marko Cortés, al poner un ultimátum a su aliado, debilita la idea de que una coalición que incluya al PRI y al PAN pueda salvar al país del autoritarismo. Al final, ambos partidos están velando por sus intereses. Ninguno está mostrando una misión de cambio, sólo la visión de ganar un mayor número de curules que en la elección anterior.

Las marcas pesan en contra, muchas personas nunca votarían por el PRI; otras por el PAN, otras por el PRD. Sin embargo, hay algo que tiene sentido: resistirse frente a un gobierno autoritario que es capaz de militarizar todo, que despilfarra el presupuesto en obras inviables, que destruye instituciones, que tolera la corrupción de sus aliados, que está organizando un Estado poco interesado en mejorar la calidad de vida de los mexicanos pero muy efectivo para blindarse y evitar la pérdida del poder. La alianza debe existir mientras tengamos un presidente que niega la realidad y los datos que no le favorecen.

Romper la alianza, como respuesta a un repentino pacto entre la dirigencia del PRI y Morena, termina por exhibir la fragilidad de la misma, no hay por qué creer que son mexicanos honestos y disciplinados buscando cómo combatir los abusos del poder y construir un México mejor. En la práctica, se muestran como quienes extrañan las mieles del poder.

Quiero alianza, pero también apertura. Por lo menos la mitad de las candidaturas potencialmente exitosas deben estar abiertas a liderazgos no partidistas. El proceso de selección de las candidaturas a la Presidencia, a la Jefatura de Gobierno y a las gubernaturas y alcaldías, no puede estar basado sólo en los políticos de siempre sino incorporar nuevas caras, ser rico en conversación, retomar agendas ciudadanas y no descartar figuras que desde distintas fuerzas políticas pueden contribuir a una visión de conjunto.

Soy de los optimistas que piensa que la elección de 2024 no está definida, que sería decepcionante que los partidos sólo buscaran curules y no la construcción de un discurso alternativo al monólogo presidencial.

Soy de los que cree que si nos salimos de la confrontación y empezamos a pensar en cómo corregir lo que falló en el pasado, con estrategia, podemos debilitar la demagogia y articular una propuesta que no nos regrese a los gobiernos previos, sino que los asuma como parte de la historia.

Soy de los que aspira a un gobierno que innove, que busque políticas públicas efectivas que combatan la corrupción, la desigualdad y la inseguridad, desde la raíz.

Soy de los que no necesita que las elecciones se basen en emociones sino en reflexiones.

Muchos queremos coalición pero involucrando a la ciudadanía, no juegos de poder que sólo benefician a las cúpulas de los partidos. Necesitamos a toda la oposición unida, pero no para restablecer un régimen, sino para diseñar un futuro más justo y democrático.

Y en este sentido, mantener la alianza para la Ciudad de México debería llevarnos ya a discutir un proyecto de ciudad, a centrarnos más en el cambio de rumbo, en una nueva estrategia presupuestal que haga eficiente cada peso gastado, en políticas públicas de ciudad que dejen de lado la improvisación prevaleciente. Sin coalición perdemos todos, en lo nacional y en lo local.