Ana se tituló en la Facultad de Filosofía y Letras hace unos días. Vive en Ecatepec. La noche previa diluvió en la Ciudad de México, por lo que las noticias advertían de un terrible tráfico. Salió de su casa a las 7 de la mañana, y ya sabía que en auto era imposible llegar a tiempo al examen. A las 8:30 apenas iban en Indios Verdes. Ella tomó el metro y su familia siguió en el auto. En Copilco tomó un taxi y llegó 10 minutos antes de su examen. Sus padres llegaron tarde, naturalmente.
La historia de Ana la leí de su cuenta, @FaustinaBaeez, donde al final de un hilo contó que se graduó con mención honorífica. La historia retrata muchas cosas. Sin conocer a Ana, uno la imagina dedicada pese al sacrificio que implicó desmañanarse, por lo menos durante cuatro años, para llegar a tiempo a sus clases y sacar buenos promedios. ¿Cuántos chicos habrán enfrentado retos iguales pero con menos disciplina, cuántos habrán abandonado la carrera o tal vez no se titulen, cuántos habrán quedado derrotados en medio de la congestión suburbana?
Lamentablemente, son decenas de miles de habitantes en la periferia los que enfrentan este tipo de retos. Uno de cada 25 viajes en la Zona Metropolitana del Valle de México dura más de dos horas. Eso representa casi 1.4 millones de viajes y alrededor de 700 mil personas padeciendo la distancia, el tiempo y el gasto. Para ellos no se han estructurado soluciones completas, sino parciales. Con proyectos como el trolebús a Chalco puede que ahorren tiempo, pero en la mayoría de los casos no disminuirá significativamente las horas ni los costos de traslado.
La ciudad sí necesita trenes, sin embargo, asumiendo que son muchos los retos en materia de transporte, los recursos no se pueden concentrar en las soluciones para el 4% de la población. Hay que mejorar los viajes urbanos, lo que siempre impactará a más usuarios que a los suburbanos. El 78% de los viajes sí se realizan en menos de una hora, es decir, 27 millones de viajes. En términos de política pública claramente el esfuerzo debe priorizar los viajes cortos ... pero eso no significa el abandono de los largos, sino que la estrategia debe ser integral.
Como jamás ha habido un programa metropolitano de transporte con visión de largo plazo, en los últimos 40 años se han instrumentado soluciones fragmentadas: terminales cercanas a los límites con el Estado de México en las que se han agolpado sistemas de transporte inadecuados en pasillos plagados de comercio informal; dos líneas del metro y un tren suburbano, que a todas luces son insuficientes. El cierre parcial de la línea 1 del metro ha logrado el inverosímil mérito de que los vehículos de Mexibús ahora lleguen hasta el Metro Balderas, pero esto dejará de ocurrir en febrero próximo.
También podemos mencionar que 7.5 millones de viajes, 22% del total, se realizan en más de una hora de tiempo y esos pueden ser susceptibles de mejora. Lo que se ha hecho por los gobiernos del Estado de México y de la Ciudad de México, no es ni el 10% de lo que la población suburbana requiere en materia de transporte público. Mucho podemos avanzar con la planeación, que es lo más barato de todo lo que es necesario realizar, pero ni por ahí hemos podido empezar.
La experiencia de Ana no cambiará para otros estudiantes en los siguientes 10 años. En la ZMVM hay menos de 250 kilómetros de trenes y tres proyectos en curso, el Observatorio-Zinacantepec, que no es una prioridad para la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes; la ampliación de la línea 12, que no es una prioridad para el Gobierno de la Ciudad de México, y sólo el ramal del suburbano al Aeropuerto Felipe Ángeles interesa al Gobierno Federal.
La próxima administración, gane quien gane, llegará con sus proyectos pero nuevamente careceremos de una perspectiva holística y de largo plazo. El transporte no cambiará si no pensamos no sólo en Ana, sino en los trabajadores y estudiantes que todos los días hacen viajes eternos y kilométricos, con una perspectiva de mejora sistemática a lo largo de 20 o 30 años, para dar lugar a una red de trenes de por lo menos 750 kilómetros y unos tentáculos interminables de autobuses seguros y confortables, ciclovías y banquetas de calidad, en un paisaje más verde y menos color tabique.
"Qué fuerte que las personas de las periferias tengamos que pasar la mayor parte de nuestras vidas en el tráfico. Abrumadas una, dos o tres horas antes, porque sabemos que vamos a llegar tarde a nuestra cita." Ana. L. S.