En diversas ocasiones he ido al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en transporte público, incluso con maleta. Cuando mi viaje inicia en la Terminal 1, me resulta bastante cómodo. Viviendo cerca del Circuito Interior tomo la mejor ruta de la Red de Transporte de Pasajeros: la 200, con buenas frecuencias de paso y en unos 45 minutos me lleva a pocos metros del área nacional.
Llegar a la Terminal 2 es un poco más complejo. La ruta que mejor me ha funcionado es la misma que describí para la Terminal 1, con la adición de una caminata larga hasta la terminal del monorriel, lo que extiende el trayecto por lo menos 15 minutos y exige tener un pase de abordar en la mano.
El pasado jueves 13 de octubre intenté una ruta distinta, que ya había utilizado años atrás. Bajar en el Metro Pantitlán. Caminé a General Anaya, lo que fue un trayecto largo, luego transbordé en Chabacano y finalmente salí en Pantitlán, que se encuentra a sólo 500 metros de la puerta de la Terminal 2 en el Eje 1 Norte y a 1 kilómetro de los mostradores de documentación.
Esto que expongo puede ser un poco engañoso. Pantitlán es la única estación en la que convergen cuatro líneas de metro, además de la línea 3 del Mexibús, la 4 de Metrobús y decenas de rutas de transporte de Ciudad de México y el Estado de México. Pantitlán es un laberinto y cuenta con gran cantidad de salidas del metro y varios pasillos de conexión.
El acceso más cercano desde la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional Benito Juárez es el de la línea 1 del metro, que actualmente se encuentra cerrada y en remodelación. El problema es que también cerraron sus accesos desde la calle: a nadie, en el Metro, en la Secretaría de Movilidad o en el Órgano Regulador del Transporte, se el ocurrió que muchos usuarios abordaban por allí y se desplazaban a las otras tres líneas del metro que sí están en operación (la A, la 5 y la 9).
En el más reciente viaje que relato seguí el camino de conexión desde la línea 9 a la línea 5, salí, y rápido traté de ubicarme. Hice algún recorrido en la dirección opuesta pero que mi sentido de orientación me permitió corregir. Me aventuré entre autobuses, vagonetas, claxonazos, puestos de comida y pronto estaba entrando a la terminal aérea.
A mi regreso supuse que el acceso al metro sería más sencillo. No lo fue. Hice el recorrido inverso, esta vez en día inhábil, comprobé que las puertas de la Línea 1 están cerradas, hallé otra entrada y llegué, de nuevo, a la línea 5. Una vez que atravesé los torniquetes busqué cómo conectar a la línea 9, no encontré señalización. Incluso, por momentos la tipografía clásica del metro desaparece y es reemplazada por letreros improvisados. Subí al andén Dirección Politécnico y por fin vi la señalización hacia la línea café, sólo que en el andén opuesto.
Fastidiado, tomé el metro hacia la Terminal 1, donde anduve hacia la parada del Autobús 200 de RTP. Esta vez tardó 18 minutos. Tres cuartos de hora más tarde, estaba en casa.
Después de exponer mi aventura, reflexiono respecto a la ciudad.
En este momento el Gobierno Federal está gastando miles de millones de pesos para integrar el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles con la ciudad, mediante una ampliación del Ferrocarril Suburbano, que tendrá una salida dentro de la terminal aérea. A pesar de las diferencias con el proyecto, puedo reconocer la decisión de llevar el transporte público hasta el AIFA.
El Gobierno de la Ciudad de México toma decisiones en el sentido opuesto. La línea 4 del Metrobús contaba con un servicio a las dos terminales del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Ya está fuera de operación. El fundamento, supongo, fue la baja demanda del servicio desde Buenavista; en vez de mejorarlo y conectarlo con Paseo de la Reforma, la línea 7 de Metrobús y los hoteles de Chapultepec. En la obsesión por los números, nuestras autoridades carecen de visión: es estratégico contar con un aeropuerto bien conectado.
La estación Terminal Aérea de una muy mal enlazada línea 5 del metro, está a unos 300 metros del área de documentación de vuelos nacionales de la Terminal 1, y a 1 kilómetro de los vuelos internacionales; las distancias son muy similares para el Metro Pantitlán y la Terminal 2, con la diferencia de que hay más alternativas de conexión para sus usuarios, por las 4 líneas que allí convergen, y sin considerar que un túnel de acceso a la terminal reduciría las distancias en 300 metros.
Tal vez soy un usuario atípico, que se expone a una serie de vulnerabilidades en su recorrido. No obstante, la importancia de los accesos a los aeropuertos no se centra sólo en los viajeros. Un aeropuerto cuenta con miles de trabajadores. Yo invitaría al Gobierno de la Ciudad de México a reabrir las puertas de la línea 1 del metro a la brevedad, que son las más cercanas a la Terminal 2; a diseñar la conexión de la Terminal 2 con el metro Pantitlán a través de un túnel de acceso directo; y a recuperar el servicio de Metrobús, pero esta vez con terminal en Auditorio y no en Buenavista.