ADELANTOS EDITORIALES

Alergia, la nueva epidemia • Paula Ribó

Una guía para entender, prevenir y combatir las enfermedades alérgicas.

Escrito en OPINIÓN el

El primer libro divulgativo para entender, prevenir y combatir las enfermedades alérgicas.

ALERGIA: Una enfermedad tan común como desconocida.

De un tiempo a esta parte, los estornudos, la congestión nasal, los picores o el enrojecimiento de ojos se han instalado en nuestra vida y cada vez son más las personas que los sufren. Pero, ¿qué ha causado este boom? ¿Por qué una de cada cuatro personas sufre esta patología?

Considerada la nueva epidemia no infecciosa de nuestros tiempos, es una de las seis patologías más frecuentes del mundo y en torno a ella abundan los mitos y el desconocimiento, como creer que las alergias se pueden curar, que si no tienes síntomas eres igualmente alérgico o confundir alergia con intolerancia. Respiratorias, alimentarias, a los medicamentos, de la piel o a los insectos son las que más afectan actualmente a la población y por las que solemos recurrir al alergólogo.

En este libro, la doctora Paula Ribó recoge todo el saber acumulado a lo largo de sus años de formación, investigación y práctica médica para desmontar estas falsas creencias. Cuándo y por qué aparecen las reacciones alérgicas, qué factores pueden influir en su desarrollo y cuáles son los síntomas más habituales según su tipología son algunas de las preguntas a las que da respuesta en estas páginas.

Asimismo, expone las causas más frecuentes que pueden desencadenar una reacción grave y cómo actuar ante una anafilaxia o un shock anafiláctico.

Fragmento del libro de Paula Ribó Alergia, la nueva epidemia”, editado por Diana, © 2024. Cortesía de publicación otorgada bajo el permiso de Grupo Planeta México.

Paula Ribó es alergóloga y doctora. Licenciada en Medicina por la Universitat Rovira i Virgili de Reus, cursó su especialidad MIR de Alergología en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, y fue doctoranda en la Universitat de Barcelona. Desde hace siete años trabaja como alergóloga en el Hospital Clínic de Barcelona, y en la primavera de 2020 abrió su propio consultorio de alergología en Granollers, su ciudad natal.

Alergia, la nueva epidemia | Paula Ribó

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¿Qué es la alergia?

Mito: Es lo mismo sensibilización que alergia.

Si buscamos la definición de alergia en el diccionario de la Real Academia Española, veremos que la palabra alergia proviene del alemán Allergie, y que este es un término formado a partir de las palabras griegas ‘otro’ y  ‘trabajo’. Su definición oficial sería la siguiente:

1. f. Respuesta inmunitaria excesiva provocada en individuos hipersensibles por la acción de determinadas sustancias, especialmente ambientales.

2. f. Sensibilidad extrema y contraria respecto a ciertos temas, personas o cosas.

Pero ¿qué es la «respuesta inmunitaria»? ¿Qué quiere decir «individuos hipersensibles» o «sensibilidad extrema»?

Para entender estos conceptos quizá es necesario explicar que el sistema inmunitario es un conjunto de órganos (bazo, timo, amígdalas), tejidos (médula ósea, piel, mucosas, ganglios linfáticos) y células (leucocitos o glóbulos blancos) que se encargan de la defensa y del reconocimiento de las enfermedades.

La alergia es una respuesta inmunitaria exagerada del cuerpo, que reconocerá un alimento, un polen, un medicamento o cualquier otra sustancia de nuestro alrededor como dañina o extraña y tratará de defenderse respondiendo de forma exagerada para eliminarla de nuestro organismo.

Cuando el sistema inmunitario se enfrenta a algo extraño y lo neutraliza con una reacción inmunológica natural sin producir síntomas lo llamamos antígeno. Pero cuando este antígeno nos produce alergia (estornudos, dificultad para respirar, manchas en la piel, etcétera) lo llamamos alérgeno.

De forma general, los alérgenos son sustancias que se encuentran en nuestra alimentación habitual, en el ambiente que respiramos o en medicamentos que tomamos anteriormente y que no suelen considerarse tóxicos o perjudiciales para la población general.

Como veremos más adelante, la primera vez que estemos en contacto con algo difícilmente nos provocará alergia; necesitaremos más contactos para desarrollarla. En sucesivas exposiciones al alérgeno las personas afectadas tendrán una respuesta alérgica o una reacción de hipersensibilidad, es decir, una respuesta excesiva o inadecuada a un alérgeno que desencadenará una serie de mecanismos que, a su vez, activarán determinadas células, como veremos a continuación.

Existen cuatro tipos de reacciones de hipersensibilidad según los elementos del sistema inmunitario que participen en ellas, lo que se conoce como la clasificación de Gell y Coombs:

Por la sangre tenemos circulando anticuerpos, que son proteínas del sistema inmunitario que también conocemos con el nombre de inmunoglobulinas (Ig). Estas Ig actúan como respuesta de defensa a elementos extraños. Existen cinco familias de Ig: A, G, M, D y E. La inmunoglobulina E (IgE) es la encargada de activar algunas células en los procesos alérgicos y de la liberación de ciertas sustancias, como la histamina, que producen enfermedades alérgicas.

La histamina es una sustancia química conocida por su función en la respuesta alérgica, pero está presente en muchos tejidos corporales y tiene distintas funciones:

- Se encarga de las respuestas locales alérgicas del sistema inmunitario.

- Regula las funciones normales del estómago.

- Actúa como neurotransmisor en el sistema nervioso central.

- Ayuda al mantenimiento de las hormonas del eje hipotálamo-hipofisiario que contribuye a mantener el equilibrio entre el sueño y la vigilia así como la sincronización del ritmo circadiano.

- Su liberación produce comezón, enrojecimiento (erite-ma), calor (por la dilatación de los vasos sanguíneos) e hinchazón (edema) de algunas zonas de la piel. Al dilatarse los vasos se produce un incremento del flujo de la sangre y el resultado de la salida de la sangre hacia fuera del vaso producirá la hinchazón o el edema local.

Los leucocitos o glóbulos blancos, que se llaman así porque son incoloros, son aquellas células encargadas de la defensa del organismo frente a sustancias extrañas. Existen cinco tipos de glóbulos blancos: neutrófilos, linfocitos, monocitos, eosinófilos y basófilos, y a continuación veremos que algunas de estas células están involucradas en las reacciones alérgicas:

- Mastocitos: células de gran tamaño, porque en su interior contienen numerosos gránulos rellenos de sustancias como la histamina, entre otras. Se encuentran en tejidos y mucosas como las de los aparatos respiratorio y digestivo o la piel y tienen la capacidad de unirse a la IgE, así como de liberar histamina en caso de reacción alérgica.

- Basófilos: representan el 0.1-2% de los leucocitos. Son células pequeñas que también tienen gránulos con histamina y la capacidad de unirse a la IgE.

- Eosinófilos: se llaman así porque se tiñen con un colorante que se llama eosina. En condiciones normales pueden representar el 5% de los leucocitos, pero su porcentaje aumenta en pacientes con enfermedades alérgicas.

- Linfocitos: diferenciamos dos tipos, T y B. Los linfocitos son los glóbulos blancos de menor tamaño y de los más importantes del sistema inmunitario: su principal función es la detección y la defensa frente a infecciones o neoplasias/tumores (linfocitos T), así como la producción de anticuerpos (linfocitos B).

- Interleucinas o citoquinas: se trata de proteínas mensajeras que fabrican los leucocitos con la función de enviar mensajes entre las células del sistema inmu-nitario para activar o inhibir las funciones de otras células y que tienen la capacidad de regular la respuesta del sistema inmunitario.

Durante una reacción alérgica grave el mastocito también puede liberar triptasa, por lo que en este tipo de reac-ciones si se hace un análisis de sangre podrá utilizarse esta sustancia como marcador de una reacción alérgica grave, es decir, una anafilaxia, de la que hablaré más adelante a profundidad.

Como puedes ver en la imagen siguiente, si existe una anafilaxia los niveles de triptasa en sangre se elevarán durante la primera hora tras la exposición y luego irán disminuyendo de forma progresiva hasta normalizarse. A los alergólogos nos ayuda mucho tener este marcador en sangre y poder ver la curva de los niveles, por lo que siempre que se pueda se deben pedir varias muestras:

- Una en las primeras 1-2 horas, que es lo que llamamos fase aguda de la reacción.

- Otra a las 4-6 horas de la reacción, para ver si se produce la curva habitual de disminución.

- Una prueba o muestra basal. Llamamos basal a la ci-fra de triptasa «normal» para el paciente sin tener una reacción alérgica grave.

Se consideran normales los valores de triptasa inferiores a 10 ug/L, pero existen pacientes que tienen la triptasa elevada de forma habitual y en los que se tiene que descartar un síndrome de activación mastocitaria como la mastocitosis. La mastocitosis, como podrás leer más adelante, es una enfermedad alérgica rara que provoca un exceso de mastocitos en distintas localizaciones del cuerpo, lo cual provoca sintomatología.

Te hablaré de ello de forma detallada unos capítulos más adelante, pero hoy en día no podemos saber quién será alérgico y quién no, aunque sí sabemos que existe una gran carga genética de nuestros padres, por lo que hay una predisposición genética que debemos tener presente. Un individuo se volverá sensible a un alérgeno por esa predisposición en los genes y, al estar de nuevo en contacto con este, desarrollará una alergia.Es curioso, pero en bastantes ocasiones los pacientes que me visitan me dicen: «¡Pero si yo no era alérgico, lo comía sin problemas hasta que me hizo reacción!» o «¡Pero si he tenido perro toda la vida! ¿Cómo voy a ser alérgica a los perros?». Yo intento explicarles que las alergias son así, que son necesarias exposiciones previas para que uno se vuelva alérgico a algo, por lo que es normal que hasta el día de la reacción fuera algo que comías, hacías o tenías alrededor de manera habitual.

Otra de las dudas que se tienen al consultar por alergias es si existe alguna forma de predecir si se va a ser alérgico y, por desgracia, de momento no es así. No tenemos las herramientas para predecirlo. Yo creo que existen pocas enfermedades que tengan alguna prueba premonitoria; quien lo descubra se volverá rico.

Algo que sí sabemos con certeza es que, por desgracia, las alergias no se curan y son para toda la vida. Es labor de los alergólogos ayudar al paciente alérgico a saber controlar sus enfermedades con distintos tratamientos y recomendaciones como las que te iré revelando a lo largo de los capítulos.

Los alergólogos y alergólogas son los profesionales médicos especializados en alergología , que es la especialidad médica que estudia las alergias y que lleva a cabo el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades alérgicas como las siguientes:

- Alergia respiratoria: rinitis, rinoconjuntivitis y asma bronquial

- Alergia alimentaria

- Alergia a medicamentos

- Alergia cutánea: dermatitis atópica, dermatitis de contacto alérgica o urticaria (aguda o crónica), entre otras afecciones de la piel que no siempre son alergia

- Alergia a picaduras de insectos: himenópteros (avispas y abejas)

Solemos decir que la alergología es una especialidad médica con la capacidad de visitar a pacientes de 0 a 100 años y, aunque algunas enfermedades alérgicas son más típicas de la infancia y otras de la adultez, el alergólogo es capaz de hacer la valoración de la alergia a cualquier edad.

En alguna ocasión escuché, por comparación con otros compañeros, que no tenemos órgano o sistema. Me explico: el cardiólogo tiene el corazón; el neurólogo, el cerebro y el traumatólogo, los huesos y los músculos. La alergia es una enfermedad que puede afectar a diferentes órganos y presentar unas molestias u otras. Es frecuente que un paciente presente varias enfermedades alérgicas a la vez y que tenga varios órganos afectados, por lo que podríamos llamarlo una enfermedad sistémica.

Por último, y no menos importante, me gustaría explicarte brevemente la diferencia entre alergia y sensibilización, aunque más adelante hablaremos de ello en profundidad y con más ejemplos. Hablamos de sensibilización cuando las pruebas de alergia salen positivas, pero sólo podemos afirmar que se trata de una alergia cuando, además de pruebas de alergia positivas, se tienen síntomas que acompañan.

 

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