Desde su irrupción en el tablero electoral, Xóchitl Gálvez se convirtió en la obsesión del presidente López Obrador.
Hasta ese momento, la próxima elección presidencial no parecía una competencia real: se anticipaba como una sucesión elegida por AMLO, una transición entre candidatos del mismo partido, un juego de «corcholatas». En tan solo 15 días, Xóchitl revolucionó el panorama de 2024.
Su carisma, sus propuestas y su impoluto historial político hicieron temblar al partido en el poder, al mismo tiempo que conectó con miles de personas decepcionadas por el desempeño de Morena.
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Este es el perfil más completo de la mujer que conoce las caras contrastantes del país porque las ha vivido: desde su origen en Tepatepec, Hidalgo —donde ayudaba a su madre—, su época de estudiante en la UNAM, sus empleos en la CDMX y su faceta como empresaria exitosa hasta su carrera política, en la que fue delegada y senadora.
Fragmento del libro de Scarlett Lindero “Xóchitl”, editado por Planeta. 2023. Cortesía otorgada bajo el permiso de Grupo Planeta México.
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La misión de servir
Cuando en el año 2000 le propusieron a Xóchitl Gálvez integrarse al gabinete del entonces presidente Vicente Fox, pensó:
«¿Yo qué voy a hacer ahí?».
Ella tenía todas las credenciales como empresaria, emprendedora e ingeniera. Pero ¿política? Nunca pasó por su mente que podía entrar en ese mundo.
Fox sabía muy bien que Xóchitl no tenía ningún pasado político ni provenía de una familia que lo tuviera, lo cual no solo es usual en México, sino que parece dictar los caminos en las más altas esferas del poder. Lo que a él lo cautivó fue la trayectoria de Xóchitl en el trabajo social, especialmente su labor con las comunidades indígenas a través de la Fundación Porvenir y con recursos propios.
Pero Xóchitl era precavida y se resistió a entrar en ese ámbito —aún desconocido para ella— sin analizar bien los pros y los contras.
Finalmente dio el sí, pero tardó tres meses en aceptar la propuesta.
Así, se unió al gabinete de Vicente Fox, el primer gobierno de alternancia que logró quitar al Partido Revolucionario Institucional (PRI) del poder y que desaforó a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en 2005, quien en ese entonces era aspirante a la presidencia del país. Esto significó un parteaguas en su posicionamiento ante los ojos de la ciudadanía, que reconocieron en él al político incómodo que había sido silenciado, acaso por temor. Esta estrategia de callar y hacer menos ha sido, irónicamente, la misma que AMLO ejerce ahora contra Xóchitl desde su plataforma diaria en las conferencias matutinas.
Xóchitl lo tenía claro: sabía que se podía hacer un mundo distinto desde adentro. Que esa vocación suya por ayudar a los demás podría tener mayor impacto.
Fue así como Xóchitl llegó a la Oficina para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, y después fue nombrada directora general de la CNDI, cargo que ocupó durante todo el sexenio de Vicente Fox (2000-2006).
El primer gran reto durante su administración en la CNDI fue enviar la iniciativa de reforma constitucional que reconocía los derechos de los pueblos indígenas, la cual tenía como base los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, un documento que firmó el gobierno mexicano con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el 16 de febrero de 1996 y que estaba pendiente de reconocimiento en la Constitución desde entonces.
Si bien ese fue un primer gran paso para el reconocimiento de las comunidades indígenas en el país, la misma Xóchitl acepta que, a 27 años de aquel pacto, ningún gobierno ha logrado cumplir con todos los compromisos asumidos en aquel documento.
«Los pueblos indígenas han reclamado que esos derechos fueron insuficientes, pues no se les reconoció como sujetos de derecho público, con personalidad jurídica y patrimonio propios», entre tantos otros pendientes que se quedaron en papel.
Desde su puesto en la Comisión, Xóchitl creó además el Instituto Nacional de las Lenguas Indígenas (INALI) y la Coordinación General de Educación Intercultural y Bilingüe (CGEIB), hoy extinta.
Otro logro de la hidalguense consistió en facilitar el acceso a la energía eléctrica a dos millones de indígenas y el suministro de agua potable a 1.5 millones más.
Durante los seis años que dirigió la CNDI le tocó recorrer el país de norte a sur, metiéndose hasta la cocina de las comunidades indígenas que le abrían sus puertas para contarle sus necesidades. Después del presidente López Obrador —dice—, es la política que más ha recorrido los 2?469 municipios que conforman las 32 entidades del país.
Entre las acciones que la destacaron al frente de la CNDI también está la construcción de la carretera Tlapa-Marquelia, que conecta a todas las comunidades de la región de la mixteca y que se extiende 40?000 km a través de los estados de Puebla, Guerrero y Oaxaca. La construcción de 10 universidades interculturales bilingües que se inauguraron en estados como San Luis Potosí, Tabasco y Quintana Roo. Además, el suministro de energía eléctrica a la selva Lacandona, entre otros logros del que —dice— fue el mejor trabajo del mundo.
Xóchitl se metió hasta las entrañas de las zonas más pobres del país. Al final entendió que el servicio público tiene el poder de transformar la realidad de las personas, tal como lo hizo con la suya.
Después de su primer cargo público, y una vez que terminó el sexenio de Vicente Fox, regresó al mundo empresarial y ahí se quedó cuatro años más.
Quería volver con su familia y dedicarse a sus negocios, pero aún tenía en mente aquellos días en los que conoció a pie las distintas realidades que hay en el país, ayudando a los que más lo necesitan.
«Recuerdo que dije: “Si conocí a fondo Hidalgo cuando fui comisionada, recorriendo cada rincón de la Huasteca, ¿por qué no gobernar mi estado?”». Desde 2008 empezó a darle vueltas y vueltas a la idea de convertirse en gobernadora de Hidalgo. Empezó a ir a las comunidades, a reunirse con la gente que podría convencerla de que fuera candidata.
En ese entonces el periodista Miguel Ángel Granados Chapa me impulsó mucho a que me animara a hacerlo y lo logré. Lo logré contra todo el machismo de los partidos. [A pesar de que] era la mejor posicionada entre el PAN [Partido Acción Nacional], el PRD [Partido de la Revolución Democrática] y Movimiento Ciudadano, inclusive del PT [Partido del Trabajo], me impugnaban, me bajaban, me volvía a subir y peleaba. No tuve mucho tiempo de preparar mi campaña, me tuve que estar defendiendo jurídicamente todo el tiempo en lugar de estar haciendo estrategia de campaña.
Y lo logró. En 2010 fue candidata a la gubernatura de Hidalgo por la coalición denominada Hidalgo nos Une, integrada por el PAN y el PRD.
La campaña de Xóchitl fue austera. Empezó su promoción sin dinero, sin apoyo de los partidos y sin el respaldo público de los empresarios. Pero lo hizo, como siempre, con el respaldo del pueblo.
En esos días se hizo famosa una canción que fue adjudicada a la banda mexicana de rock Molotov. «Ahí viene Xóchitl» impulsaba a esa candidata entrona: «Ahí viene Xóchitl… Hidalgo está mal gobernado, juntos podemos cambiar el pasado. Grande es el estado, pero extragrande debemos dejarlo […] ¡Que sí!, ¡que no!, ¡que cómo chingados no! ¡Que sí!, ¡que no!, ¡que cómo chingados no! […] ahí viene Xóchitl», decía la letra de la canción que hasta hoy no ha sido reconocida oficialmente por Molotov y que cuenta con miles de reproducciones en el canal de Xóchitl Gálvez, en YouTube.
Desde que buscó la gubernatura de Hidalgo, lo sabía bien: en su gobierno no habría «rateros, ni huevones, ni pendejos». Esta misma frase es la que ha repetido hasta el cansancio en los últimos días cuando alguien le pregunta si ya ha pensado en los posibles perfiles de su gabinete en caso de llegar a la presidencia del país.
Cuando se postuló por primera vez, Xóchitl estuvo a nada de ganar.
Fue su primera gran contienda electoral: «el baño de realidad» que la prepararía para lo que vendría 12 años después.
En aquellas elecciones de Hidalgo logró obtener 45.13% de los votos frente a 50.25% de su rival, Francisco Olvera Ruiz. Un resultado histórico que abría la posibilidad de una alternancia en el poder, pues hasta ese momento el PRI había gobernado la entidad por más de ocho décadas.
Aquella experiencia de quedarse al borde podría tomarse como un fracaso en su trayectoria política; para ella no fue así. Esa candidatura le dio más fuerza y valor para seguir peleando por un cargo público. Y aunque no ganó en Hidalgo esa vez, sí logró gobernar la delegación Miguel Hidalgo en la Ciudad de México, cuatro años después, entre 2015 y 2018, durante la gestión del exjefe de gobierno capitalino Miguel Ángel Mancera.
Sobre su trayectoria como delegada en una de las demarcaciones con más contraste económico, ya que la componen tanto las zonas residenciales de Polanco y Lomas de Chapultepec como colonias populares tales como la Anáhuac y la Pensil, Xóchitl presume que uno de sus mayores logros fue romper con la burocracia:
Lo primero que hice fue tratar de hacer mucho más eficiente la administración, había nueve direcciones generales y solo dejé tres, ¿por qué? Para que ese dinero que se utilizaba en la administración se utilizara en los servicios urbanos. Así logré ahorrar 252 millones de pesos con esa reingeniería que me permitió cambiar el 99% de las lámparas de Miguel Hidalgo.
El trabajo que hacen las alcaldesas y alcaldes hoy en día —dice Xóchitl— es poco reconocido, quizá porque es el trabajo más «sucio». Quien está a cargo de una alcaldía tiene que encargarse de vigilar los programas de recolección de basura, el funcionamiento del drenaje, tapar hoyos y baches, entre otros méritos que no son nada vistosos en grandes informes de gobierno, pero que los ven y viven diariamente las y los colonos.
Durante su administración también llevó un poco de su experiencia en innovación y tecnología a su alcaldía. Por ejemplo, inauguró el primer jardín infiltrante de la Ciudad de México, en la colonia Legaria, el cual servía para captar el agua de lluvia a fin de regresarla al subsuelo y así recargar los mantos acuíferos.
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Xóchitl se dio a conocer pronto entre las y los chilangos por sus famosos videos en Periscope, una plataforma de grabación en vivo, donde informaba acerca de sus actividades como delegada, y que pronto fueron ganando popularidad en las redes sociales. En la descripción de su perfil de aquella plataforma se describía como una «luchadora social e impulsora del social business, ¡muero por el futbol!».
También hubo otros videos que la volvieron viral y la colocaron en el ojo del huracán desde entonces. Como el que subió en marzo de 2016, en la fiesta de cumpleaños del excandidato presidencial y exsenador del PAN Diego Fernández de Cevallos, conocido como Jefe Diego. En aquel famoso video aparecían personajes como el empresario Carlos Slim, o los expresidentes Carlos Salinas de Gortari y Felipe Calderón.
Pero más allá de exhibir a personajes políticos en sus videos, a ella lo que le interesaba era documentar, a través de sus videos, cómo se llevaban a cabo las licitaciones vecinales para dar permisos de construcción en la alcaldía, pues uno de sus grandes desafíos era combatir la corrupción inmobiliaria.
Me encontré una cantidad de edificios ilegales que ni siquiera tenían manifestación de obra, la documentación era falsa y ni siquiera pagaban los derechos al gobierno […] los constructores que no tenían la documentación bien sabían que no podían acercarse a la ventanilla porque les íbamos a frenar sus manifestaciones de obra, porque no había manera de que entregaran un «moche». Demolimos más de 15 inmuebles y combatimos los «moches» y regularizamos a los restauranteros.
Durante su gestión como delegada fue citada a comparecer en 2018 por una acusación de daño en propiedad ajena por la presunta demolición ilegal de un piso del edificio ubicado en Horacio 1205, en la colonia Polanco, como parte de su estrategia para combatir la corrupción inmobiliaria en la delegación. La denuncia se quedó ahí y no se acreditó el presunto delito.
Aquella vez Xóchitl aseguró que durante la administración se identificaron 40 inmuebles con pisos de más «sin que estuvieran respaldados con un certificado de uso de suelo».
Su administración en la Miguel Hidalgo también recibió duras críticas por la gestión de Arne aus Den Ruthen, el city manager de Gálvez, señalado por su estrategia contra el ambulantaje en la delegación y por violar el uso de suelo en un edificio familiar, entre otras polémicas que lo llevaron finalmente a renunciar a su cargo en 2016.
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Durante sus días como jefa delegacional cultivó una amistad con Claudia Sheinbaum, quien entonces era delegada de Tlalpan. Ambas presentaron una controversia constitucional, en 2017, ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en contra del recorte presupuestal que sufrieron sus demarcaciones.
Xóchitl lo recuerda así: «Hicimos amistad porque a las dos nos fregaron. A ella, Morena, porque le dieron la lana a Ricardo Monreal, y a mí, el PAN, porque le dieron la lana a [la delegación] Benito Juárez».
Esa relación se siguió reforzando durante esos años en los que las dos fueron delegadas. Xóchitl dice que fue la primera en respaldar a Claudia para que se convirtiera en jefa de Gobierno. Gálvez hizo un video para pedirle a Morena que eligieran a Sheinbaum como su candidata en ese entonces, porque, aunque eran de distintos partidos, era bueno que se apoyaran entre mujeres.
Irónicamente, Claudia y Xóchitl se convertirían en rivales tiempo después, rumbo a las elecciones de 2024, por ser las mujeres mejor posicionadas para aspirar a la presidencia del país. Pero, antes de ser posibles contrincantes, Xóchitl tuvo la oportunidad de unirse a Morena, un hecho que quizá hubiera cambiado por completo el panorama electoral de 2024.
Era tanta la cercanía entre ambas, que a finales de 2017 Claudia visitó la casa de Xóchitl, junto con un hijo de Andrés Manuel López Obrador, para proponerle que se uniera a Morena, cuando ya se veía venir el inevitable triunfo del partido del presidente. «Me ofrecían o una senaduría o me ofrecían ser parte del gabinete y ya se veía que tenían la fuerza para ganar, y en ese momento dije que no […] Le dije que no porque yo suelo decir lo que pienso y a él no le gusta que le digan lo que piensan».
Esa negativa, esa decisión a seguir diciendo lo que piensa, es lo que ha marcado desde entonces su relación con AMLO.
La amistad entre Xóchitl y Claudia finalmente se fracturó en 2021, cuando Xóchitl era senadora por el PAN, y Sheinbaum jefa de Gobierno de la Ciudad de México. «La bronca empieza cuando la cuestiono por la Línea 12, porque no dan a conocer el tercer informe del dnv [la empresa noruega Det Norske Veritas], y entonces yo hago un video diciendo “¿será que se concluye que la causa-raíz es la falta de mantenimiento?”».
Xóchitl había llegado a esa conclusión después de leer detalladamente la versión pública del segundo informe de la empresa noruega dnv, encargada de hacer el dictamen que analizaría la causa-raíz del colapso del tramo elevado de la Línea 12 del Metro. Una tragedia que cobró la vida de 26 personas el 3 de mayo de 2021. Todo indicaba que el origen del derrumbe había sido por falta de mantenimiento, pero Claudia se tomó este señalamiento de Xóchitl como «una afrenta personal».
Sheinbaum la acusó de haber tenido acceso al informe y de haber influido en él. «Entonces ahí sí hay un rompimiento con Claudia. Ella se enoja muchísimo conmigo. Yo la empiezo a criticar mucho más, porque a dos años no hay una sola persona en la cárcel, y un Metro no se cae», dijo Xóchitl en una entrevista para el sitio Código Magenta.
Ese también sería su rompimiento con una posible aliada política que después se convertiría en su rival.
¿Y qué piensa ahora Xóchitl de Claudia? Que es una mujer «inteligente», honesta, pero que «en este ánimo de ser la candidata, pues prácticamente hace lo que el presidente dice y, creo, esa no es Claudia».
El destape de Xóchitl le robó el protagonismo a Sheinbaum desde el inicio. Varios expertos comparaban sus perfiles: una ingeniera y una científica, con diferentes pasados e historias familiares. Dos mujeres totalmente distintas que aspiran a que México tenga su primera mujer presidenta.
El lema de campaña de Claudia reza: «México se escribe con “M” de mujer», y Gálvez le agregó una frase: «Y con “X” de Xóchitl».
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Xóchitl no solo le echaba pleito a Claudia desde el Senado de la República. Su trayectoria en el Senado también estuvo marcada por la irreverencia y la polémica que la caracteriza. Sobre todo porque fue una senadora que siempre cuestionó la mayoría de las iniciativas planteadas por el presidente y su partido.
Por ejemplo, cuando llegó al pleno disfrazada de dinosaurio verde con un cartel en el que se leía: «Jurassic Plan». Un performance que protagonizó a finales de 2022 en el Senado durante la discusión del llamado «Plan B» de la reforma electoral impulsada por AMLO, la cual buscaba modificar la estructura del Instituto Nacional Electoral (INE).
En ese momento, Xóchitl Gálvez comparó la reforma electoral con la época de los dinosaurios y con el partido que gobernó durante más de 70 años sin alternancia. «Hoy vamos a presentar el “Jurassic Plan”, que es el retorno de Manuel Bartlett para volver a hacer el fraude electoral del 88… a la época de los dinosaurios priistas», sostuvo. Su alusión era que, cuando gobernaba el PRI, y antes de las reformas electorales de 1996, las elecciones eran controladas y ejecutadas por el mismo partido que también competía en la boleta; esto resultaba en elecciones sumamente injustas para la oposición, ya que no podían competir por los votos y al mismo tiempo hacerlo contra el sistema que regulaba la competición.
Antes de estas reformas, en 1988 las elecciones presidenciales se inclinaron hacia el candidato del partido del poder, Carlos Salinas de Gortari, en una competición donde se alegó uno de los mayores fraudes electorales del país.
En otro momento, Xóchitl se encadenó a una silla de la tribuna del Senado donde se discutía el nombramiento de comisionados y comisionadas del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI). Esta discusión se aplazó durante varias sesiones, ya que ni la oposición ni Morena se ponían de acuerdo para la aprobación de los nombramientos.
«He puesto un par de cadenas como protesta de que Morena y sus aliados no quieren nombrar al comisionado del inai y, por lo tanto, este órgano está inoperante», acusó en su cuenta de Twitter en aquel entonces.
Todos estos episodios la convirtieron en una senadora atípica y muchas veces incómoda para sus propios compañeros panistas. Pero quienes la conocían desde sus inicios en la política sabían que Xóchitl siempre fue una mujer ocurrente y polémica por decir lo que pensaba.
Una de las cosas que más le cuestionan recientemente a Xóchitl Gálvez es su identidad política, porque ha demostrado ser una panista que se distingue del PAN, un partido que le abrió las puertas desde la era foxista, pero en el que no tiene militancia. Y es que muchas voces se preguntan «¿cómo fue que una trotskista rebelde llegó a las cúpulas de uno de los partidos más conservadores del país?».
Ahora, como una fuerte candidata que podría ser el rostro de la oposición en las elecciones, es inevitable preguntarle a Xóchitl qué piensa de ese PRI, semillero de dinosaurios; de ese PAN que se ha posicionado en contra del aborto y otros derechos; si se identifica con el PRD, donde nació la izquierda mexicana; y qué bandera política la representa más. Ella dice que se identifica como una socialdemócrata, algo más parecido a una postura de centro-izquierda.
Quizá por eso a algunos panistas no les convence su nombre. Es más, les incomoda. Su perfil rompe con cualquier rostro femenino del PAN. Ella se ha posicionado a favor del aborto, de los derechos de la comunidad lgbt, de la regulación de las drogas, de las infancias trans, y se ha declarado abierta feminista y entrona. Características que no cuajan con la «agenda azul» del PAN.
¿Entonces con qué lado de la oposición se identifica más?
En una entrevista realizada durante su pre-campaña respondió que se quedaba con el PRI que impulsó el ine, que impulsó el Seguro Social, creó instituciones que se preocuparon por el campo y la mejora del país; con ese PRD que buscaba la justicia social, y con ese PAN que busca el bien común, la libre empresa. Con esos principios de cada partido dijo quedarse.
A Xóchitl parece no importarle el color de la bandera que la abraza, sino seguir sus convicciones políticas. Es el «chile de todos los moles».
Que el presidente diga que hay un hombre detrás de ella es algo que no tolera porque a Xóchitl no la puso nadie. Ella se puso sola con su terquedad de buscar un futuro mejor, con su trabajo y con su trayectoria. En sus palabras, «el machista de Palacio Nacional» no puede aceptar que haya una mujer independiente y trabajadora que aspire a ocupar su silla presidencial.
No soporta que una mujer que viene desde abajo haya recorrido más municipios que todas sus «corcholatas» juntas.