En siete años, el gasto que ha destinado México a la educación por alumno se ha contraído, según información de la Organización para Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
De acuerdo con datos del organismo internacional, en México, en 2015, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, el gasto por estudiante será de 4 mil 79 dólares, pero siete años después, en 2022, bajo la administración de Andrés Manuel López Obrador, los recursos disminuyeron a 3 mil 650 dólares al año.
Viktoria Kis, analista de la OCDE, expuso, en entrevista con La Silla Rota que, México es el país de la OCDE con el menor gasto por cada uno de sus alumnos, lo cual genera desigualdades, además de que pone en riesgo la continuidad educativa de los estudiantes
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“México invierte mucho menos que los países de la OCDE, cuando se gasta menos es aún más importante que se gaste bien. Cuando hay un menor gasto las familias invierten más, lo cual puede generar desigualdades además de que deteriora el desempeño escolar”, advirtió la analista.
Noruega es el país que más inversión destina al gasto de educación por alumno, con un nivel de 22 mil 558 dólares, esto es 540% más que nuestro país.
Contexto: De acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) en México, la cobertura educativa enfrenta importantes desafíos, especialmente en los niveles de educación inicial y superior, lo que agrava las tasas de abandono escolar conforme avanza la trayectoria escolar, lo que de acuerdo con el organismo muestra que el gasto gubernamental en educación es inequitativo y deficiente.
Hogares costean el gasto
Viktoria Kis destaca que, ante una baja inversión gubernamental, el financiamiento recae en los hogares, en el caso de la educación básica y media superior, las familias cubren 16.2% del gasto educativo, mientras que el promedio de la OCDE asciende a 9.9% promedio, esto lo convierte en el segundo país con mayor proporción de carga financiera para las familias.
La analista dijo que esta situación empeora al tratarse de la educación superior porque los gastos aumentan, por lo que, “es muy importante que haya apoyos para que puedan abrir oportunidades a los jóvenes que vienen de familias más pobres”, instó.
“Es un desafío muy grande, los gobiernos tienen muy pocos recursos para destinar a la educación superior, por lo que los apoyos se vuelven fundamentales para que algunos estudiantes continúen con su educación”, destacó.
Más estudios, menos empleos y mayor desigualdad
Viktoria Kis explica que en países como México resulta difícil concluir con una carrera universitaria, y a pesar de que para muchos representa un gran esfuerzo, una vez logrado se enfrentan con el problema del desempleo.
Los datos recabados por la OCDE muestran que los adultos sólo con educación secundaria tienen una tasa de desempleo 2.7%, aquellos que cuentan con educación media superior tienen una tasa de 3.6%, mientras que los que para aquellos que terminaron una carrera el desempleo alcanza a 4.3 por ciento.
“El alineamiento entre la oferta educativa y la demanda del mercado laboral es imperfecta, los instrumentos que se suelen utilizar es mejorar la orientación, programas duales entre las empresas y las universidades”, explicó.
Si bien el mercado laboral impone retos a los jóvenes, una vez que logran insertarse se vuelve a reproducir una dinámica de desigualdad muy marcada, pues la diferencia de ingresos entre quienes concluyeron la secundaria y quienes no lo hicieron es de 19%, mientras que la disparidad entre quienes poseen título universitario y quienes cuentan únicamente con secundaria superior asciende a 56 por ciento.