El Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi) advirtió que México mantiene un comportamiento contradictorio hacia la industria automotriz china, especialmente frente a los fabricantes de vehículos eléctricos, pero que se extiende a otros sectores estratégicos.
Mediante un análisis realizado por Eduardo Tzili Apango, integrante del Observatorio de la Política China, señala que, aunque el país sigue recibiendo inversión del gigante asiático en manufactura, electrónica y sectores vinculados a la electromovilidad, al mismo tiempo ha endurecido su postura regulatoria, afectando la certidumbre de nuevos proyectos.
“Lo que vemos es que crecen los flujos de capital chino, se desarrollan nuevos parques industriales y proveedores asiáticos se integran a las cadenas de producción mexicanas. Sin embargo, el gobierno federal ha tomado decisiones que envían mensajes de cautela o incluso de rechazo a los fabricantes de equipo original (OEMs) provenientes de China”, precisó Tzili Apango.
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Por su parte, Sergio Ortiz, investigador del Tec de Monterrrey, dijo que la relación económica y comercial entre México y China, se mantendrá tensa, pero seguirá avanzando, sobre todo en el ámbito de las exportaciones asiáticas hacia México, mientras la inversión china en el país continuara siendo limitada.
Contexto: El gobierno mexicano asegura que las medidas arancelarias y restrictivas a China son parte de un plan para proteger la industria nacional, fomentar la producción interna, evitar competencia desleal, cuando productos chinos ingresan con precios subsidiados o dumping, y reducir el déficit comercial con China.
Presión de EU y suspensión de incentivos
El estudio suscrito por el Comexi destaca que uno de los puntos más críticos ocurrió en abril de 2024, cuando el gobierno mexicano suspendió incentivos dirigidos a empresas chinas del sector automotriz eléctrico, una decisión que ocurrió bajo presión de Estados Unidos, lo cual representó un giro en la política industrial y marcó el inicio de un periodo de indefinición regulatoria.
Lo anterior derivó en retrasos, falta de definiciones y posibles cancelaciones en proyectos estratégicos de fabricantes chinos, entre ellos BYD, uno de los mayores productores de autos eléctricos del mundo.
“Estos obstáculos no solo frenan nuevas inversiones, sino que reducen la previsibilidad necesaria para consolidar cadenas de proveeduría de mayor valor agregado”, destacó Tzili Apango.
Cabe destacar que en el marco de la antesala de la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), nuestro país busca imponer aranceles de hasta 50% a los productos que ingresan al país desde naciones con las que no tiene tratados comerciales, principalmente con China, en donde uno de los sectores más afectados será la industria automotriz.
Ortiz indicó que Estados Unidos seguirá presionando a México, porque China es su principal competidor, y nuestro país es muy atractivo por el tamaño de su economía, pero también por su ubicación geográfica y sus acuerdos con Estados Unidos.
Apertura parcial y obstáculos
De acuerdo con el análisis del Comexi, México mantiene una política ambivalente:
Por un lado, continúa permitiendo la llegada de proveedores, desarrolladores de parques industriales y empresas que suministran bienes intermedios.
Por otro, ha detenido el avance de los OEMs chinos, lo cual limita el establecimiento de plantas ensambladoras o centros de producción completos.
Esta estrategia híbrida genera incertidumbre para cualquier decisión de inversión a largo plazo en la electromovilidad.
Oportunidades y vulnerabilidades para México
El Comexi asegura que el crecimiento de la inversión china ha traído importantes beneficios para sectores como manufactura, electrónica y automotriz. México se ha convertido en un destino atractivo por su ubicación, su red de tratados comerciales y la necesidad de muchas compañías chinas de instalar operaciones en América del Norte.
En este sentido, Tzili Apango reconoce que, la economía mexicana también enfrenta vulnerabilidades estructurales. La dependencia de insumos chinos en la industria exportadora mexicana se combina con la interdependencia asimétrica con Estados Unidos, generando un equilibrio delicado que influye directamente en la política industrial.
Comexi advierte que la llegada de capital chino debe evaluarse no solo en sus dimensiones económicas o geopolíticas, sino también en términos de empleo local, estándares laborales y sostenibilidad ambiental, factores que determinan si esas inversiones ayudan realmente a un desarrollo incluyente.
Proyectos en el Bajío avanzan discretamente
El organismo destaca que ya existen ejemplos de esta dinámica en la instalación de empresas chinas vinculadas a la automotriz eléctrica en parques industriales del Bajío, donde operan con poca exposición mediática. Estos proyectos complementan la base industrial mexicana y buscan aprovechar la capacidad de China como proveedor de bienes intermedios, al tiempo que fomentan mayor valor agregado nacional.
Finalmente, Sergio Ortiz indicó que si bien la Inversión Extranjera Directa (IED) de China en México está, no ha alcanzado niveles significativos, a pesar del potencial de inversión que tiene el país asiático.
