Los jóvenes, de entre 18 y 29 años, suelen enfrentar mayores dificultades tanto para comprobar ingresos estables como para demostrar un historial financiero previo, por lo que recurren a esquemas de crédito más fáciles, pero más caros y más limitados, y se les niegan créditos hipotecarios o de montos mayores.
De acuerdo con la Política Nacional de Inclusión Financiera (PNIF) 2025-2030, el 47% de la población joven identifica la ausencia de historial como el motivo principal del rechazo, mientras que en una población mayor este porcentaje es de 27%.
El documento destaca que el sistema financiero está diseñado para evaluar riesgos a partir del comportamiento previo de pago, lo cual es complicado para las juventudes: no pueden acceder a crédito porque no tienen historial, y no pueden generar historial porque no acceden a crédito.
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En un contexto donde muchos jóvenes también enfrentan condiciones de informalidad laboral o ingresos variables, la situación se vuelve más restrictiva.
“La situación laboral de los jóvenes, que mayoritariamente tienen bajos salarios y que tampoco tienen una buena educación financiera, hace que no tan fácilmente sean sujetos de crédito, lo que los orilla a buscar opciones que se las facilitan que son más caras, pero también más peligrosas, como créditos informales”, indicó Héctor Magaña, coordinador del Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tec de Monterrey.
Contexto: El acceso al crédito formal para las personas jóvenes suele ser más limitado debido a una combinación de factores estructurales del mercado laboral y del sistema financiero. Aunque muchos buscan su primer crédito para estudiar, emprender o financiar consumo básico, se enfrentan a barreras que otros grupos poblacionales no tienen.
Tarjetas departamentales, la opción
Ante estas barreras, una salida frecuente ha sido el uso de tarjetas departamentales o tarjetas de crédito con requisitos más flexibles, que permiten generar historial sin los filtros estrictos de la banca tradicional. Estas opciones se han expandido entre la población joven precisamente por su accesibilidad y menor necesidad de documentación formal.
Aunque este tipo de instrumentos ayuda a construir un historial inicial, también implica condiciones que pueden ser menos favorables, como tasas de interés más elevadas, montos limitados y menor reconocimiento en instituciones financieras de mayor alcance.
De acuerdo con datos de la Condusef, los neobancos, que se han convertido en los organismos que más tarjetas colocan gracias a la demanda de jóvenes, principalmente, como Nu, Mercado Pago, Ualá o Stori, tienen tasas interés promedio en préstamos personales de más de 60%, frente a 38.5% de los bancos tradicionales.
Más difícil acceder a vivienda o auto
La ausencia de un historial sólido no sólo limita el acceso a préstamos personales o financiamiento bancario, sino que, dificulta aún más el acceso a créditos automotrices o hipotecarios, que requieren mayor comprobación y perfiles más estables.
“Es muy lamentable, si de por sí es difícil acceder a un crédito personal, para muchos simplemente es imposible acceder a uno hipotecario o autonotriz, aunque esto no sólo es responsabilidad de los bancos, si no un problema que viene desde el mercado laboral”, comentó Magaña.
El crecimiento del crédito informal
El análisis de la Política Nacional de Inclusión Financiera muestra otro indicador preocupante: el 30% de la población joven participa en esquemas de crédito informal.
El informe detalla que estas alternativas, que van desde préstamos entre conocidos hasta mecanismos informales en comercios, se utilizan por necesidad inmediata o por falta de acceso a instituciones formales.
Si bien el crédito informal ofrece rapidez y flexibilidad, también implica riesgos elevados: ausencia de protección legal, intereses variables y, en muchos casos, condiciones poco transparentes.
Un reto para el sistema financiero
Las dificultades de la población joven para integrarse al crédito formal no sólo afectan su presente financiero, sino también su capacidad futura para acceder a bienes, vivienda o inversiones. La falta de historial, la informalidad laboral y el ingreso irregular se combinan para limitar la movilidad económica de un sector clave de la población.
De acuerdo con Magaña, para muchas personas jóvenes, las tarjetas departamentales y los esquemas informales son soluciones temporales, pero no reemplazan la necesidad de un acceso justo y equitativo al sistema financiero formal.
