MÉXICO - TENOCHTITLÁN

"México no nació con la llegada de los españoles": Sheinbaum

Sheinbaum conmemoró 700 años de Tenochtitlan, afirmando que México nació de civilizaciones ancestrales"; reivindicó la herencia indígena y la Cuarta Transformación para sanar la historia

México Tenochtitlán.Sheinbaum conmemoró 700 años de Tenochtitlan, afirmando que México nació de civilizaciones ancestrales"; reivindicó la herencia indígena y la Cuarta Transformación para sanar la historiaCréditos: Especial
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La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, encabezó este sábado la ceremonia conmemorativa por los 700 años de la fundación de México-Tenochtitlan en el Zócalo capitalino, un evento que marcó la reivindicación de la profunda raíz indígena de la nación.

Durante su discurso, Sheinbaum fue enfática al declarar que "México no nació con la llegada de los españoles, México nació mucho antes, con las grandes civilizaciones que florecieron estas benditas tierras".

En compañía de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada Molina, y otros funcionarios, legisladores, así como integrantes del Ejército, Fuerza Aérea y Guardia Nacional, la mandataria celebró la herencia de Tenochtitlan y su legado intrínseco en la historia de México.

Sheinbaum destacó que reconocer a Tenochtitlan no es hablar de un pasado muerto, sino del "pulso vivo que late bajo nuestra ciudad capital, pero también en nuestras palabras, nuestra comida, nuestras costumbres y, sobre todo, nuestra grandeza cultural y nuestra identidad".

El evento contó con una magna representación de la fundación de México-Tenochtitlan, interpretada por 838 integrantes del Ejército, Fuerza Aérea y Guardia Nacional, además de la participación de 3 mil 500 danzantes de comunidades PILARES y Utopías en una representación simbólica de la migración ancestral mexica.

La grandeza incomprendida de tenochtitlan

Sheinbaum resaltó que Tenochtitlan fue mucho más que una ciudad majestuosa; fue un "símbolo de organización, de poder, de ciencia, de arte y de visión". Se erigió como el centro de un mundo indígena que construyó un modelo de civilización en armonía con la tierra, los astros y sus deidades.

Según la tradición mexica, su dios principal, Huitzilopochtli, les ordenó buscar un lugar donde verían una señal divina: un águila posada sobre un nopal devorando una serpiente, que hoy es el Escudo Nacional de México. Esta señal fue avistada en una isla en medio del lago de Texcoco, marcando el fin de una larga peregrinación y el nacimiento de una civilización destinada a trascender el tiempo.

La ciudad, fundada míticamente en el año 1325, fue descrita como un prodigio de ingeniería, organización y arte, con calzadas flotantes, templos que tocaban el cielo y fértiles chinampas que proveían alimento a cientos de miles. "Era una ciudad de orden y arte, de poder y de poesía; su arquitectura era exacta como las estrellas y su gente orgullosa".

Su grandeza, insistió la presidenta, no residió solo en su fuerza y belleza, sino en su alma, en el "espíritu indómito de un pueblo que emergió de la nada para crearlo todo".

La herida profunda de la colonización

La presidenta abordó la llegada de los españoles en 1519, señalando que lo que encontraron "no fue tierra vacía", sino un imperio sólido con leyes, lengua, escritura, medicina, formas de cultivo, ingeniería, cultura y vastos conocimientos astronómicos. Sin embargo, en lugar de comprender esta civilización, decidieron aplastarla.

La caída de Tenochtitlan en 1521, afirmó, no solo significó la destrucción de una ciudad, sino el inicio de un largo proceso de colonización que buscó borrar todo rastro indígena, imponiendo una nueva religión, cultura y lengua. Se buscó avergonzar a los mexicanos de su origen indígena, calificándolo de atraso, ignorancia y barbarie.

Esta, subrayó Sheinbaum, fue "la herida más profunda", alimentada por siglos de discriminación, especialmente contra las mujeres indígenas.

El legado imperecedero y la cuarta transformación

A pesar de los esfuerzos coloniales y la persistencia del racismo y la exclusión, el legado de Tenochtitlan no fue vencido. "Vive en la resistencia silenciosa de los pueblos, en la lengua náhuatl que aún se habla, en el maíz que seguimos sembrando, en la medicina tradicional, en los rituales, en los nombres de nuestros cerros, nuestros ríos, nuestras calles, nuestros pueblos, en el nombre de nuestra patria, nuestro nombre: México".

También vive en la sangre de quienes generación tras generación han llevado con orgullo sus raíces.

La presidenta enfatizó que la Cuarta Transformación, el proyecto de su gobierno, "mira de frente y con orgullo a nuestra historia, no para dividir, sino para comprender; no para odiar, sino para sanar la memoria".

Uno de los pilares fundamentales de este movimiento es el reconocimiento de los pueblos originarios, elevando sus derechos al rango constitucional y otorgando perdón por las atrocidades del pasado.

Sheinbaum declaró que la Cuarta Transformación es un proyecto de dignidad que busca saldar la deuda histórica con los pueblos indígenas y garantizar la justicia y la democracia reales, dando lugar al "profundo y orgulloso rostro indígena de México".

Un camino sin racismo para un futuro digno

Al concluir su mensaje, la mandataria reiteró que "erradicar el racismo no es una opción, es una necesidad y una obligación para construir una sociedad justa, incluyente y digna para todas y para todos". Afirmó que el legado de Tenochtitlan no es ruina ni nostalgia, sino "semilla, es esperanza", que nos enseña que la historia no se borra y la raíz no se niega.

Sheinbaum instó a todas las mexicanas y mexicanos a honrar a los pueblos originarios, reconocer la grandeza del legado y amar esta tierra sagrada.

La ceremonia culminó con la poderosa declaración: "Mientras exista el mundo, no acabará la fama y la gloria de México-Tenochtitlan".

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Brugada exalta los 700 años de la "gloriosa" fundación de México-Tenochtitlan

La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada Molina, afirmó que hoy es un "día glorioso". Acompañando a la Presidenta Claudia Sheinbaum, Brugada Molina resaltó el profundo legado de la civilización mexica.

La mandataria capitalina invitó a los presentes a imaginar el momento mítico de la fundación hace siete siglos, cuando el águila, mensajera de Huitzilopochtli, se posó sobre el nopal en medio del lago de Texcoco, señal que marcó el fin de una larga peregrinación y el "comienzo de una civilización destinada a trascender el tiempo".

Este hito fue inmortalizado en el Teocalli de la fundación, con la fecha mítica del año 1325.

Brugada Molina destacó que México-Tenochtitlan fue un "prodigio de ingeniería, de organización, de arte y dominio", heredera de saberes milenarios como el cálculo de las estrellas, la arquitectura precisa y la agricultura sobre chinampas, que aún perviven en la ciudad.

Subrayó que la gloria de Tenochtitlan sigue intacta, a pesar de que sus calzadas flotantes, templos y mercados no se han vuelto a ver.

La Jefa de Gobierno recordó que las construcciones coloniales de la Ciudad de los Palacios se erigieron con piedras de los templos aztecas y con "manos y brazos" de ancestros mexicas, recalcando que bajo el glorioso Zócalo se encuentran los cimientos de esta gran civilización.

Afirmó que el legado mexica permanece vivo en los saberes ancestrales y la cosmovisión, y que la ciudad nacida del agua se convirtió en la capital de una nación que "jamás aceptó el yugo de otro pueblo".

Finalmente, Brugada Molina rindió homenaje a héroes como Moctezuma, Cuitláhuac y Cuauhtémoc, así como a las deidades femeninas Coatlicue, Coyolxauhqui y Tlaltecuhtli. Concluyó con una poderosa declaración: "¡Mientras exista el mundo, vivirá por siempre la gloria de México-Tenochtitlan!".

México-Tenochtitlán y su relevancia para el México actual

Contexto: México-Tenochtitlán fue la capital del Imperio mexica y una de las ciudades más impresionantes del mundo prehispánico. Fundada en 1325 en un islote del lago de Texcoco, esta urbe llegó a ser el centro político, económico, militar y religioso más poderoso de Mesoamérica antes de la llegada de los españoles en el siglo XVI.

Su estructura urbana avanzada, con canales, calzadas, templos y mercados, asombró a los conquistadores europeos, quienes compararon su organización y grandeza con las principales ciudades europeas del momento.

La caída de Tenochtitlán en 1521 marcó el inicio del dominio colonial español y la transformación radical del paisaje cultural, social y político de la región. Sobre sus ruinas se erigió la actual Ciudad de México, símbolo del mestizaje, pero también de la violencia de la conquista. A pesar de la destrucción física de la ciudad, la herencia tenochca sigue presente en múltiples dimensiones de la vida nacional.

Hoy, México-Tenochtitlán tiene una profunda relevancia simbólica e histórica. Es un referente de identidad nacional, especialmente en la narrativa del México originario y resistente. Su escudo —el águila devorando a una serpiente sobre un nopal— aún forma parte del símbolo patrio mexicano, retomando la leyenda fundacional de los mexicas. Además, elementos lingüísticos, gastronómicos y culturales de los mexicas perduran y forman parte del México contemporáneo.

Las excavaciones del Templo Mayor, en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, han permitido reconstruir parte de su historia y dar mayor visibilidad a las raíces indígenas del país. Estos hallazgos han contribuido a resignificar el pasado prehispánico y a reforzar el sentido de pertenencia y orgullo por la riqueza cultural ancestral.

México-Tenochtitlán no solo representa una etapa gloriosa de la historia precolombina, sino que también plantea reflexiones actuales sobre la memoria, la diversidad cultural y la forma en que se narra el origen de la nación. En un contexto donde se busca reivindicar los derechos de los pueblos originarios, reconocer a Tenochtitlán como cuna de civilización y resistencia es una forma de valorar y defender la pluralidad que define a México.

Así, México-Tenochtitlán vive no solo en los libros de historia o en los vestigios arqueológicos, sino en el lenguaje, los símbolos, las costumbres y la identidad colectiva del país.

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¿Por qué es relevante el tema?

México-Tenochtitlán es relevante porque conecta directamente con las raíces históricas, culturales e identitarias del México actual. Esta antigua ciudad mexica no solo fue una metrópoli avanzada en términos de urbanismo, organización social y poder político, sino que también representa un símbolo de resistencia indígena frente a la conquista y colonización.

Comprender la historia de Tenochtitlán permite visibilizar y valorar el legado de los pueblos originarios, cuya influencia sigue presente en la lengua, la gastronomía, las tradiciones y los símbolos nacionales, como el escudo que aparece en la bandera mexicana. Además, hablar de Tenochtitlán es también una forma de cuestionar las narrativas dominantes que han invisibilizado o minimizado la grandeza de las civilizaciones prehispánicas.

En un país con gran diversidad étnica y cultural, rescatar la memoria de Tenochtitlán refuerza el sentido de identidad colectiva y promueve un reconocimiento más justo y digno de las raíces indígenas. Es una oportunidad para replantear el papel de la historia en la construcción del presente y para generar orgullo sobre un pasado que no solo fue glorioso, sino profundamente humano, complejo y vigente en la vida cotidiana de millones de mexicanos.

VGB