La vejez no es una enfermedad, sino una etapa natural de la vida. A medida que aumenta la esperanza de vida en el mundo, también crece la importancia de comprender las necesidades y derechos de las personas adultas mayores.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una persona se considera adulta mayor a partir de los 60 años. No obstante, este umbral puede variar según el contexto social, económico y cultural. En muchos países desarrollados, la tercera edad comienza a los 65 años, en parte por coincidir con la edad de jubilación.
En ese sentido, las familias cumplen un papel fundamental en el acompañamiento y cuidado de los mayores, pero el envejecimiento activo y saludable es una responsabilidad compartida entre individuos, comunidades y gobiernos.
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Principales cambios en esta etapa
Contexto: Envejecer no debe ser sinónimo de exclusión, enfermedad o dependencia. Con los cuidados adecuados, apoyo emocional y respeto, las personas adultas mayores pueden continuar llevando una vida plena, activa y feliz. Entender sus necesidades es el primer paso para construir una sociedad más inclusiva y humana para todos. El envejecimiento trae consigo cambios físicos, cognitivos, emocionales y sociales. Entre los más comunes se encuentran:
- Disminución de la masa muscular y ósea
- Reducción de la agudeza visual y auditiva
- Mayor riesgo de enfermedades crónicas
- Cambios en la memoria y en la velocidad de procesamiento mental
- Pérdida de vínculos sociales
Por otro lado, el bienestar de una persona adulta mayor no depende solo de su estado físico, sino también de factores emocionales, sociales y psicológicos. Estos son algunos cuidados clave:
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- Salud física
- Controles médicos periódicos
- Dieta equilibrada y adecuada a su condición
- Actividad física regular (caminatas, yoga, ejercicios de bajo impacto)
- Medicación controlada y supervisada
- Salud mental y emocional
- Estimulación cognitiva (lectura, juegos, pasatiempos)
- Espacios de socialización y pertenencia
- Atención psicológica si es necesario (especialmente en casos de depresión o duelo)
- Entorno seguro
- Adaptación del hogar para prevenir caídas (barras de apoyo, buena iluminación, alfombras seguras)
- Acceso a asistencia en caso de emergencia
- Respeto y autonomía
- Promover su independencia en la medida de lo posible
- Tomarlos en cuenta en la toma de decisiones que afectan su vida
- Evitar cualquier forma de maltrato o discriminación por edad
¿Con qué frecuencia deben bañarse los adultos mayores?
El cuidado de la higiene y el aseo personal es más que una rutina diaria: es un acto de salud, autoestima y respeto. Si bien todas las etapas de la vida requieren hábitos de limpieza, la vejez demanda atenciones específicas; en el caso de los adultos mayores hablar de su higiene no es solo una cuestión personal, sino también una responsabilidad social y de salud pública.
A diferencia de los adultos jóvenes, los mayores de 60 años no necesitan bañarse todos los días. De hecho, hacerlo con demasiada frecuencia puede ser contraproducente. Expertos señalan que entre dos a tres baños semanales suelen ser suficientes para mantener una adecuada higiene, especialmente en personas con piel sensible o seca.
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El envejecimiento reduce la producción natural de grasa en la piel, volviéndola más fina, frágil y propensa a la irritación. Un exceso de baños puede causar comezón, descamación y hasta microlesiones que aumentan el riesgo de infecciones. No obstante, hay excepciones. En casos de incontinencia urinaria, sudoración excesiva, enfermedades de la piel o exposición a temperaturas elevadas, puede requerirse una rutina más frecuente, siempre bajo supervisión médica.
Esta práctica ayuda a prevenir malos olores, infecciones por hongos o bacterias, y promueve una sensación de frescura y bienestar. También es una manera de mantener la dignidad del adulto mayor, especialmente en situaciones de movilidad reducida.
El envejecimiento debe ser acompañado con políticas y acciones que garanticen una vida saludable y respetuosa. En este camino, el cuidado de la higiene personal es una pieza clave. Entender sus particularidades en la vejez es fundamental para ofrecer a nuestros adultos mayores una vida con calidad, salud y dignidad.
AJA
