La imposición de aranceles por parte de Estados Unidos a las exportaciones mexicanas, incluyendo un gravamen del 25% de manera general y un contundente 45% al sector siderúrgico, ha generado una ola de preocupación y análisis sobre las posibles respuestas de México. Ante este escenario que sin duda acarrearía repercusiones económicas significativas para ambas naciones, la pregunta sobre si México podría "revirar la medida" cobra especial relevancia.
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En este contexto, han surgido diversas estrategias que México podría implementar como represalia, tal como lo sugirió inicialmente la presidenta Claudia Sheinbaum. Una de las líneas de acción más discutidas se centra en imponer aranceles de represalia en sectores estratégicos de Estados Unidos, con un enfoque particular en productos provenientes de estados que jugaron un papel crucial en la victoria electoral de Donald Trump, de acuerdo con un análisis de Sofía González Torres, ex diputada federal por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM).
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Sector agrícola
Dentro del sector agrícola, México, siendo un importante socio comercial de Estados Unidos, podría dirigir sus medidas contra productos emblemáticos de estados clave. Por ejemplo, el maíz y la soya provenientes de Iowa, Illinois, Indiana, Minnesota y Nebraska podrían ser objeto de aranceles. México es el mayor importador de maíz estadounidense, con compras anuales superiores a 17 millones de toneladas, por lo que un arancel afectaría directamente a los agricultores del "Cinturón del Maíz", una región con fuerte apoyo republicano. Aunque la aplicación de medidas contra el maíz transgénico en México se pospuso recientemente, la posibilidad de un arancel al maíz amarillo importado podría ser reconsiderada.
De manera similar, la carne de cerdo y res originaria de Iowa, Carolina del Norte, Texas, Kansas y Nebraska también se encuentran en la mira. México es el principal comprador de carne de cerdo estadounidense, y un arancel tendría un impacto considerable en la industria porcícola de Iowa y Carolina del Norte, estados electoralmente significativos. En este sentido, se ha sugerido la posibilidad de incentivar la compra de carne de Brasil o Argentina, una estrategia que coincide con la postura de la CONCAMIN sobre la necesidad de diversificar mercados.
Otros productos agrícolas bajo la lupa incluyen lácteos y queso de Wisconsin, Pensilvania y Michigan, estados también considerados decisivos en elecciones presidenciales. Un arancel a productos como el queso Cheddar y la mozzarella importados podría generar presión política en estas regiones. Incluso el vino y las almendras de California, aunque este último sea un bastión demócrata pero con agricultores en el Valle Central que apoyan a Trump, podrían ser objeto de tarifas.
Industria automotriz
Más allá del sector primario, la industria automotriz también figura como un objetivo potencial. México importa vehículos y autopartes de marcas como Ford, GM y Tesla fabricados en estados clave como Michigan y Ohio, que dependen significativamente de este sector. La imposición de un arancel a autos ensamblados en EE.UU. se ha planteado como una forma de presionar a los sindicatos automotrices.
Sin embargo, tanto el CCE como la CANACERO han advertido sobre el impacto negativo significativo que los aranceles podrían tener en la economía mexicana, afectando la competitividad de las empresas y poniendo en riesgo empleos en sectores clave. La CANACERO específicamente ha señalado que los aranceles estadounidenses al acero y aluminio afectan aproximadamente al 75% de las exportaciones mexicanas de acero hacia EU, valoradas en alrededor de 2,100 millones de dólares anuales, instando al gobierno mexicano a responder con acciones equivalentes.
El sector de tecnología y maquinaria también podría ser alcanzado por las represalias mexicanas. Computadoras y chips de California, Texas y Washington, así como maquinaria agrícola de Illinois, Iowa, Kansas y Nebraska, son importaciones importantes desde Estados Unidos. Un arancel del 10-15% a chips de empresas como Intel (California) y Texas Instruments (Texas), o un arancel del 10% a maquinaria agrícola de marcas como John Deere (Illinois) y Caterpillar (Illinois), podría ejercer presión en estos sectores.
Sector energético
Finalmente, el sector de energía también se considera, aunque con cautela dada la alta dependencia de México del gas natural estadounidense, del cual importa más del 70%. No obstante, se ha mencionado la posibilidad de imponer un arancel del 10-15% al gas natural licuado (GNL) de Texas y Luisiana, así como un impuesto especial a la importación de gasolina refinada de EE.UU., buscando presionar a refinerías como las de Houston.
La ANIERM ha destacado que los aranceles interrumpen las cadenas de suministro integradas entre México y Estados Unidos, lo que podría generar aumentos en los costos de producción y, en consecuencia, en los precios al consumidor. La asociación ha llamado a fortalecer el diálogo bilateral para evitar una escalada en las tensiones.
La AMCHAM también ha expresado su preocupación, señalando que los aranceles no resolverán problemas como la inseguridad o la migración, y ha instado a encontrar una "solución constructiva" dentro del marco del T-MEC, cuyo espíritu de libre comercio se vería contraviniendo por estas medidas arancelarias. La imposición de aranceles de esta magnitud podría desencadenar disputas comerciales y legales en el marco del tratado.
Los desafíos en EU
Si bien México podría experimentar un impacto más inmediato y severo debido a su alta dependencia del mercado estadounidense para sus exportaciones, Estados Unidos también enfrentaría desafíos significativos, como el aumento de costos para consumidores y empresas, y posibles disrupciones en cadenas de suministro críticas. En noviembre de 2024, México exportó bienes por un valor de 42,072 millones de dólares e importó 20,165 millones de dólares, generando un superávit comercial para México de 21,906 millones de dólares. La aplicación de un arancel del 25% podría reducir las exportaciones mexicanas en un 12% si se mantiene durante un año, afectando negativamente al PIB de México.
La decisión final sobre las represalias mexicanas aún está por definirse, pero las opciones sobre la mesa demuestran una estrategia potencial para ejercer presión económica y política en estados clave de Estados Unidos, buscando una negociación más equitativa y la reconsideración de los aranceles impuestos. La comunidad empresarial y los analistas políticos observan con atención los próximos movimientos de ambos gobiernos, conscientes de que una escalada comercial podría tener consecuencias negativas para la economía regional en su conjunto.