La agresión a Fátima, una alumna de la secundaria 236 en Iztapalapa, puso en la discusión el problema del acoso escolar, sin embargo, datos oficiales demuestran que las agresiones a menores de edad no son la excepción, sino que ocurren a menudo y van en aumento.
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De acuerdo con los registros de lesiones 2010-2023 publicados por la Secretaría de Salud y compilados por la Red por los derechos de la infancia en México, en ese último año se registraron 943 agresiones en escuelas a menores de entre 1 y 17 años, un aumento de 69% respecto a 2022, en que ocurrieron 557.
Juan Martín Rodríguez, quien fue director ejecutivo de Redim y coordinador de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, considera que la agresión a Fátima y los casos que se presentan a diario en las escuelas son síntomas de un hecho normalizado, aunque grave y dramático, la violencia en México.
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Tras 15 años de hechos de sangre, más de 200 mil homicidios al año, miles de personas desaparecidas, siete homicidios de menores de edad cada día, es paradójico que la ciudadanía se asombre de adolescentes y niños reproduzcan la violencia en sus entornos, señala.
“Creo que tendríamos que abrir esta conversación. Tenemos la obligación adulta, empezando por las autoridades, de no normalizar la violencia y no justificarla o negar la realidad, como le encanta hacer al secretario de Educación, negando los hechos”, señala Ramírez.
Adolescentes vulnerables
De acuerdo con las cifras de la Secretaría de Salud, los adolescentes son especialmente vulnerables a las agresiones o bullying en la escuela.
En 2023, dos de cada tres afectados eran adolescentes de entre 12 y 17 años (67.6%), mientras la edad de una de cada cuatro víctimas oscilaba entre 6 y 11 años y una de cada 26 eran niñas y niños de uno a 5 años (3.9%).
La razón para que los adolescentes sean los más afectados por agresiones en las escuelas es que en esa edad tanto mujeres como hombres están haciéndose autónomos.
“Entonces viene el disciplinamiento, para que no usen falda corta, para que obedezcan y ahí es donde se dan muchos de los casos de violencia, incluso que conocemos en el noviazgo o incluso también violaciones, como una forma de castigo”.
El especialista llama a recordar que el acoso escolar forma parte de una cultura machista en la que los agresores se reafirman como fuertes ante su familia y su grupo de pertenencia.
La organización Reinserta pidió a distintos actores sociales y políticos a evitar la criminalización de adolescentes en conflicto con la ley, y en su lugar, priorizar la prevención, el acompañamiento y la reinserción social, con un enfoque basado en derechos humanos y el debido proceso.
Para ello, dijo, es fundamental reforzar los programas de salud mental en las escuelas, brindando herramientas para afrontar las adversidades que enfrentan y promoviendo espacios de respeto y bienestar emocional.
Además, “atender la normalización de la violencia en la infancia y la juventud la cual está influida por el acceso desregulado a la tecnología, la exposición a contextos de violencia y la trasmisión intergeneracional de patrones agresivos.
“Es crucial integrar programas de educación sexual y prevención de la violencia en el ámbito escolar, así como fortalecer la coordinación entre el Sistema DIF y otras instancias a nivel federal, estatal y municipal para una respuesta efectiva ante situaciones de riesgo”, indicó.
Abrir los ojos, camino a la solución
Los casos de acoso subrayan que los menores están lanzando un grito de auxilio, señala Juan Martín Rodríguez.
“Obviamente que están reproduciendo con su entorno y el mundo adulto suele rápido y fácil convertirlos en niños malos, familias irresponsables sin asumir que están solamente reproduciendo la dinámica social”.
Ante las evidencias de que estos problemas van en aumento es indispensable reconocer los efectos que tiene el ambiente de violencia que se vive en el país y adoptar medidas para construir la paz desde las escuelas.
“Esto obviamente desafía, primero, a las autoridades educativas, también por supuesto a las familias, pero un elemento clave de las últimas recomendaciones que se le han hecho al Estado mexicano, es que se tiene que involucrar niños y niñas en procesos participativos para que ellos sean partícipes también de las soluciones”.