“¡Solicito gestantes! entre 18 y 36 años. Mínimo tengan un hijo propio. Soltera o unión libre. Ofrezco 200 mil a 250 mil pesos. Hasta 420 mil si es gemelar”, dice un letrero en uno de los varios grupos de Facebook que existen, donde decenas de mujeres se muestran dispuestas a gestar por encargo.
Fernanda ya pasó por ese proceso. Tiene 25 años, es madre soltera y vive con su hijo de cuatro años en el Estado de México. Hace un año tomó la decisión de gestar en su vientre al hijo de otra pareja. Aunque la compensación de 430 mil pesos que obtuvo le permite tener un fondo para emergencias para su hijo, ella admite que no lo hizo por impulso ni por desesperación, sino por curiosidad, empatía y una oportunidad de respaldo económico.
“Yo siempre tuve curiosidad por este tema. Pensaba que solo se hacía en Estados Unidos o en países de primer mundo, hasta que investigué y supe que aquí también existen agencias que lo gestionan”, cuenta Fernanda en entrevista con La Silla Rota.
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Primero conoció el proceso al ofrecerse como gestante: “Lo que me motivó fue ver de cerca cuánto puede desear alguien ser padre o madre. Hay personas que por razones médicas no pueden, y también hay parejas del mismo sexo que buscan una alternativa. Para mí fue una manera de ayudar”, dice.
La agencia que hizo el contacto entre Fernanda y los padres del bebé que se gestó en su vientre se encargó de los trámites y también una serie de atenciones como estudios físicos y psicológicos.
“No en todas las agencias te hacen estos estudios y siento que sí deberían hacerlos. Al menos no me refiero más al psicológico, no en todas las hacen y siento que sí este tendrían que ser obligatorio para todas las agencias este hacer esto, ya que he visto bastantes videos también de otras chicas que igual fueron gestantes como yo y que no tuvieron como una experiencia, digamos, a lo mejor buena”.
Lagunas legales
En su informe “Gestación Subrogada en México: Resultados de una mala regulación”, la organización Grupo de Información en Reproducción Elegida documenta que sólo dos entidades federativas permiten expresamente contratos de gestación subrogada: Tabasco y Sinaloa. Añade que existe “ausencia de regulación federal en materia de reproducción asistida” lo que genera “inseguridad jurídica” para las partes involucradas.
En México ni siquiera se registran cifras oficiales confiables de cuántos procedimientos de subrogación se hacen al año, cuántas gestantes participan o cuánto reciben, lo cual es otro problema señalado por GIRE.
Pero es un mercado cada vez más grande en Facebook hay grupos públicos como “Gestación Subrogada México”, “Madre subrogada, vientre en alquiler sólo madres mexicanas” o “Gestación Subrogada CDMX y Estado” donde se ofrecen contratos de subrogación, con mensajes de reclutamiento de mujeres gestantes:
“Compensación 300 mil. Embarazo gemelar 420 mil. Más 15 mil de colocación de embriones. Más 25 mil de ropa de maternidad. Más compensación de cesárea aproximadamente 37 mil.”
Un embarazo ajeno por contrato
Fernanda fue seleccionada por una agencia mexicana para gestar a un bebé de una pareja estadounidense afroamericana. Pasó por exámenes médicos, psicológicos y socioeconómicos antes de ser considerada apta. “No cualquiera puede ser gestante”, explica.
La compensación económica fue pagada mensualmente durante el embarazo. “Lo vi como un ganar-ganar. Me permitió tener un colchoncito sin dejar de cuidar a mi hijo. No era algo que pudiera hacer trabajando fuera de casa, no juntaría esa cantidad”, dice.
Durante todo el proceso recibió acompañamiento médico, nutricional y psicológico. “Te hacen papanicolau, cultivos, estudios de sangre, ultrasonido… y te evalúan psicológicamente. Eso debería ser obligatorio en todas las agencias, porque hay mujeres que no saben en lo que se están metiendo”, advierte.
El parto fue por cesárea, en un hospital privado. Los padres del bebé estuvieron presentes. “Me preguntaron si quería conocer al bebé, y acepté. Lo vi unos segundos. No fue doloroso. Yo siempre estuve consciente de mi papel”, recuerda.
Después, la pareja le pidió amamantar al bebé por un mes. “Me dieron todo: extractor, hielera, bolsas, todo. Me dieron una compensación extra, pero más que eso, sentí bonito poder ayudarles en ese primer mes”.
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Fernanda insiste en que el vínculo con el bebé fue distinto al que tuvo con su propio hijo. “Claro que le agarras cariño, sientes ternura, te patea, reacciona a tu voz. Pero es diferente. Es el cariño de cuidar algo que sabes que no es tuyo, pero que alguien más espera con todo el corazón.”
Su hijo, entonces de tres años, nunca supo que su madre estaba embarazada. “Él no se dio cuenta. En casa decidimos no hablar del tema para no confundirlo. Mi familia me apoyó mucho, aunque al principio tuvieron miedo. No es un tema del que se hable abiertamente”, explica.
“Las agencias te ayudan con todo el tema legal y firmas contratos, pero en realidad no hay una ley clara. No es legal ni ilegal, simplemente se hace. Por eso hay tantos casos y muchas mujeres que son engañadas”, señala Fernanda.
En su caso, dice, la agencia garantizó acompañamiento jurídico. “Yo conocí historias de mujeres que lo hicieron por trato directo, sin agencia, y que después fueron abandonadas o incluso les dejaron al bebé. Por eso siempre digo que hay que hacerlo informada y protegida.”
Fernanda comparte su experiencia en redes sociales para informar a otras mujeres interesadas. “No promuevo que todas lo hagan, pero sí que se informen. Esto está pasando en México y nadie lo dice. Hay mucha desinformación y muchos riesgos.”
Aunque no sabe si lo volvería a hacer, mientras lo decide, ahora dona también sus óvulos.
“Yo no me arrepiento. Sé que ayudé a alguien a cumplir su sueño y también ayudé a mi hijo y a mí a estar más tranquilos. Pero esto no es para todas. Se necesita fuerza, claridad y acompañamiento psicológico. Porque no se trata solo de tener un bebé, sino de entender que ese bebé no es tuyo.”
“No es venta, es donación”
Después de haber sido gestante, Fernanda conoció otro rostro del mismo mercado reproductivo: la donación de óvulos. A diferencia del vientre, el proceso es más breve y ocurre dentro de clínicas privadas que operan bajo el argumento de la “donación”, aunque existe una compensación económica por el tiempo, el traslado y los procedimientos médicos.
En México, la legislación no contempla la venta de gametos, pero sí permite su donación. Los reglamentos de la Ley General de Salud establecen que no puede existir una transacción comercial, solo una compensación “por las molestias derivadas del procedimiento”. Sin embargo, en la práctica, las clínicas pagan entre 6 mil y 40 mil pesos por cada ciclo, dependiendo de las características físicas, la edad y los estudios de la donadora.
El proceso comienza con una evaluación médica y psicológica, seguida de una serie de inyecciones hormonales durante unos 10 a 12 días para estimular los ovarios. Luego, mediante una punción, se extraen los óvulos bajo sedación. Es un procedimiento ambulatorio, pero requiere seguimiento médico para evitar complicaciones como el síndrome de hiperestimulación ovárica.
Aunque no existen mecanismos de control sobre los contratos, ni un registro público de clínicas o bancos de óvulos, y tampoco hay garantías sobre el uso posterior del material genético.
“Me dicen que los vendo, pero yo no los vendo, a ver para vender necesitas poner un precio yo no le pongo precio, sí estás recibiendo dinero por algo que solo tú puedes dar, por las molestias y eso. Es algo que se mueve entre la necesidad y la posibilidad.”, yo les digo a las chicas que se cuiden porque donar también es un proceso en el que tienes que cuidarte, escuchar a tu cuerpo, no lo puedes hacer cada mes, debes descansar.
En ese espacio ambiguo —donde la ley calla y el cuerpo habla—, las mujeres como Fernanda cargan con la paradoja de ser al mismo tiempo origen y medio, vida y contrato.
México no prohíbe, pero tampoco protege. Las historias que nacen de ese silencio legal se multiplican, en consultorios discretos, en anuncios que prometen estabilidad a cambio de fragmentar el cuerpo.
Fernanda menciona que uno de los comentarios más comunes y estigmatizantes que recibe se sostienen en la creencia de que las donantes van a tener "hijos regados por ahí".
Ella corrige esa percepción al referir que es una decisión personal que también busca ayudar a otras personas.
El vacío legal en México
La gestación por sustitución en México se mantiene en un vacío legal que deja en situación de vulnerabilidad a las mujeres gestantes y a las familias involucradas, advirtió Verónica Esparza, coordinadora de Investigación del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE).
En entrevista, explicó que esta práctica plantea cuestiones “particularmente complejas” que aún no se han resuelto ni a nivel nacional ni internacional.
Esparza precisó que solo Tabasco y Sinaloa han regulado la práctica para permitirla, mientras que en el resto del país “permanece desregulada”. En contraste, Querétaro y San Luis Potosí la prohíben expresamente al reconocer como madre legal únicamente a la mujer que gesta.
Recordó que Tabasco fue el primer estado en permitir estos acuerdos desde 1997, aunque su legislación resultó deficiente. En 2016 se reformó para incluir nuevas disposiciones ante el incremento de personas extranjeras interesadas, pero esto derivó en restricciones que excluyeron a personas solteras y parejas del mismo sexo. “Esa reforma generó un clima de persecución hacia las gestantes; algunas incluso fueron intimidadas o enfrentaron procesos legales”, explicó.
La coordinadora de Investigación de GIRE destacó que la Suprema Corte revisó la norma en 2021, y que los tribunales han tenido que suplir la ausencia de una legislación integral. “Que no exista regulación no significa que la práctica no ocurra, sino que sucede fuera de la ley, en la clandestinidad, y eso representa un mayor riesgo”, advirtió.
Sobre los riesgos actuales, Esparza consideró que la falta de regulación propicia abusos de agencias y clínicas, inseguridad jurídica y negación de derechos. “Las agencias suelen decir que en México no es ilegal, pero eso no significa que sea seguro o esté bien regulado”, comentó.
Uno de los temas más debatidos, dijo, es el de la compensación económica a las gestantes. Mientras algunos grupos sostienen que solo deberían existir acuerdos altruistas, otros consideran legítimo reconocer el esfuerzo físico y emocional de la gestación. En ese sentido, GIRE sostiene que la compensación “no puede equipararse automáticamente con explotación”, y que prohibirla solo empuja la práctica a la clandestinidad.
Aunque no existen cifras oficiales ni un registro confiable, GIRE ha identificado resoluciones judiciales relacionadas con la gestación por sustitución en al menos 25 estados del país, lo que demuestra la amplitud del fenómeno.
Esparza también subrayó la necesidad de regular las clínicas de reproducción asistida y las agencias intermediarias, ya que actualmente “solo requieren una licencia de funcionamiento de Cofepris”, pero no hay una regulación federal específica sobre sus procedimientos.
“Una regulación no eliminará todos los problemas, pero sí establecería rutas claras para que las mujeres gestantes puedan exigir el cumplimiento de los acuerdos y acceder a la justicia”, afirmó.
Finalmente, consideró urgente que el Congreso de la Unión emita una regulación integral que contemple la gestación por sustitución y la donación de óvulos, también carente de normas. “Durante mucho tiempo se ha evadido la urgencia de tener una regulación integral. La realidad lo hace más que evidente: es necesario garantizar los derechos de todas las partes involucradas”, concluyó.
