El rostro público del movimiento Generación Z, la organización juvenil que ha pasado de los chats digitales a la prominencia nacional en cuatro semanas, no es el de un influencer o el de un líder político formado. Es el de Iván Rejón, un joven identificado como ‘mero perro’ que, hasta hace un mes, dedicaba su vida a trabajar en un call center y a sus estudios intermitentes de Física, Danza y Matemáticas.
“Yo no me considero un líder”, dice en entrevista con La Silla Rota. “Más bien soy una especie de vocero, alguien que puede comunicar y llegar a acuerdos”.
Del call center al activismo digital
Iván pide no revelar su lugar de residencia ni sus apellidos. Se define como un "joven con interés en que México sea un país mejor" y que aspira a "vivir una vida digna".
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Asegura no pertenecer ni haber pertenecido a ningún partido político. Desde hace cuatro años se dedica al servicio al cliente vía telefónica, una actividad, dice, común entre los jóvenes de su ciudad.
“Las oportunidades son limitadas, al menos donde vivo. La mitad de mi generación ha pasado por ahí”.
Sin embargo, reconoce que esa experiencia lo preparó, sin saberlo, para coordinar a miles de personas. “Aprendí organización, estructura, cómo hablar con la gente. Si no hubiera pasado por eso, no podría haber ayudado a organizar el movimiento”.
La “revolución del sombrero de paja”
El símbolo que une a los integrantes de Generación Z no viene de un manifiesto político ni de una consigna de campaña, sino de un anime japonés. La bandera, una calavera con un sombrero de paja, pertenece a One Piece, una serie centrada en un grupo de piratas que desafía al poder establecido.
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“Los que hemos visto One Piece entendemos su mensaje disruptivo”, explica Iván. “Va en contra de las narrativas oficialistas, del status quo. Por eso la tomamos, porque representa a una generación que no quiere seguir las reglas impuestas”.
El emblema surgió originalmente en países como Nepal, Madagascar y Filipinas, donde jóvenes inconformes lo adoptaron como símbolo de resistencia frente a gobiernos autoritarios.
En México, el movimiento comenzó en Discord, una plataforma usada por gamers que permite crear comunidades privadas, con canales temáticos y transmisiones en vivo.
“No surgió en Twitter ni en TikTok, aunque ahí se volvió viral”, aclara Iván. “Discord nos permite mantenernos anónimos, seguros, pero también organizados”.
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En ese anonimato se tejió una red de jóvenes entre 18 y 35 años, estudiantes, trabajadores, desempleados y artistas que buscan participar en la vida pública sin ser cooptados por partidos o figuras políticas. “Queremos representarnos a nosotros mismos”, dice. “No estar en contra de un color, sino de los actores que usan la política para su beneficio”.
Un movimiento que los sobrepasó
El propio Iván parece todavía estar asimilando lo que ayudó a detonar. “Llegó más lejos, más rápido de lo que creíamos. Pasamos de ser 40 personas a 6 mil en cuatro semanas. Organizar eso no es tan sencillo”, confiesa.
En pocos días, el hashtag #GeneraciónZMéxico comenzó a circular por todo tipo de espacios digitales, desde grupos juveniles apartidistas hasta cuentas de políticos de oposición. Esa apropiación mediática encendió las alarmas dentro de Discord.
De pronto, los jóvenes que discutían en un servidor sobre la violencia política o la frustración social se vieron señalados en redes como un supuesto brazo digital de la derecha. “Fue un torbellino de desinformación”, recuerda Iván. “Nos encontramos en medio de dos pistolas que estaban apuntando a matar y nos tocó estar en medio”.
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Una identidad en construcción: “Contra los actores, no contra los partidos”
Una de las mayores confusiones que rodea al movimiento es su posición política. Rejón es enfático al deslindar al grupo de cualquier filiación partidista, un esfuerzo constante debido a los intentos de cooptación que detectaron desde el inicio.
Si bien reconoce que hubo una etapa inicial con posibles intereses partidistas de fondo, ligados incluso a figuras de oposición como el PRI o el PAN, la comunidad que se consolidó en Discord logró "deslindarse públicamente de cualquier partido político".
Su verdadera oposición, dice, no está dirigida a un color, sino a "esos actores que tienen intereses concretos" en dañar al país y que usan la política para beneficiarse, sin importar su afiliación. La causa más concreta que agrupa al movimiento, por el momento, es la lucha "en contra de la violencia política".
Aunque el movimiento no ha convocado marchas, sus miembros se están sumando a protestas ciudadanas como las del 8 y 15 de noviembre, con la esperanza de que, una vez que pase el furor de las movilizaciones, se defina si la "comunidad apartidista" lograda en el espacio digital tiene la solidez para perdurar.
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