Un día como hoy, 9 de agosto, pero de 1855, Antonio López de Santa Anna, uno de los personajes más controvertidos en la historia de México, abandonó la Ciudad de México en la madrugada, huyendo hacia Veracruz, donde renunció por última vez a la presidencia. Este evento marcó el final de su tumultuosa carrera política, caracterizada por múltiples regresos y renuncias al poder, que dejaron una huella indeleble en la historia del país.
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Santa Anna, nacido en Xalapa, Veracruz, en 1794, es conocido por haber ocupado la presidencia de México en varias ocasiones. Mientras que la mayoría de los textos históricos afirman que fue presidente 11 veces, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México sostiene que en realidad solo fueron seis. Sin embargo, este caudillo se instauró como dictador vitalicio en uno de sus mandatos, autodenominándose "Alteza Serenísima", lo que demuestra la envergadura de su ambición y egocentrismo.
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A lo largo de su carrera, Santa Anna fue conocido por su constante cambio de posturas políticas, moviéndose entre el realismo, la monarquía, el republicanismo, el federalismo, el liberalismo y el conservadurismo, dependiendo de lo que le convenía en cada momento. Este comportamiento le valió la reputación de ser un líder ambiguo e hipócrita, siempre dispuesto a cambiar de bando según soplara el viento político.
Durante los primeros años de la independencia de México, Santa Anna desempeñó roles clave, ascendiendo en la escala militar gracias a una serie de circunstancias fortuitas y a su habilidad para aprovechar las oportunidades. En 1828, tras la convocatoria a elecciones, Santa Anna protagonizó uno de los primeros actos de rebelión en la naciente república al exigir la sustitución del presidente electo, Manuel Gómez Pedraza, en favor de Vicente Guerrero, su aliado político. Este acto inauguró un largo periodo de guerras civiles en México, que contribuirían a la inestabilidad crónica del país.
El conflicto con Francia y la Guerra de los Pasteles
Uno de los episodios más peculiares de la historia de Santa Anna es la llamada "Guerra de los Pasteles" en 1838. Este conflicto surgió cuando un grupo de comerciantes franceses en México, encabezado por un restaurantero llamado Remontel, exigió una indemnización al gobierno mexicano por daños a su negocio durante disturbios en la Ciudad de México. Según la leyenda, entre las reclamaciones se incluía una deuda por pasteles no pagados por oficiales mexicanos, lo que llevó a Francia a amenazar con invadir México si no se cumplían sus demandas. Aunque el conflicto tenía causas más profundas, este episodio es un ejemplo de cómo las tensiones internacionales se mezclaron con las controversias internas bajo el mandato de Santa Anna.
Santa Anna y la pérdida de Texas
Otra de las etapas más críticas del gobierno de Santa Anna fue la pérdida de Texas. En 1843, mientras Estados Unidos planteaba la incorporación de Texas, Santa Anna intentó distanciarse del conflicto político, utilizando la muerte de su esposa como pretexto para retirarse temporalmente del cargo. Sin embargo, apenas 40 días después de la muerte de su esposa, Santa Anna se casó nuevamente, lo que provocó un escándalo que minó aún más su ya debilitada reputación.
Finalmente, en 1855, Santa Anna renunció a la presidencia por última vez, retirándose de la vida pública. Regresó a México en 1874, ya anciano y olvidado por sus compatriotas. Murió dos años después, en 1876, en la Ciudad de México, en lo que hoy es la calle Bolívar número 14. Su legado es uno de los más controvertidos en la historia de México, marcado por la pérdida de vastos territorios y la perpetuación de conflictos internos que moldearon el destino del país durante gran parte del siglo XIX.