Los cárteles de la droga cada vez se infiltran más en las escuelas para utilizar a niños como vendedores de sustancias ilegales, advirtió el antropólogo Claudio Lomnitz, integrante del Colegio Nacional. Al impartir la conferencia “Adicción y traición” el especialista destacó la conversión de las escuelas en mercados de droga donde sustancias como el cristal se comercializa junto a productos comunes como cacahuates y pepitas.
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Como parte del ciclo “Teología política del crimen organizado”, impartida en el aula mayor del Colegio Nacional el catedrático subrayó que la promoción de la drogadicción dentro de México está estrechamente relacionada con el control territorial ejercido por grupos del crimen organizado.
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Según el académico, los barrios y pandillas juveniles, a través del consumo de drogas y el narcomenudeo, se transforman en mercados cautivos para estos grupos delictivos.
"Las redes territorializadas de jóvenes, conocidas como barrios, también están presentes en muchas escuelas secundarias, por lo que los cárteles han buscado insinuarse en ellas como espacios para la comercialización de droga", explicó Lomnitz.
Niños son usados para regarla y vender drogas en secundarias
Añadió que los cárteles emplean a niños como vendedores eventuales y a miembros de bandas como menudistas, contando usualmente con la protección de la policía municipal o de otros funcionarios aliados.
Lomnitz resaltó que la escuela es una "unidad social clave" para analizar el fenómeno de la adicción y sus implicaciones en la formación de sujetos sociales. En muchos pueblos y ciudades, los barrios juveniles se consolidan o incluso se forman en las escuelas, debido a la concentración de jóvenes de áreas aledañas que se vuelven rivales dentro de las instituciones educativas.
El antropólogo citó el testimonio de un empleado de un centro de rehabilitación de drogadictos en Zacatecas, quien relató cómo los grupos criminales utilizan a niños para introducir drogas en las escuelas. Dos niños de 12 años, por ejemplo, estaban encargados de distribuir cristal en preparatorias, regalando la droga inicialmente para crear adicción y posteriormente venderla a los consumidores. Estos menores, según el testimonio, sufrían alucinaciones y delirios de persecución cuando ingresaron al centro de rehabilitación.
¿Cómo usan los cáteles de la droga a niños en secundaria?
El informante reveló que los niños infiltrados en las escuelas recibían un pago mensual de 5,000 pesos, además de una cuota diaria de ventas que debían cumplir. La estrategia de los cárteles, iniciada por los Zetas alrededor de 2008, ha continuado hasta la fecha, creando numerosos adictos en poco tiempo debido a la fuerte adicción que generan estas sustancias.
Lomnitz destacó que los directivos de las escuelas no sospechaban de los niños bien vestidos y aseados que ingresaban a las instituciones, permitiendo así la distribución de drogas sin mayores obstáculos. Esta situación ha sido confirmada por ONGs en Zacatecas, quienes han denunciado el incremento de la venta de drogas en las secundarias.
El número de adictos en Zacatecas se ha disparado desde 2015, y la situación se agravó durante la pandemia de COVID-19. Los centros de rehabilitación, inicialmente destinados a mujeres con problemas de alcoholismo o adicción a inhalantes, han visto un aumento exponencial de personas, incluyendo niños de tan solo 10 años, adictos a drogas como el cristal.
Lomnitz concluyó que la imagen de México como productor de drogas para el mercado estadounidense ya no es sostenible. La adicción se ha convertido en un problema interno, afectando tanto a comunidades y familias como a los propios cárteles.
El consumo de metanfetaminas, por ejemplo, aumentó 218 por ciento entre 2017 y 2022, y el número de pacientes en tratamiento por adicción a estas sustancias superó al de alcoholismo en 2023.
El desarrollo de un mercado interno de drogas, explicó Lomnitz, está indisolublemente ligado al control territorial que buscan los cárteles para construir hegemonía. Sin embargo, la adhesión de los adictos a estos grupos no puede considerarse consensual, ya que son utilizados como chivos expiatorios y sacrificados rutinariamente.