Un día como hoy, pero de hace 110 años, José Victoriano Huerta Márquez renuncia a la Presidencia de México después del triunfo Constitucionalista. El general del ejército federal, encabezó el golpe militar que derrocó y asesinó al presidente Francisco I. Madero.
Huerta fue uno de los generales más destacados del ejército federal porfirista. Mediante una maniobra legal usurpó la presidencia de la República del 19 de febrero de 1913 al 15 de julio de 1914 como resultado un golpe de Estado conocido como la Decena Trágica.
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Su mandato fue breve, apenas duró 17 meses, aunque dejó una huella significativa en el país debido a que estableció una sangrienta dictadura militar. En su breve tiempo como presidente Victoriano Huerta apodado “El Chacal” o “El Usurpador” enfrentó numerosos desafíos, como fueron la falta de legitimidad de su gobierno, lo que exacerbó las divisiones en la sociedad, situación que provocó el descontento dentro y fuera del país y que orilló a Venustiano Carranza a desconocer su presidencia y promover la creación del ahora Ejército Mexicano.
La usurpación del poder
Victoriano Huerta comenzó su carrera militar durante la presidencia de Porfirio Díaz y, durante el gobierno democráticamente electo de Francisco I. Madero, logró ascender a general en la primera fase de la Revolución mexicana. En febrero de 1913, dirigió una conspiración contra Madero, quien le encargó la defensa de la Ciudad de México durante una insurrección iniciada por los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz conocida como la Decena Trágica, donde tras varios días de combate dentro de la urbe, tanto Madero como su vicepresidente, José María Pino Suárez, fueron depuestos, arrestados y posteriormente asesinados.
Tras la muerte de Madero, el 26 de marzo de 1913 Venustiano Carranza proclamó el Plan de Guadalupe e inició la organización de sus tropas para hacer frente al Ejército federal y derrocar a Huerta, con el compromiso de que una vez que su Ejército entrara a la Ciudad de México, convocaría a elecciones.
Carranza inició su camino hacia la Ciudad de México, y con ello una serie de contiendas contra las fuerzas huertistas: Francisco Villa, al mando de la División del Norte, ocupó Chihuahua y Durango; y Álvaro Obregón, al mando del Ejército del Noroeste, triunfó en Sonora, Sinaloa y Jalisco. También triunfaron en Zacatecas, donde se libró la última contienda de la Revolución Constitucionalista.
Tras las derrotas acumuladas, el general Huerta tampoco logró el reconocimiento del gobierno de Estados Unidos, incluso tuvo que enfrentar la invasión de aquella Nación al puerto de Veracruz, por lo que su gobierno se vio debilitado.
El triunfo del Constitucionalismo se logró el 15 de julio de 1914, cuando el Congreso de la Unión aceptó la renuncia de Victoriano Huerta. En su lugar quedó Francisco Carbajal, entonces secretario de Relaciones Exteriores, quien negoció la rendición y disolución del Ejército federal, así como la entrada de los constitucionalistas a la capital.
Huerta se embarcó en Puerto México (hoy Coatzacoalcos) junto con Aureliano Blanquet, su exsecretario de Guerra y Marina, para embarcarse rumbo a Europa, y el 13 de agosto, en Saltillo, se firmaron los Tratados de Teoloyucan, que marcaron el triunfo oficial del movimiento constitucionalista.
Exilio y su muerte
Tras su derrota, Huerta se fue al exilio, primero viajando a Kingston, Jamaica, después se dirigió a Reino Unido, llegando al puerto de Bristol en agosto de 1914. Después viajó a España y llegó a los Estados Unidos en abril de 1915.
Tras el inició de la Primera Guerra Mundial, Huerta fue contactado por funcionarios del Imperio Alemán que le ofrecieron apoyo económico para intentar regresar al poder, fue así como en abril de 1915 llegó a Nueva York con su familia, donde logró entrevistarse con el capitán Franz von Rintelen, un oficial naval del espionaje alemán, quien le prometió dinero y armas para intentar un golpe de Estado en México a cambio, el régimen de Huerta debía de comprometerse a iniciar una guerra contra Estados Unidos.
Sin embargo, las actividades del general Huerta fueron monitoriadas por el Servicio Secreto y tras contactar con su antiguo rival Pascual Orozco y reclutarlo para su conspiración, Huerta viajó a El Paso, Texas, para encontrarse con él y varios seguidores con el objetivo de regresar a México e iniciar un levantamiento, pero el 27 de junio de 1915 fue detenido por las autoridades estadounidenses en la estación de tren de Newman, Nuevo México, junto con el propio Orozco, siendo acusado de sedición así como de violar las leyes de neutralidad por conspirar junto con una potencia beligerante.
Huerta quedó encarcelado inicialmente en la prisión militar de Fort Bliss en Texas; tras pagar una fianza, se le permitió salir de la prisión militar y pasar a un arresto domiciliario debido a su muy mal estado de salud, pero al intentar nuevamente entrar en México fue encarcelado otra vez por las autoridades estadounidenses.
Huerta murió a la edad de 63 años en el Hospital Providence de Fort Bliss Condado de El Paso el 13 de enero de 1916, víctima de cirrosis hepática, enfermedades ocasionadas por su conocido hábito de abusar del consumo de bebidas alcohólicas, especialmente el coñac, el general fue enterrado en el cementerio La Concordia, hasta que sus restos fueron inhumados al cementerio Evergreen, en El Paso, Texas.