El 19 de junio de 1867, se marcó un día crucial en la historia de México con el fusilamiento del Archiduque Maximiliano de Habsburgo, quien fue ejecutado junto a los Generales conservadores Miguel Miramón y Tomás Mejía en el Cerro de las Campanas, Querétaro. Este evento significó el fin del Segundo Imperio Mexicano y la reafirmación de la República bajo el liderazgo de los liberales.
ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP. EL PODER DE LA INFORMACIÓN EN LA PALMA DE TU MANO
El Segundo Imperio Mexicano, instaurado en 1864 con el apoyo de Napoleón III y sectores conservadores mexicanos, se vio sumido en conflictos internos y presiones externas. Maximiliano, a pesar de tener la opción de abandonar el país tras el retiro de las tropas francesas, decidió quedarse y resistir con sus seguidores en Querétaro. Este acto de resistencia culminó con su captura por las fuerzas republicanas lideradas por el General Mariano Escobedo, tras un prolongado sitio de dos meses.
Te podría interesar
La ejecución de Maximiliano de Habsburgo y sus Generales consolidó la caída del Segundo Imperio Mexicano y el restablecimiento de la República. Este hecho histórico no solo puso fin a la ocupación francesa, sino que también reafirmó la independencia y la soberanía de México, poniendo fin a una era de intervención extranjera y conflicto interno.
Este día es recordado como un momento decisivo en la historia de México, que selló la lucha por la libertad y la independencia del país, dejando un legado perdurable en la memoria nacional.
El juicio y la sentencia
Maximiliano y sus Generales fueron llevados a juicio en el Gran Teatro de Iturbide, donde, sin derecho a apelaciones y con un interrogatorio que el emperador en su mayoría se negó a contestar, fueron sentenciados a muerte bajo la ley del 25 de enero de 1862. La defensa de Maximiliano fue encabezada por Rafael Martínez, pero sus esfuerzos no cambiaron el veredicto. La sentencia fue vista como un acto necesario para reafirmar la soberanía y el nacionalismo mexicano.
El día de la ejecución
La ejecución de Maximiliano se llevó a cabo temprano en la mañana del 19 de junio. Según relatos, el emperador se mostró sereno y digno hasta el final. Vestido con una levita larga, camisa blanca y pantalón oscuro, asistió a misa y se despidió de sus compañeros de armas. Frente al pelotón de fusilamiento, Maximiliano pronunció sus últimas palabras, expresando su esperanza de que su muerte sellara las desgracias de su "nueva patria" y proclamando "¡Viva México!".
Los últimos momentos
Los tres condenados fueron alineados frente a un muro de adobe. Maximiliano abrazó a Miramón y Mejía antes de tomar su lugar en el centro, pidiendo que le dispararan al pecho y no en la cara. Sus últimas palabras incluían el perdón a sus ejecutores y la solicitud de enviar un reloj y una foto de su esposa Carlota a Europa. Maximiliano, siempre consciente de su imagen y dignidad, entregó una moneda de oro a cada uno de los soldados del pelotón, pidiendo que su sangre fuera derramada por la causa de la independencia mexicana.
Consecuencias y reacciones
La ejecución de Maximiliano causó un gran revuelo tanto a nivel nacional como internacional. Muchas figuras prominentes pidieron clemencia, pero el acto se mantuvo como un símbolo del respeto a la soberanía mexicana y la lucha contra la intervención extranjera. Tras la ejecución, el cuerpo de Maximiliano fue embalsamado y enviado a Austria en la misma fragata Novara que lo había traído a México.