La escritora Gabriela Couturier criticó los protocolos de actuación de la policía capitalina y cuestionó el uso de autoridad, tiempo y recursos de los elementos que deberían de proteger a la ciudadanía, pues, sin dar detalles sobre la demarcación en que se suscitó el incidente, elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) detuvieron a su mamá, de 80 años de edad, por pintar su casa y "poner en peligro" a los transeúntes.
De acuerdo con el testimonio de la autora de "Siempre un destierro" y "Esa otra orfandad", la adulta mayor habría contratado un servicio de pintura para mejorar la fachada de su casa que meses antes había sido ensuciada por los mismos trabajadores de la alcaldía, al realizar obras públicas de rehabilitación de aceras.
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Sin embargo, sin una explicación clara de la infracción que supuestamente se estaba cometiendo, elementos de seguridad subieron a la patrulla a la mujer de 80 años y a su trabajador para "arreglarse" en la "delegación"; una vez ahí, un funcionario público les dijo que la causa de su detención era haber puesto una escalera de 3 metros de ancho sin anunciar el peligro a los peatones con un "cono anaranjado".
"Me pregunto si eso nos da a los ciudadanos el derecho de exigir conitos anaranjados frente (dentro) de cada hoyo, desnivel, rotura, raíz, tubo, saliente o borde en las banquetas".
"En una ciudad y en un país con las características de crimen, de desorden, de peligro, de inseguridad, de ilegalidad como donde vivimos, ¿de verdad es ese el mejor uso del tiempo de la policía? ¿El mejor uso de nuestros recursos, humanos y físicos?", escribió Gabriela Couturier.
Más allá de la denuncia
La novelista Gabriela Couturier hizo hincapié en que, más allá de acusar a una alcaldía en específico o a los policías que actuaron negligentemente contra su mamá, el hecho la había puesto a pensar sobre la forma en que las instituciones se manejan, donde como autoridad no hacen un buen trabajo pero actúan en prejuicio de personas que no representan el verdadero riesgo.
Sobre todo, comparando el caso de la fachada que, al pintarse con una escalera "pone en riesgo a los transeúntes", en una calle donde, cuenta, el gobierno dejó pedazos de concreto esparcidos por todos lados en obras inconclusas que duraron más de tres meses.
"¿Y cuándo empezará a haber consecuencias -alguna consecuencia, la que sea- cuando es la autoridad la que no hace su trabajo, la que lo hace mal o incompleto, la que pone en peligro o incomodidad a los contribuyentes, quienes pagamos por ese trabajo?", dijo.
Aunque no identificó a la alcaldía en la que sucedió el caso por miedo a represalias, la escritora aclaró que la adulta mayor y su trabajador fueron dejados ir "bajo una advertencia", con la indicación de que terminaran de pintar el mismo día.