Esta semana inició la primera fase de la Evaluación Diagnóstica que la Secretaría de Educación Pública (SEP) hará a los niños de México, correspondiente al ciclo escolar 2022-2023, con el objetivo de conocer el nivel de conocimientos en la educación básica. Ante ello, se prevén una serie de desafíos que deberá librar este proceso.
El desafío principal, según dijeron especialistas consultados por La Silla Rota, es que la evaluación toma en cuenta solo una muestra del total de estudiantes que hay en México, frente a la evaluación censal que se hacía antes, por lo tanto, tener un rango certero de comparación sería prácticamente imposible.
En ese sentido, expresaron que no hay criterios claros que puedan comparar la nueva evaluación, que pretende medir –entre otras cosas– el impacto de la pandemia de covid-19 en el aprendizaje.
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El pasado 26 de agosto, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) publicó los lineamientos de esta evaluación, a través del Diario Oficial de la Federación (DOF). En estos se señala que la evaluación del Sistema Educativo Nacional “será integral, continua, colectiva, incluyente, diagnóstica y comunitaria”.
Contará con una etapa de diagnóstico, que se lleva a cabo del 5 al 15 de septiembre y será a nivel nacional. Esta etapa se conforma por la implementación, seguimiento y evaluación.
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Esta evaluación es una propuesta que hace Mejoredu, mecanismo que sustituyó al Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE).
¿Qué se evaluará en esta prueba?
Las principales áreas a evaluar son: Lectura, Matemáticas y Formación Cívica y Ética.
Los referentes para la evaluación se basan en los contenidos del año que antecede a la evaluación, por ejemplo, los alumnos de tercer año serán evaluados con el contenido de segundo año.
Esta evaluación, tal como detalló Andrés Sánchez Moguel, director general de área de Mejoredu, se conforma de reactivos cerrados, opción múltiple y reactivos de respuesta construida (preguntas abiertas).
El director explicó, además, que hay 4 alternativas de aplicación, que fueron acordadas con la SEP:
Los resultados se organizarán en un documento, en donde se brindará información sobre 4 rubros: los contextos en que se dan los procesos de enseñanza y aprendizaje; los aprendizajes que dominan alumnos; aprendizajes que requieren más apoyo; los errores más frecuentes en los aprendizajes, y mapas de atención prioritaria.
¿Cuáles son los desafíos?
Los resultados que deriven de esta evaluación diagnóstica se utilizarán bajo una muestra representativa. Esto generó molestia en organizaciones, como la Red Nacional de Capacitadores en Educación (Renaced), dado que expresan preocupación para que se conozca la situación particular de cada estudiante.
Alma Maldonado, investigadora del Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV), señaló que, estadísticamente, la muestra permite tener una mejor comprensión de la población a quien está destinada.
“La idea es que, ahora sí, tengamos una muestra de estudiantes para saber cómo salen en esta prueba diagnóstica y que podamos saber si efectivamente retrocedieron o no, en términos de los aprendizajes”.
Roberto Rodríguez Gómez, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS-UNAM), señaló que la aplicación muestral permite tener un mejor control de los resultados, además dijo que también este tipo de análisis estadístico ya se había aplicado en otras evaluaciones que hizo antes Planea, quien también hizo evaluaciones generalizadas.
En constraste, el investigador explicó que una aplicación censal requiere un nivel de logística muy distinto al de una muestra, pero en el caso actual señaló que la posibilidad de aplicar una evaluación generalizada “está fuera del alcance presupuestal, de la organización y logística, de Mejoredu”.
Y es que expuso que la falta de recursos a Mejoredu, en comparación con los presupuestos de INEE, impacta en gran medida en las evaluaciones diagnósticas dado que INEE tenía una mayor concentración en recursos humanos y tecnológicos.
“Es verdad que el INEE tenía más recursos, el presupuesto de Mejoredu no llega a la mitad de lo que tenía disponible el Instituto”.
Alma Maldonado recordó que el año pasado se hizo una prueba censal y no muestral, y los resultados se dieron a conocer a nivel estatal. Ante eso, el investigador dijo que espera se den a conocer los resultados a nivel nacional y que no se quede sólo para las autoridades educativas estatales.
¿Quiénes la aplicarán?
Mejoredu se encargará de seleccionar a las escuelas que van a participar en la muestra, pero hasta ahora no se ha publicado cuáles serán. Además un desafío que destacan ambos especialistas a La Silla Rota es que en la actual evaluación la responsabilidad de la aplicación recaerá en los y las docentes.
Serán ellos y ellas quienes realicen una análisis de su grupo y determinen, cuando evalúen, qué pregunta será o no relevante, aunque para la muestra representativa deberán considerar todas las preguntas de la evaluación, tal como explicó Sánchez Moguel.
Para el investigador del IIS-UNAM, esto es una diferencia importante con otras evaluaciones, ya que eso, sumado al componente voluntario, puede limitar que los resultados lleguen a otros espacios.
También puede haber un desafío por la variabilidad de criterios individuales a la hora de analizar los resultados.
Alma Maldonado señaló que el mayor desafío de esta evaluación diagnóstica es saber con qué se contrastarán los resultados ya que los antecedentes del año pasado no fueron los de una muestra, por tanto no son claros frente a qué se compararán.
Ante esto criticó ese vacío de comparación y cuestionó qué tanto servirá el tamaño de la muestra, “¿frente a qué lo vamos a comparar y también [cuál] es el tamaño de la muestra? ¿resulta adecuado para tener un panorama nacional? [...] son dudas pendientes sobre el instrumento y la iniciativa”.
Otro de los desafíos, es que esta prueba intentará medir los aprendizajes de estudiantes bajo un contexto de pandemia. Esto no sólo es relevante sino que determina en gran medida la preocupación de los especialistas, dado que la educación en nuestro país no se vio ajena a los impactos por la emergencia sanitaria que vino a evidenciar las desigualdades en el acceso a la educación.
Y es que los datos apuntan a un aumento en el abandono y deserción escolar agudizados en la pandemia. El Inegi señala que 5.2 millones de niños, niñas y adolescentes, de entre 3 y 29 años, no se inscribieron al ciclo escolar 2020-2021 por motivos económicos y por causas de la covid-19.
De esos 5.2 millones, 3 millones pertenecen a educación básica (de estos 1.3 abandonó la escuela a causa de covid-19 y 1.6 lo hizo por falta de recursos económicos).
Además, 3.6 millones no se inscribieron al ciclo siguiente porque tenían que trabajar.
Antes de la pandemia 30% de menores de 17 años ya se encontraban sin asistir a la escuela, por lo que México ya se posicionaba como uno de los países con las tasas más altas por deserción escolar, de acuerdo a la organización Educación con Rumbo.
“El abandono escolar ha estado muy presente, [...] el cálculo está por 1.5 millones, la autoridad dice 1.3, y de todas maneras es mucha la diferencia, aunque no parezca”.
De acuerdo con cifras de Mejoredu, al inicio del ciclo escolar 2020-2021 estaban matriculados 29.4 millones de estudiantes en preescolar, primaria, secundaria y educación media superior. Con respecto al ciclo anterior, se estima una disminución de 763 mil 299, lo que representó un descenso de 2.5% de la matrícula en este periodo.
Desde el ciclo escolar 2015-2016 ya se observaba un descenso en la matrícula total de educación básica en porcentajes que oscilaron entre 0.3% y 1.3%, y desde el ciclo escolar 2010-2011 existía un descenso en el ritmo de crecimiento [link de los hallazgos de indicadores 2021.
A este panorama se suma la baja calidad educativa que viene arrastrándose desde tiempo atrás de acuerdo a los resultados de otras pruebas aplicadas, por ejemplo, desde la prueba Excale (que se aplicó por primera vez en 2005), también en las pruebas Enlace y en las pruebas de Planea.
Rodríguez Gómez relató que hubo un estancamiento en la educación básica y que eso se recrudeció en la pandemia.
“Es cierto que los docentes se esmeraron en buscar una respuesta, pero es difícil suponer que no haya un deterioro significativo de aprendizajes, independiente de lo que se logre conocer por la evaluación”.
Advirtió que en la evaluación del año anterior volvió a evidenciarse el problema del déficit grave y crónico del acceso y la calidad de la educación, principalmente en localidades indígenas o rurales, porque “son quienes reciben la peor calidad de educación [y] también quienes están en las peores condiciones”, dijo.
Ambos especialistas se mostraron a favor de tener un punto de partida, para conocer la situación de los aprendizajes de estudiantes de educación básica, aunque Rodríguez Gómez enfatizó que una de las cosas que se espera es que los resultados puedan ser de utilidad para diseñar un nuevo plan de estudios:
“Si no toman en cuenta esta evaluación diagnóstica servirá sólo para reiterar algo que ya sabemos”, concluyó.