Los congresos federales y el de la Ciudad de México cerraron el periodo ordinario de sesiones en medio del mismo circo que los ha caracterizado por décadas: unos a golpes y otros con botargas enormes, pero en los dos casos con el mismo apuro por las vacaciones.
En el Congreso Federal metió el acelerador a las reformas a leyes secundarias en materia electoral, proyecto mejor conocido como el “plan B” del presidente Andrés Manuel López Obrador, luego de que se desechara su propuesta de reforma constitucional gracias a los votos en contra del bloque opositor.
Para ello, los senadores tuvieron una sesión maratónica –de 23 horas–, en la que no faltaron los señalamientos entre la oposición y Morena, los vaticinios sobre la salida de un líder morenista y hasta una botarga de dinosaurio.
Te podría interesar
En el Congreso de la Ciudad de México las cosas se fueron al extremo: sí, a los golpes. Pues tras discutir y votar una reforma en materia de protección animal los diputados Jesús Sema (PVEM) y Jorge Gaviño (PRD) se agarraron a patadas y a palabras altisonantes.
Legislar en Jurassic Senado
Fue la senadora Xóchitl Gálvez (PAN), quien subió a la tribuna del Senado de la República vestida con una botarga de un dinosaurio para la discusión del “plan B” de la reforma electoral. La legisladora también traía un letrero en el que se leía “Jurassic Plan” y dijo lo siguiente:
“Ya les dije cómo hay que hacer una elección tramposa. Ya les dije cómo lo hacía el PRI de la antigüedad, cómo lo hacía Manuel Bartlett. Es más, yo le enseñé las mañas a Manuel Bartlett; a robarse los votos, a tirar el sistema”.
Durante las 23 horas de sesión, los senadores desecharon más de 1,400 reservas y solo admitieron 20 –la mayoría de Morena–. La oposición acusó regresión en las reformas hechas a la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales y a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación.
Lo mismo acusaron de la nueva ley que se crearía con este “plan b” de reforma electoral, la Ley General de los Medios de Impugnación en Materia Electoral.
El grado de retroceso con estas reformas fue tal que Morena “borró” el reconocimiento que las leyes mexicanas hacen actualmente a los gobiernos de gestión tradicional indígena, hecho por el que finalmente el senador José Narro presentó una reserva que fue aprobada.
Al respecto, las senadoras Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes reconocieron la enmienda, pero cuestionaron que la reforma enviada por la Cámara de Diputados se haya aprobado con ese faltante.
“A mí me sorprende que las comisiones hayan eliminado cinco, seis, párrafos súper importantes en materia de derechos de los pueblos indígenas, ahí se establecía perfectamente el gobierno indígena, se establecían los sistemas normativos internos, se establecían sus sistemas de autoridad agrarios y yo no entiendo cómo ustedes –y se lo pregunto, senador– pueden tomar una decisión tan contraria”.
El Senado llevó a cabo los procesos legislativos en tiempo y forma, no como lo hizo la Cámara de Diputados cuando votó el “plan B” de la reforma electoral por primera vez, que leyó, analizó, discutió y votó los cambios en solo 3 horas.
Legislar a patadas
Mientras en el Jurassic Senado aprobaban devolver a la ley temas que se legislaron hace unos 5 o 10 años; en el Congreso de la Ciudad de México uno de los pasillos se convirtió en un Doyang, pues el diputado Jesús Sesma (PVEM) lanzó patadas al diputado Jorge Gaviño (PRD).
Todo comenzó cuando terminó la discusión de una nueva Ley de Bienestar Animal que presentaron los diputados locales del Partido Verde Ecologista y que –según lo dijo después Sesma– el PRD apoyaría… pero no lo hizo.
Jesús Sesma le reclamó a Gaviño la falta de apoyo de su bancada a la ley que –según su versión– en un primer momento apoyarían; pero Gaviño le dijo que la reforma era regresiva y por la cercanía física que Sesma ejercía sobre él, terminó dándole un aventón.
Luego de eso, Sesma le lanzó una patada al aire y Gaviño junto con su equipo, se echaron para atrás. “¡Agradece que tienes canas!”, le gritó Sesma a Gaviño.
Aunque fue evidente que los hechos sucedieron en uno de los pasillos del Congreso local, el diputado Jorge Gaviño aseguró que fue Jesús Sesma quien se aproximó a su oficina “para iniciar la confrontación”. Sesma rechazó esa versión.
Un circo de dimes y diretes
La Silla Rota publicó, en noviembre pasado, un reportaje especial en el que enlistó otros varios sucesos de esta índole que han sucedido en el Congreso; los cuales fueron calificados por especialistas como un intento de los legisladores por desviar la atención sobre su trabajo legislativo que –consideraron– suele ser deficiente.
“Tendremos que irnos acostumbrando, porque la ley otorga y garantiza a los legisladores la libertad de expresión, por lo que no pueden ser reconvenidos por sus expresiones en el desempeño de su cargo”, dijo Federico Berrueto, director de Gabinete de Comunicación Estratégica.
Por su parte, Miguel Verde, politólogo y asesor en campañas políticas en temas digitales, consideró que “la clase política incurre en estas actitudes porque la Presidencia de la República ha limitado los espacios públicos a otros actores políticos que no sean el propio presidente”.
Lo que es un hecho es que la misma manera de legislar sucede desde los tiempos en los que el PRI dejó de ser el partido hegemónico, por allá de finales de los 90. No en vano el entonces presidente de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, acuñó una célebre frase en septiembre de 2019:
“Chinguen a su madre, qué manera de legislar”.