Desde su regreso a la presidencia el 20 de enero de 2025, Donald Trump repitió un patrón de declaraciones falsas o inexactas en discursos, entrevistas y conferencias de prensa. Estas abarcaron resultados electorales, cifras de inmigración, asistencia en desastres y hechos históricos.
En enero, durante el Foro Económico Mundial en Davos, Trump dijo que ganó las elecciones de 2024 “por millones de votos” y que ese resultado le otorgó “un mandato masivo”. La Associated Press informó que la diferencia en el voto popular fue de 2.28 millones de sufragios, menor a lo señalado por el presidente.
En el mismo foro, aseguró que ganó el voto joven “por 36 puntos”, aunque los datos de AP VoteCast indicaron que Kamala Harris obtuvo mayoría en el grupo de 18 a 29 años.
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El mandatario también describió de forma incorrecta las políticas hídricas de California. Afirmó que el gobernador Gavin Newsom podía “liberar agua del norte” para combatir incendios en Los Ángeles. Autoridades estatales explicaron que el sur contaba con reservas por encima del promedio y que los problemas con hidrantes derivaron de mantenimiento y sobrecarga.
En relación con el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021, Trump minimizó la violencia y lo calificó como “incidentes muy menores”. Justificó además el indulto a más de 1,500 procesados. Reportes de prensa documentaron agresiones con armas, destrucción de puertas y ventanas, así como la ocupación breve del Senado.
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Exageraciones sobre inmigración y asistencia federal
En una entrevista televisiva, Trump dijo que 21 millones de personas ingresaron ilegalmente a Estados Unidos en los últimos años. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza reportó 10.8 millones de detenciones entre 2021 y 2024, aunque aclaró que muchas correspondieron a detenciones repetidas. El Departamento de Seguridad Nacional estimó en 11 millones la población indocumentada en 2022, con 79% de ingresos previos a 2010.
Durante una visita a Carolina del Norte, Trump aseguró que FEMA terminó la asistencia de vivienda temporal a los afectados por el huracán Helene. La agencia negó esa versión y confirmó que mantenía el programa de Asistencia de Refugio Transitorio con revisiones quincenales de elegibilidad.
Estas declaraciones formaron parte de un discurso en el que Trump impulsó su agenda sobre inmigración y desastres naturales. Incluyó cifras infladas y referencias a programas que seguían activos, lo que generó cuestionamientos sobre la información oficial.
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Tergiversaciones históricas como recurso político
El vicepresidente J.D. Vance también realizó afirmaciones históricas incorrectas. Este mes de agosto de 2025, en una entrevista televisiva, dijo que “todos los conflictos importantes de la humanidad terminaron con algún tipo de negociación” y citó la Segunda Guerra Mundial. Registros históricos muestran que esa guerra concluyó con rendiciones incondicionales de Alemania y Japón.
Trump, por su parte, relató en julio una historia sobre su tío John Trump y el terrorista Ted Kaczynski. Afirmó que este fue alumno suyo en el MIT. Documentos universitarios indicaron que Kaczynski estudió en Harvard y Michigan, y que John Trump murió en 1985, más de una década antes de la identificación pública del “Unabomber”.
El presidente también reiteró que advirtió contra la invasión de Irak en 2003. Archivos periodísticos de 2002 señalaron que en un inicio expresó apoyo a la operación militar y que después manifestó críticas públicas.
En otros discursos, atribuyó la creación de la Unión Europea a un intento de aprovecharse de Estados Unidos en el comercio. Historiadores y documentos oficiales registraron que Washington respaldó la integración europea como medida de estabilidad en el periodo de posguerra.
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Relatos distorsionados de la 'gran depresión' y otros acontecimientos
En una reunión de gabinete, Trump dijo que los aranceles estadounidenses se restablecieron “después de la Depresión” y que la recuperación tardó “25 años”. Investigaciones económicas señalaron que la Ley Smoot-Hawley de 1930 impuso aranceles al inicio de la crisis y que la recuperación se aceleró con la Segunda Guerra Mundial.
El mandatario también afirmó que estuvo en Escocia el día previo al referéndum del Brexit de 2016. En realidad, viajó el día después de la votación. En otro discurso, aseguró que desplegó la Guardia Nacional en Minneapolis en 2020, aunque registros mostraron que el gobernador Tim Walz realizó esa acción antes de la declaración presidencial.
En otra ocasión, dijo que firmó una “ley de 1909” que imponía diez años de prisión por daños a monumentos. Lo que promulgó fue una orden ejecutiva que priorizó procesamientos con base en leyes ya vigentes. También repitió que podría resolver la guerra en Ucrania en “24 horas”, promesa que reiteró en más de 50 ocasiones.
Cifras inexactas sobre delincuencia en Washington D.C.
Este mes de agosto de 2025, Trump declaró que la tasa de homicidios en Washington D.C. durante 2023 fue la “más alta de la historia”. La cifra oficial fue de 40.4 por cada 100,000 habitantes, la más elevada en dos décadas, aunque inferior a los niveles de los años noventa. En 2024, la tasa bajó a 26.6.
El presidente comparó esos datos con los de ciudades como Bogotá y Ciudad de México, y aseguró que Washington las superaba. Estadísticas de 2023 ubicaron tasas más altas en Puerto Príncipe, Ciudad del Cabo, Kingston, Caracas y Ciudad de Guatemala, además de varias ciudades estadounidenses como Memphis y Baltimore.
Sobre delincuencia juvenil, Trump y la fiscal Jeanine Pirro dijeron que la situación “empeoraba” y describieron un sistema indulgente. Informes académicos y judiciales mostraron que casi la mitad de los arrestos de menores derivaron en detenciones y que los centros presentaban problemas de violencia y hacinamiento, sin evidencia de trato benévolo.
En relación con las reformas de fianzas, Trump atribuyó una supuesta crisis de seguridad a la “izquierda radical”. Un informe del Centro Brennan para la Justicia de 2024 no encontró relación entre eliminación de fianzas en efectivo y aumento del delito. Washington D.C. aplicó ese sistema desde los años noventa.
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Conflicto con museos y la memoria histórica
Aunado a todo lo anterior, recientemente Trump intensificó su confrontación con instituciones culturales, en especial con el Instituto Smithsonian. Firmó una orden ejecutiva que instruyó al vicepresidente Vance, como regente del organismo, a eliminar “ideología inapropiada, divisiva o antiamericana” de museos y centros educativos.
Ordenó además revisar exhibiciones, procesos curatoriales y narrativas para alinear la institución con su directiva de “celebrar el excepcionalismo estadounidense”.
La Casa Blanca anunció una revisión exhaustiva del Smithsonian y criticó exhibiciones sobre esclavitud, raza, sexualidad e inmigración. Trump reactivó la Comisión 1776, creada para promover “educación patriótica”, y retomó el proyecto de un Jardín Nacional de Héroes Estadounidenses con estatuas de 250 figuras.
Historiadores y asociaciones profesionales respondieron con advertencias sobre el uso político de los museos. Lonnie Bunch III, secretario del Smithsonian, reiteró que la institución reconocía la esclavitud como parte fundamental de la historia nacional.
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Reacciones nacionales e internacionales
La Asociación de Historiadores Estadounidenses expresó que la iniciativa presidencial representaba un proceso de “limpieza ideológica”.
Voces académicas en Estados Unidos y Europa señalaron que los gobiernos suelen recurrir a la historia para construir narrativas políticas. Investigadores como Javier Moreno Luzón y M. J. Rymsza-Pawlowska advirtieron que el 250 aniversario de la independencia estadounidense podía servir como plataforma de ese enfoque.
En América Latina, el presidente de Chile, Gabriel Boric, rechazó la intervención en el Smithsonian y la calificó como un riesgo para la libertad curatorial. Historiadores como María José Cumplido y Cristóbal García-Huidobro señalaron que el control de guiones museográficos equivalía a manipulación de la historia nacional.
La historiadora Macarena Ponce de León destacó que los museos de historia funcionaban como espacios de cohesión social y que el caso estadounidense abrió una discusión sobre los límites entre política y libertad cultural. Escritores e investigadores añadieron que el debate marcaba un precedente para la relación entre poder político y memoria histórica.
VGB
