Los ataques aéreos de Estados Unidos e Israel sobre las instalaciones nucleares de Irán, ocurridos hace aproximadamente tres semanas, han dejado un panorama incierto sobre el destino de las reservas de uranio enriquecido del país y la efectividad de las bombas estadounidenses para alcanzar los búnkeres más profundos.
Un informe del medio estadounidense New York Times, citando a altos funcionarios israelíes, sugiere que parte de este material crucial pudo haber sobrevivido, añadiendo una capa de complejidad al ya tenso conflicto en Medio Oriente. El alto funcionario israelí indicó al medio que este material tiene el grado necesario para usarse en la fabricación de bombas y sería accesible a los ingenieros nucleares iraníes.
Israel había estado preparado para un posible ataque desde finales del año pasado, luego de que su inteligencia detectara actividad relacionada con armas nucleares en Irán. El funcionario israelí aseguró que Irán trabajaba en la construcción de una bomba como parte de un proyecto secreto y que esta información fue compartida íntegramente con Estados Unidos.
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A pesar de la supervivencia de parte del uranio, el funcionario israelí y otros con acceso a hallazgos de inteligencia no expresaron preocupación, afirmando que cualquier intento de Irán por recuperar el material sería "casi con certeza detectado", lo que daría tiempo para atacar las instalaciones de nuevo.
Además, el jefe de los servicios de inteligencia franceses señaló que todos los aspectos del programa nuclear iraní se han retrasado varios meses tras los ataques aéreos estadounidenses e israelíes. Sin embargo, persiste la incertidumbre sobre la ubicación exacta de las reservas de uranio altamente enriquecido.
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El misterio del uranio enriquecido: ¿destruido, escondido o superviviente?
El destino de los cerca de 400 kilogramos de uranio enriquecido al 60 por ciento, casi apto para uso militar, que Irán acumuló a lo largo de los años en sus instalaciones nucleares subterráneas, sigue siendo un gran misterio. Aunque las agencias de inteligencia estadounidenses habían evaluado que Irán no había decidido fabricar una bomba, sí señalaron que el país estaba a pocos pasos de poder convertir su uranio en un arma, dado el tamaño de su arsenal.
A lo largo del tiempo, las agencias de inteligencia estadounidenses habían considerado que, ante la posibilidad de un ataque, Irán intentaría trasladar sus reservas de uranio enriquecido, ya sea para conservarlas como ventaja en negociaciones diplomáticas o para utilizarlas en una carrera armamentística.
Después de los ataques, las declaraciones de funcionarios estadounidenses han sido contradictorias. El vicepresidente JD Vance expresó que los funcionarios querían hablar con Irán sobre las reservas. Sin embargo, el gobierno del presidente Donald Trump rechazó la idea de que Irán hubiera podido trasladar su uranio enriquecido antes del ataque.
Trump insinuó que las reservas fueron destruidas o enterradas por el bombardeo de Fordow, afirmando que "no se sacó nada de las instalaciones" y que moverlo sería "demasiado lento, peligroso y pesado". Por su parte, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, declaró que las agencias de inteligencia estadounidenses no tenían "indicaciones" de que se hubiera trasladado uranio enriquecido antes del ataque.
La inteligencia estadounidense ha recogido datos contradictorios sobre el arsenal, y los funcionarios iraníes tienen distintos puntos de vista sobre el destino de las reservas. Si bien partes de la instalación nuclear de Natanz, donde se cree que se encontraba parte del uranio, resultaron dañadas pero no destruidas por los ataques, la comunidad de inteligencia aún no ha llegado a una conclusión contundente sobre la cantidad de uranio que los iraníes han logrado retener.
Legisladores republicanos han subrayado que destruir o confiscar las reservas no era parte de la misión militar estadounidense. El senador Lindsey Graham, por ejemplo, dijo que los emplazamientos estaban gravemente dañados, pero que el problema no se había acabado y que no sabía dónde estaban los 400 kilos de uranio enriquecido.
También hay confusión sobre dónde se encontraban originalmente las reservas: Trump ha insinuado que estaban en Fordow, otros en Natanz, y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha dicho que la mayor parte estaba en Ispahán. Algunos expertos incluso han planteado la posibilidad de que Irán haya dispersado las reservas.
El director general del OIEA, Rafael Mariano Grossi, se ha mantenido firme en su opinión de que buena parte de ese combustible casi apto para la fabricación de bombas sigue bajo control iraní, señalando que los iraníes informaron a sus inspectores que planeaban trasladar el material si se sentían amenazados.
Se observaron vehículos moviendo objetos hacia o desde los laboratorios de Ispahán días antes del ataque estadounidense con misiles de crucero. Funcionarios europeos también han llegado a la evaluación preliminar de que Irán trasladó las reservas, aunque advirtieron que la ubicación exacta es incierta.
Aunque el programa nuclear iraní y su capacidad para producir nuevo combustible probablemente han sufrido un retroceso significativo, la rapidez con la que el país podría fabricar una bomba es otra cuestión. La destrucción de la "instalación de conversión" de Ispahán ha dañado la capacidad de Irán para avanzar hacia un arma, y es improbable que las centrifugadoras de Fordow estén operativas.
Sin embargo, si suficientes científicos nucleares iraníes sobrevivieron a los combates, Irán podría utilizar una reserva oculta para iniciar la carrera de fabricación de un arma, lo que significaría que la capacidad de Irán para fabricar una bomba rudimentaria se retrasaría solo unos meses.
El representante Jim Himes, demócrata principal del Comité de Inteligencia de la Cámara, enfatizó la importancia de la cuestión de las reservas, señalando que "destruir los emplazamientos no significa nada si los iraníes trasladaron suficiente uranio al 60 por ciento, centrifugadoras y otras herramientas de armamento para construir una bomba en algún lugar posiblemente desconocido".
Bombardeos de Fordow: EU incapaz de confirmar la penetración profunda
En cuanto a la operación militar, Estados Unidos no dispone todavía de la información suficiente para confirmar que sus bombas antibúnker de gran tonelaje llegaron hasta el fondo de la fortaleza subterránea de Fordow, la principal planta de enriquecimiento de uranio de Irán. Fuentes de Defensa de EU señalaron que este nivel de información "no está disponible en este momento".
La instalación de Fordow se encuentra a 80 metros bajo tierra. El ataque contra esta instalación utilizó bombas penetradoras antibúnker GBU-57, de más de 13 toneladas cada una, diseñadas para alcanzar grandes profundidades antes de explotar. La ofensiva, denominada "Operación Martillo de Medianoche", fue el mayor bombardeo con aviones B-2 en la historia de Estados Unidos, involucrando más de 125 aeronaves y 75 bombas y misiles.
Aunque la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa (DTRA) afirmó haber conseguido el objetivo previsto y que las bombas alcanzaron los puntos designados por Washington, la evaluación final de la ofensiva aún no está completa y se sigue recabando información.
Esta incertidumbre contradice, al menos parcialmente, las afirmaciones triunfalistas del presidente Trump tras los bombardeos, quien el 25 de junio dijo que se había logrado un "daño monumental" y que "el mayor daño ocurrió muy por debajo del nivel del suelo". Cabe destacar que la operación fue planificada durante semanas y meses, incluso mientras se desarrollaban conversaciones diplomáticas con Teherán.
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¿Por qué es relevante conocer si EU destruyó o no la capacidad nuclear de Irán?
Conocer si Estados Unidos destruyó o no la capacidad nuclear de Irán es relevante por varias razones geopolíticas, de seguridad internacional y de estabilidad regional:
- Seguridad global: Irán con capacidad nuclear representa un cambio significativo en el equilibrio estratégico de Medio Oriente. Si EU logró destruir esa capacidad, podría haberse evitado una carrera armamentista nuclear en la región, especialmente con países como Arabia Saudita o Turquía evaluando desarrollar sus propios programas nucleares.
- Estabilidad regional: La rivalidad entre Irán e Israel —quien ve la posibilidad de un Irán nuclear como una amenaza existencial— podría desencadenar un conflicto directo. Si EU efectivamente desmanteló el programa nuclear iraní, habría reducido el riesgo inmediato de una guerra regional de gran escala.
- Legitimidad y consecuencias legales: Un ataque encubierto o cibernético (como ocurrió con el virus Stuxnet en 2010) sin aval del Consejo de Seguridad de la ONU podría tener implicaciones legales internacionales y afectar la legitimidad de EU ante la comunidad internacional.
- Impacto en negociaciones diplomáticas: Saber si Irán aún tiene capacidad nuclear afecta directamente la viabilidad y urgencia de reactivar o rediseñar acuerdos como el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), abandonado por EU en 2018.
- Respuesta iraní: Si Irán confirma una agresión directa a sus instalaciones nucleares, podría responder militarmente o reanudar sus esfuerzos nucleares con mayor rapidez, aumentando las tensiones y riesgos de un conflicto mayor.
En resumen, esclarecer si EU destruyó o no la capacidad nuclear iraní es crucial para evaluar la situación actual de seguridad internacional, el futuro del control nuclear y el equilibrio de poder en Medio Oriente.
Con información de NYT y EFE
VGB
