El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent anunció un acuerdo comercial con China en Ginebra, el funcionario detalló que hubo "avances sustanciales" en las conversaciones mantenidas en Ginebra entre su equipo y el del viceprimer ministro chino, He Lifeng, para desactivar la guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo.
"Me complace informar que hemos logrado avances sustanciales entre Estados Unidos y China en las importantes conversaciones comerciales. En primer lugar, quiero agradecer a nuestro anfitrión suizo. El gobierno suizo ha sido muy amable al brindarnos este maravilloso espacio, y creo que eso ha generado una gran productividad, dijo Bessent.
El secretario dijo que había informado al presidente Donald Trump sobre el progreso de las conversaciones y que se darán más detalles este lunes, mientras que el representante comercial de Estados Unidos, Jamieson Greer, también presente en las conversaciones, afirmó que las diferencias entre ambas partes no son tan grandes como se pensaba.
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"Me complace informar de que hemos logrado avances sustanciales entre Estados Unidos y China en las importantísimas conversaciones comerciales", declaró Bessent a la prensa.
Reinicio comercial EU-China
Altos funcionarios de Estados Unidos y China se reunieron el sábado en Ginebra, Suiza, para mantener conversaciones sobre sus relaciones comerciales. Tras la reunión, el presidente Donald Trump anunció un "reinicio total" de las relaciones comerciales entre ambos países.
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En su cuenta de Truth Social, Trump calificó las conversaciones como "excelentes" y "muy positivas", y afirmó que el "reinicio total" de las relaciones fue "negociado de manera amistosa, pero constructiva". Fue un "GRAN PROGRESO", recalcó. Trump informó que se discutieron muchos temas y se llegó a muchos acuerdos.
Por su parte, China, a través de la agencia oficial de noticias Xinhua, indicó que el contacto establecido en Suiza es un "paso importante para promover la resolución del problema". Previamente, China ya había calificado las conversaciones como un "paso importante".
Reunión EU - China en Ginebra, Suiza
Las reuniones comenzaron el sábado en un lujoso chalet del Representante Permanente de Suiza ante las Naciones Unidas en Ginebra. Concluyeron el primer día hacia las 20:00 horas tiempo local y se reanudarán el domingo, en el marco de una cumbre de dos días.
La delegación estadounidense está representada por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y el representante de Comercio de Estados Unidos, Jamieson Greer. La delegación china la encabeza el viceprimer ministro chino, He Lifeng.
Las conversaciones buscan reducir las tensiones comerciales derivadas de los elevados aranceles impuestos por Estados Unidos a productos chinos. Estos aranceles de Trump provocaron severas represalias por parte de Pekín.
El resultado ha sido que el comercio bilateral entre las dos principales economías se ha estancado y los mercados han sufrido grandes turbulencias. La "guerra comercial" que dio origen a estos aranceles comenzó durante el primer mandato de Trump.
Tema de discusión entre EU y China
Las discusiones se centran en la reducción de los aranceles bilaterales, que actualmente ascienden al 145% para productos chinos y al 125% para exportaciones estadounidenses.
Trump sugirió el viernes rebajar los aranceles a los productos chinos al 80%, un gesto previo al inicio de las negociaciones. El secretario de Comercio, Howard Lutnick, señaló que el presidente desea resolver el problema con China y apaciguar la situación.
Sin embargo, la rebaja sugerida al 80% es considerada principalmente simbólica, ya que a ese nivel los aranceles continuarían teniendo un gran impacto en las exportaciones chinas a Estados Unidos.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, afirmó que Trump "no va a bajar unilateralmente los aranceles a China" y ha pedido "concesiones". Actualmente, no hay una decisión oficial sobre la reducción de aranceles, y los aranceles vigentes permanecerán en vigor hasta que se alcance un acuerdo concreto.
La directora general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Ngozi Okonjo-Iweala, describió las discusiones en Ginebra como "un paso positivo y constructivo hacia la reducción de la escalada".
Anteriormente, Okonjo-Iweala había expresado preocupación por las posibles consecuencias de un "desacoplamiento" entre ambas economías, incluso si su comercio representa solo alrededor del 3% del comercio mundial de mercancías.
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Expertos han compartido sus expectativas
- Bonnie Glaser, del German Marshall Fund, considera un posible resultado la suspensión de la mayoría o la totalidad de los aranceles impuestos este año durante la duración de las negociaciones bilaterales.
- Lizzi Lee, del Asia Society Policy Institute, anticipa un "gesto simbólico y provisional" que podría aliviar las tensiones pero no resolver los desacuerdos fundamentales.
- Xu Bin, de CEIBS Shanghái, teme que los aranceles no regresen a un "nivel razonable", y considera que incluso una reducción a la mitad sería demasiado alta para permitir un comercio normal.
A pesar de un aumento general del 8,1% en las exportaciones de China en abril, cifra superior a la prevista, las exportaciones chinas a Estados Unidos cayeron casi un 18%.
Las delegaciones de ambos países han manifestado su intención de continuar con las negociaciones. Expertos proyectan que si el tono conciliador se mantiene, un acuerdo marco podría concretarse en las próximas seis semanas. Trump también expresó su deseo de ver una apertura de China a las empresas estadounidenses.
Guerra arancelaria entre Trump y China
Desde el inicio del segundo mandato de Donald Trump en enero de 2025, la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China ha experimentado una reactivación significativa. Trump retomó su política económica proteccionista, conocida como "America First", con énfasis en reducir el déficit comercial con China y en promover la producción nacional.
En sus primeras semanas en el cargo, el gobierno estadounidense anunció la revisión de acuerdos comerciales previos y la imposición de nuevos aranceles a productos chinos, especialmente en sectores como tecnología, acero, maquinaria y bienes de consumo.
La administración Trump justificó estas medidas señalando prácticas comerciales desleales por parte de China, incluyendo el presunto robo de propiedad intelectual, subsidios estatales a industrias estratégicas y restricciones al acceso de empresas estadounidenses al mercado chino.
En respuesta, China impuso aranceles recíprocos a productos agrícolas, automóviles y componentes electrónicos estadounidenses, afectando principalmente a sectores clave en estados que apoyaron políticamente a Trump.
Las tensiones comerciales se intensificaron durante el primer semestre de 2025, con rondas de represalias mutuas y negociaciones bilaterales que resultaron infructuosas. Aunque hubo intentos de reabrir canales de diálogo a través de reuniones de alto nivel, las diferencias estructurales entre ambas economías dificultaron avances sustantivos.
Estados Unidos buscó limitar la dependencia de suministros críticos provenientes de China, como semiconductores y minerales estratégicos, promoviendo la relocalización de cadenas de producción hacia países aliados o hacia su propio territorio.
El impacto económico fue notable en los mercados internacionales, con fluctuaciones en las bolsas de valores y reconfiguración de rutas comerciales globales. Empresas multinacionales, especialmente en sectores tecnológicos, automotrices y agroindustriales, enfrentaron mayores costos operativos e incertidumbre regulatoria. Asimismo, algunos países se vieron forzados a redefinir su posición frente al conflicto para evitar repercusiones en sus propias economías.
En el plano interno, la política arancelaria fue respaldada por sectores industriales estadounidenses que vieron en ella una oportunidad para recuperar competitividad frente a productos importados. Sin embargo, también generó críticas por el aumento de precios para consumidores y la posible afectación a exportadores nacionales que dependen del mercado chino.
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A lo largo de 2025, la guerra arancelaria se consolidó como un elemento central de la política exterior y económica de Estados Unidos, marcando un nuevo capítulo en la competencia estratégica entre ambas potencias, sin que se vislumbre, por el momento, una resolución definitiva.
