HONDURAS

LIBRE se desploma en Honduras: las claves del fracaso político

El derrumbe del partido Libre en Honduras se ha convertido en uno de los casos más drásticos para las izquierdas del continente

Créditos: X / @PartidoLibre
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El último cómputo del ente electoral de Honduras, sin cambios desde la pasada medianoche, confirma al candidato presidencial Nasry 'Tito' Asfura, del Partido Nacional y que cuenta con el apoyo de Donald Trump, al frente con 1,298,835 votos, lo que representa el 40.52%.

En segundo lugar se encuentra Salvador Nasralla, del Partido Liberal, que suma 1,256,428 sufragios (39.48 %), con el 99.40 % de las actas escrutadas, mientras que la aspirante presidencial del gobernante Partido Liberad y Refundación (Libre), Rixi Moncada, permanece en el tercer lugar con 618,448 votos (19.29%).

La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, quien fue electa en 2021 a través del partido Libre, condenó este martes "la injerencia" del presidente de EE.UU., Donald Trump, en las elecciones generales del 30 de noviembre en el país centroamericano, así como señaló que hubo "trampas, fraudes, manipulación" en los resultados preliminares.

La caída de Libre

El derrumbe del partido Libre en Honduras se ha convertido en uno de los casos más drásticos y aleccionadores para las izquierdas del continente. Lo que comenzó como un proyecto con amplio respaldo popular, construido tras años de organización, persecución y sacrificio, terminó desplomándose en apenas dos años de gobierno.

Su caída, marcada por una impopularidad inédita antes incluso de la mitad del mandato, expuso una serie de errores internos que erosionaron su base social y destruyeron el capital político con el que había llegado al poder, de acuerdo con una columna de Jesús Alberto Erazo Castro publicada por Fundación ICEES.

En el centro del fracaso estuvo una desconexión creciente entre la dirigencia y sus propias bases. La imposición de una candidata impopular como rostro del proyecto profundizó fracturas internas y simbolizó el encierro de Libre en una estructura vertical y autorreferencial. A ello se sumaron escándalos de nepotismo y corrupción que minaron el relato ético que había distinguido al partido en la oposición.

El “narcovideo” del diputado Carlos Zelaya y la falta de respuestas contundentes deterioraron aún más la credibilidad del gobierno, mientras decisiones polémicas en el Congreso y el uso político de instituciones clave alimentaron la percepción de un oficialismo arrogante y desconectado de la realidad nacional.

En lo económico y social, el deterioro del empleo, el cierre de maquilas y el colapso del sistema hospitalario contrastaron con un estilo de gobierno marcado por viajes, privilegios y gestos que distanciaron al partido de su base histórica. La narrativa de transformación quedó reducida a un discurso vacío mientras crecían tensiones con medios, opositores, organizaciones civiles e incluso iglesias, que más tarde protagonizaron masivas marchas por la paz con un impacto devastador para la imagen del oficialismo.

En materia internacional, pese a ciertos aciertos estratégicos como la apertura hacia China, el gobierno avanzó con titubeos, sin una doctrina clara y enviando señales ambiguas que despertaron temores en un país cuya economía depende fuertemente de las remesas. La propuesta de eliminar el tratado de extradición terminó por encender todas las alarmas y reforzó la idea de que el proyecto buscaba protegerse antes que reformar el Estado.

El 30 de noviembre, más que una elección, se vivió un plebiscito moral: los votantes castigaron lo que percibieron como traición a las promesas de refundación, transparencia y justicia social. Libre, que había llegado al poder como expresión del hartazgo popular, terminó representando para muchos los mismos vicios que criticó durante años.

La derrota del partido no solo marca el fin de un gobierno, sino que se convierte en una advertencia para las izquierdas de América Latina. El caso hondureño demuestra que ningún proyecto progresista puede sostenerse sin coherencia, arraigo popular ni disciplina ética. Y recuerda que la confianza ciudadana, una vez perdida, no se recupera con discursos, sino con resultados, humildad y un proyecto político verdaderamente conectado con la identidad y las necesidades de su país.

¿Intrusión de Trump en Honduras?

"Desde aquí, desde esta casa de la justicia, condeno la injerencia del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cuando amenazó al pueblo hondureño que si le daban el voto a una valiente y patriota candidata del partido Libre, Rixi Moncada, iban a tener consecuencias", subrayó Castro en un discurso de inauguración del poder judicial en el departamento de Olancho, este 9 de diciembre.

La mandataria señaló que "la justicia es también el respeto a los valores democráticos", que en las elecciones hubo "trampas, fraudes, manipulación del TREP" (sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares) y "estas amenazas -en alusión a Trump- constituyen un ataque directo a la voluntad popular".

Estados Unidos declaró que no ve "ninguna evidencia" de un fraude electoral en las presidenciales de Honduras, donde el candidato conservador Nasry 'Tito' Asfura, respaldado por Donald Trump, encabeza el recuento después de cuatro días de una parálisis por problemas técnicos.

"No tenemos conocimiento de ninguna evidencia creíble que respalde un llamado a la anulación", dijo este martes a EFE un portavoz del Departamento de Estado.

La misma fuente subrayó que las elecciones "fueron monitoreadas de cerca" por la Organización de los Estados Americanos (OEA), la Unión Europea (UE) y los observadores electorales nacionales.

Contexto: el pasado 26 de noviembre, Trump instó a los hondureños a apoyar al candidato conservador del Partido Nacional, Nasry Asfura, en las elecciones del país, y acusó a sus rivales de representar el "avance comunista" y ser aliados de líderes como Nicolás Maduro.

En una publicación en su cuenta de Truth Social, el mandatario se refirió a Asfura como el "único verdadero amigo de la libertad en Honduras" y agregó que podrían "trabajar juntos para luchar contra los narco-comunistas". Trump dijo que la candidata oficialista, Rixi Moncada, que aspiraba a suceder a la actual mandataria, Xiomara Castro, es "cercana al comunismo" y agregó que el tercer candidato, Salvador Nasralla, es parte de un intento por "engañar al pueblo" para dividir el voto.

djh