La llamada “segunda fase” del acuerdo para Gaza, prevista tras el alto el fuego temporal alcanzado en 2025, debía marcar el inicio de negociaciones destinadas a consolidar una tregua permanente, completar la liberación de rehenes, facilitar la retirada escalonada de fuerzas israelíes y abrir paso a una autoridad palestina transitoria bajo supervisión internacional.
El diseño original también contemplaba una fuerza multinacional de seguridad y el arranque de un amplio plan de reconstrucción del enclave, devastado por meses de conflicto.
Sin embargo, a más de lo previsto para su arranque formal, la fase II se encuentra prácticamente inmovilizada. Las partes no han logrado destrabar los principales puntos del cronograma, lo que ha frenado cualquier avance hacia la estabilización de la Franja.
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Israel condiciona el paso siguiente al desarme de Hamás
De acuerdo con fuentes citadas por la agencia EFE, Israel mantiene una postura firme: no entrará en la segunda etapa mientras Hamás no se desarme. Este requisito se ha convertido en el mayor freno del proceso, pues no existe un mecanismo claro, verificable y aceptado por todas las partes para la entrega de armas ni para garantizar su cumplimiento en territorio gazatí.
Las dudas sobre quién garantizaría la supervisión y bajo qué autoridad operaría ese proceso han tensado aún más las negociaciones preliminares.
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Presión diplomática para destrabar el plan
Egipto y Alemania han pedido acelerar la segunda fase del plan, insistiendo en la necesidad de establecer una estructura política y de seguridad que evite un deterioro mayor de la situación humanitaria. Aunque sus llamados han sido constantes, las conversaciones siguen atoradas justamente en los elementos centrales: seguridad, gobernanza y control territorial.
En paralelo, varios informes indican que Israel continúa manteniendo control sobre más de la mitad de Gaza, incluidas zonas agrícolas y pasos estratégicos.
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ONU aprueba una resolución clave, pero la implementación se congela
A mediados de noviembre, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución impulsada por Estados Unidos, inspirada en el plan de paz presentado meses antes. Este paso buscaba abrir el camino para la fuerza internacional de estabilización y para la transición política.
No obstante, los avances se han frenado por completo: no hay consenso sobre la autoridad temporal, la composición de la fuerza multinacional ni el futuro proceso de reconstrucción. Así, la segunda fase permanece en punto muerto, dejando a Gaza en un escenario de incertidumbre prolongada.
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LSHV