Decir groserías no solo es una reacción impulsiva ante el dolor o la frustración: la ciencia ha encontrado que puede tener efectos positivos en la salud física, mental y social. Investigaciones recientes confirman que el uso ocasional de malas palabras ayuda a aliviar el dolor, reducir el estrés e incluso mejorar el rendimiento físico, desafiando la idea de que se trata únicamente de un hábito negativo o de mala educación.
Uno de los hallazgos más citados proviene de investigaciones de la Universidad de Keele, en Reino Unido, que demostraron que decir groserías incrementa la tolerancia al dolor. En un experimento ampliamente difundido, los participantes debían sumergir la mano en agua helada. Aquellos que repetían una grosería lograban resistir más tiempo y reportaban menos dolor que quienes utilizaban palabras neutras.
Los investigadores explican este fenómeno como el “efecto analgésico” del lenguaje. Al maldecir, el cuerpo activa la respuesta de lucha o huida, lo que genera una descarga de adrenalina y un alivio temporal del dolor.
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Los beneficios existen, pero no son infinitos: el uso constante de groserías reduce este efecto analgésico. La clave está en utilizarlas de forma ocasional y en contextos específicos.
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Lenguaje soez e inteligencia: un mito que la ciencia desmiente
Contrario a la creencia popular, diversos estudios citados por CNN señalan que existe una correlación positiva entre el uso de groserías y la fluidez verbal general. En pruebas de vocabulario, las personas capaces de mencionar más palabras altisonantes también mostraron un léxico más amplio en otros ámbitos del lenguaje.
Según los investigadores, esto sugiere que decir groserías no es un recurso por falta de palabras, sino una muestra de dominio lingüístico y flexibilidad cognitiva.
Beneficios emocionales y sociales de decir groserías
Más allá del dolor físico, las groserías cumplen funciones psicológicas y sociales relevantes:
- Catarsis emocional: ayudan a liberar enojo, frustración o tensión acumulada sin recurrir a conductas agresivas.
- Autenticidad y honestidad: quienes utilizan lenguaje directo suelen ser percibidos como más sinceros y menos artificiales en determinados contextos.
- Vínculos sociales: en grupos de confianza, el uso compartido de ciertas expresiones puede fortalecer la camaradería y el sentido de pertenencia.
Desde la psicología social, este tipo de lenguaje funciona como un marcador emocional que refuerza la conexión entre las personas.
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Decir groserías durante el ejercicio mejora el rendimiento
El ámbito deportivo también respalda los beneficios de maldecir. Investigaciones sobre rendimiento físico han demostrado que decir groserías durante ejercicios intensos puede aumentar la fuerza y la potencia, especialmente en actividades de alta exigencia.
Al igual que en el alivio del dolor, este efecto se relaciona con la desinhibición y la activación del sistema nervioso simpático, lo que permite exigir un esfuerzo adicional en momentos clave.
La evidencia científica es clara: decir groserías puede ser benéfico para la salud, al ayudar a manejar el dolor, regular emociones y fortalecer la interacción social. Sin embargo, los expertos coinciden en que el contexto lo es todo.
AJA
