Pussy Riot es un colectivo punk feminista ruso conocido internacionalmente por su activismo político, su defensa de los derechos humanos y su abierta crítica al presidente Vladimir Putin. Desde sus inicios, el grupo ha utilizado performances, música y acciones simbólicas para denunciar el autoritarismo, la represión y la guerra en Ucrania. Varias de sus integrantes viven desde hace años en el exilio, ante el riesgo de detención en su país de origen.
La decisión judicial en Moscú
Este lunes 15 de diciembre de 2025, el Tribunal Tverskoi de Moscú aceptó una demanda de la Fiscalía General y declaró “extremista” a Pussy Riot, una etiqueta legal que implica la prohibición total de sus actividades en territorio ruso. Según informaron los tribunales capitalinos, la resolución ilegaliza cualquier tipo de vínculo con el grupo, incluidos mensajes de apoyo o “me gusta” en redes sociales, incluso si fueron publicados en el pasado.
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Una persecución que lleva más de una década
La declaración como organización extremista representa un paso más en una larga cadena de acciones judiciales contra el colectivo. Pussy Riot alcanzó notoriedad mundial en 2012, tras una performance en la catedral del Cristo Redentor de Moscú contra Putin, que derivó en condenas de hasta dos años de prisión por vandalismo. Desde entonces, las causas penales y administrativas se han acumulado. En septiembre pasado, un tribunal ruso condenó en ausencia a cinco integrantes a penas de entre ocho y 13 años de cárcel por difundir lo que las autoridades calificaron como “información falsa” sobre el Ejército ruso.
Exilio, censura y borrado simbólico
María Aliójina, cofundadora y uno de los rostros más conocidos del grupo, recibió la condena más severa: 13 años y 15 días de prisión. Su nombre figura desde 2022 en la lista de personas buscadas por las autoridades rusas. El abogado del colectivo, Leonid Solovyov, calificó la resolución como “otra acción para silenciar a quienes hablan sin pedir permiso”. Pussy Riot denunció previamente que la legislación está diseñada para borrar su existencia del espacio público ruso.
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La inclusión del grupo en la lista de organizaciones extremistas —que supera las cinco mil entradas e incluye movimientos inexistentes, obras artísticas y lemas políticos— confirma el uso de esta figura legal para neutralizar cualquier disidencia. Con esta decisión, Rusia no solo prohíbe a Pussy Riot, sino que refuerza un mensaje de censura y castigo contra toda forma de oposición cultural y política.
LSHV
