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¿Por qué le teme Donald Trump a Jimmy Kimmel?

La confrontación entre Donald Trump y Jimmy Kimmel expuso tensiones sobre los límites del humor político; un creador ruso de sátira comparó esta situación con medidas aplicadas en medios durante el gobierno de Vladimir Putin

¿Por qué le teme Donald Trump a Jimmy Kimmel?Créditos: Especial
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La relación entre Donald Trump y el comediante Jimmy Kimmel adquirió una nueva dimensión durante el periodo presidencial del primero, cuando el contenido satírico del programa nocturno del segundo generó reacciones públicas por parte del mandatario. Las tensiones entre ambos revelan el papel que juega la comedia en el espacio político de Estados Unidos.

Según información publicada por Politico, la presión de la administración Trump hacia cadenas de televisión que transmiten programas cómicos como el de Kimmel recordó a algunos observadores el caso ruso del programa “Kukly”, cancelado tras la llegada de Vladimir Putin al poder. En ambos casos, las autoridades buscaron limitar los espacios donde se caricaturaban figuras del gobierno.

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El guionista ruso Viktor Shenderovich, quien dirigió el programa “Kukly” hasta su cierre, comparó en entrevista con Politico los intentos de Trump por condicionar el contenido humorístico con las decisiones tomadas por Putin en los primeros años de su mandato. Desde su perspectiva, ambos actuaron para restringir la sátira cuando esta tocó directamente su imagen.

Shenderovich señaló que, a diferencia de Putin, Trump no contó con un aparato estatal que le permitiera censurar medios o controlar instituciones de manera estructural. Sin embargo, advirtió que el patrón de conducta en ambos casos apuntó hacia la limitación del discurso crítico desde el humor político.

La risa como señal pública

En ese mismo análisis, Shenderovich explicó que la comedia satírica adquiere relevancia política por su capacidad de señalar errores o excesos de poder sin necesidad de argumentos formales. En sus palabras, cuando una caricatura provoca risa, lo hace porque comunica una verdad reconocida por el público.

El autor también indicó que la risa no puede juzgarse ni silenciarse con facilidad, lo cual representa un obstáculo para figuras que intentan controlar el discurso público. La reacción colectiva ante una broma funciona, dijo, como evidencia de que algo no encaja en el relato oficial.

El novelista Nikolai Gogol ya había expresado una idea similar en el siglo XIX, al afirmar que incluso quienes no temen a nada, temen a la risa. Esta postura fue retomada por Shenderovich para ilustrar cómo el humor se convierte en una herramienta de crítica social que trasciende ideologías.

De acuerdo con el testimonio recogido por Politico, la risa pública opera como una forma de veredicto popular, porque no requiere análisis político para que su efecto se comprenda. Esta característica explica por qué ciertos líderes buscan reducir el alcance de comediantes que satirizan sus acciones.

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Paralelismos y diferencias con el caso ruso

Shenderovich estableció una distinción importante entre la experiencia rusa y la estadounidense. Mientras Putin logró consolidar el control sobre medios, tribunales y procesos electorales, Trump encontró límites en instituciones como el Congreso, el poder judicial y la prensa.

El creador de “Kukly” mencionó que la permanencia de marcos legales y espacios de expresión en Estados Unidos permitió que la sátira siguiera presente, aun con las tensiones provocadas por el gobierno de Trump. También expresó que la reacción de la sociedad estadounidense ante estos intentos fue distinta a la observada en Rusia.

Trump, afirmó Shenderovich, expresó su inconformidad con la sátira de forma directa y sin intermediarios, a diferencia de Putin, quien evitó pronunciarse públicamente contra los humoristas. Esta diferencia, aunque no suaviza el contenido autoritario, ofrece señales más visibles a la población sobre posibles riesgos.

En el caso ruso, explicó, muchos sectores sociales apoyaron a Putin durante sus primeros años, incluso desde posiciones liberales, lo cual facilitó que se fortaleciera sin una oposición clara. En contraste, la visibilidad de las acciones de Trump permitió que parte del electorado respondiera desde espacios cívicos y mediáticos.

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Sátira, política y libertad de expresión

Para Shenderovich, la sátira sigue siendo una herramienta clave en contextos democráticos porque permite abrir espacios de discusión más allá de los canales oficiales. Su alcance masivo facilita que los mensajes lleguen a audiencias diversas, incluso cuando otros formatos no lo logran.

Desde su exilio en Polonia, el autor expresó que los comediantes en Estados Unidos cuentan con recursos institucionales y sociales para resistir presiones políticas. Consideró que la permanencia de la sátira en medios como la televisión nocturna representa un indicador de salud democrática.

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Al referirse al programa de Kimmel y a otros formatos como Saturday Night Live, Shenderovich subrayó que mantener estos espacios abiertos contribuye al equilibrio entre poder y sociedad. Además, enfatizó que los espectadores de hoy pueden convertirse en votantes informados mañana.

Recordó también que en contextos autoritarios, la primera medida para restringir libertades suele ser el ataque a la libertad de expresión. Aun así, consideró que la situación en Estados Unidos no equivale a la de Rusia, donde las consecuencias para periodistas y críticos han incluido prisión y violencia directa.

VGB