El asesinato del activista conservador Charlie Kirk ha intensificado el debate sobre la libertad de expresión en Estados Unidos, marcado por decisiones controvertidas como la cancelación del programa nocturno de Jimmy Kimmel por sus comentarios sobre el crimen y el anuncio del presidente, Donald Trump, de declarar al movimiento antifascista como organización terrorista.
La cadena de televisión ABC retiró del aire indefinidamente el programa de Kimmel, uno de los comediantes más reconocidos del país, después de que este acusara a los republicanos de intentar sacar rédito del asesinato, cometido supuestamente por Tyler Robinson, un joven blanco de 22 años.
La suspensión del comediante Jimmy Kimmel tras sus comentarios sobre el asesinato del activista conservador Charlie Kirk ha desatado un debate nacional en Estados Unidos sobre la libertad de expresión y los límites entre crítica, sátira y censura política.
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La controversia creció cuando el presidente Donald Trump sugirió retirar licencias a cadenas que, según él, mantienen una cobertura “97% negativa” en su contra.
Un país dividido entre censura y sátira
El miércoles, la cadena ABC retiró “indefinidamente” del aire a Kimmel, uno de los más férreos críticos de Trump en la televisión nocturna. El detonante fueron sus declaraciones sobre el asesinato de Kirk, ocurrido en Utah, donde el presunto atacante envió mensajes que expresaban cansancio por el “odio” que asociaba al activista conservador.
Kimmel acusó a sectores republicanos de usar políticamente la tragedia y satirizó el duelo de Trump, lo que provocó indignación entre líderes conservadores y elogios de sectores progresistas que defendieron su derecho a expresarse.
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Según The Hill, los ejecutivos de ABC habrían presionado al presentador para disculparse, pero al negarse, optaron por suspenderlo. Su regreso luce improbable.
Trump contra los medios: un enfrentamiento de años
Durante una conferencia conjunta con el primer ministro británico Keir Starmer, Trump dijo que la salida de Kimmel se debía a sus bajos índices de audiencia, pero insistió en que la cobertura mediática está sesgada en su contra.
“Están en contra en un 97%. Solo me dan mala prensa. Yo creo que tal vez deberían retirarles la licencia”, declaró Trump, aludiendo indirectamente a la desaparecida doctrina de equidad de la FCC, abolida en 1987.
El mandatario elogió al presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), Brendan Carr, quien calificó los comentarios de Kimmel de “enfermizos” e instó a las emisoras a revisar si el programa satisfacía el interés público.
Reacciones políticas: entre condenas y apoyos
Las críticas al presidente no tardaron en llegar. La exvicepresidenta Kamala Harris lo acusó de un “abuso de poder flagrante” y de usar el miedo para silenciar voces disidentes. Por su parte, el expresidente Barack Obama advirtió que se trata de un caso de “coerción gubernamental” que contradice el espíritu de la Primera Enmienda.
Sin embargo, no todos en el campo republicano celebraron la suspensión. De acuerdo con Politico, media docena de legisladores conservadores expresaron preocupación por el precedente de que un programa sea retirado en un contexto de presión política. Incluso analistas de derecha como Guy Benson (Fox News) reconocieron que, aunque no simpatizan con Kimmel, la “intromisión gubernamental es peligrosa”.
El frente cultural: presentadores unidos
El caso también reconfiguró el panorama cultural. Comediantes como Jon Stewart y Jimmy Fallon se solidarizaron con Kimmel. Fallon lo describió como “un tipo decente” y bromeó sobre la supuesta censura de Trump, mientras Stewart dedicó un monólogo satírico a la administración.
La suspensión de Kimmel se suma a la cancelación de The Late Show de Stephen Colbert, que CBS atribuyó a razones financieras, aunque ocurrió días después de críticas del conductor a Paramount Global por un acuerdo legal con Trump.
Una crisis mayor: la libertad de expresión bajo presión
La polémica no es un hecho aislado. En 2024, Trump inició demandas contra varios medios, incluido The New York Times, y ha presionado a cadenas rivales como NBC para cancelar programas de Fallon y Seth Meyers.
Expertos señalan que estas presiones erosionan la frontera entre el poder político y la independencia editorial. Según Associated Press, el caso Kimmel es un ejemplo de cómo la confrontación de Trump con la prensa se extiende más allá de la política hacia la cultura popular, creando un clima de intimidación.