El gobierno de Venezuela anunció que cerraría sus embajadas en Noruega y Australia, al tiempo que reorientaría sus recursos diplomáticos hacia países africanos como Burkina Faso y Zimbabue.
El plan se enmarca en una “reasignación estratégica de recursos” dentro de su servicio exterior, según el comunicado gubernamental. La medida ha sido interpretada como parte de una calibración ideológica, política y geoestratégica de Caracas en un contexto de crecientes tensiones entre Venezuela y potencias occidentales como Estados Unidos.
El gobierno venezolano asegura que los servicios consulares para ciudadanos en Noruega y Australia continuarán brindándose desde otras misiones diplomáticas.
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En paralelo, Caracas anunció la apertura de embajadas en Burkina Faso y Zimbabue, países que describió como “aliados estratégicos en la resistencia frente al colonialismo y presiones hegemónicas”.
Ya desde 2024 el parlamento venezolano —controlado por el chavismo— había aprobado nombramientos de embajadores hacia países africanos como Senegal, Benín y Túnez.
En mayo de 2024, también se autorizó la designación de embajadores ante Sudáfrica y Namibia, con concurrencias para otros países africanos.
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La medida coincide con un contexto de deterioro de las relaciones diplomáticas de Venezuela con gobiernos occidentales, especialmente desde las elecciones presidenciales de 2025, acusaciones de ilegitimidad y debates sobre sanciones.
Motivos y razones reportados (y posibles trasfondos)
Para comprender esta redistribución diplomática hay que tener en cuenta varios factores reportados por agencias y analistas:
1. Prioridad estratégica y reasignación de recursos
El argumento oficial apunta a que la medida obedece a una “reestructuración” de la diplomacia venezolana: cerrar embajadas con bajo rendimiento diplomático o consular, para concentrarse en zonas geográficas consideradas más prioritarias.
Caracas sostiene que los consulados podrán operar a través de misiones comunes o representaciones vecinas, optimizando recursos.
2. Alineamientos ideológicos y geopolíticos
Venezuela describe los nuevos destinos africanos como “países hermanos” que comparten agendas de soberanía, resistencia frente al “hegemónico dominante” y cooperación Sur-Sur.
Desde el gobierno se justifica que esos países africanos ofrecen potencial de colaboración en agricultura, energía, educación, minería.
3. Reacciones adversas en países occidentales
La decisión se produce en medio de tensiones crecientes con Europa y aliados tradicionales. Por ejemplo, en enero de 2025 Venezuela ordenó a Francia, Italia y Países Bajos reducir su personal diplomático acreditado en Caracas como respuesta a lo que consideró “conducta hostil”.
Este contexto de “hostilidad mutua” posiblemente motiva que el gobierno venezolano priorice relaciones con países percibidos como más amigables o menos críticos del régimen.
4. Deslegitimación simbólica de los espacios diplomáticos occidentales
El cierre de embajadas en Noruega y Australia puede tener un componente simbólico: reducir la exposición diplomática ante países considerados “occidentales” o alineados con críticas al gobierno venezolano.
Por ejemplo, Noruega ha sido escenario de presencia mediática y diplomática vinculada a la oposición venezolana, negociaciones y premios (como el Nobel de la Paz).
En efecto, la decisión del cierre coincidió con el Premio Nobel de la Paz otorgado en 2025 a María Corina Machado, lo que algunos analistas interpretan como un factor político en la retirada de la embajada en Noruega.
5. Fortalecimiento de la diplomacia africana como estrategia de diversificación
Desde hace años, Venezuela ha impulsado una “agenda África” como parte de su política exterior bolivariana. El nombramiento reciente de embajadores para Senegal, Benín, Túnez, Sudáfrica y Namibia refuerza esta tendencia.
En 2024, por ejemplo, la comisión parlamentaria venezolana aprobó nombramientos diplomáticos ante países africanos con concurrencias (para cubrir múltiples países desde una embajada).
El fortalecimiento de vínculos en África puede abrir oportunidades comerciales, energéticas y diplomáticas, al margen de los centros tradicionales de poder.
6. Problemas operativos, de seguridad o incidentes diplomáticos
En algunos casos, Venezuela ha denunciado actos vandálicos contra sus sedes diplomáticas. Por ejemplo, la embajada venezolana en Oslo fue objeto de vandalismo, y el gobierno venezolano lo denunció como un ataque “fascista”.
Aunque no se ha dicho que estos incidentes sean razón exclusiva del cierre, sí pueden contribuir al argumento de que mantener ciertas misiones en ciertas capitales se vuelve costoso o riesgoso en el contexto nacional.