En la República Democrática Alemana (RDA), marcada por la división de Alemania, el Trabant representó durante décadas la posibilidad de autonomía personal y movilidad. Su nombre, que significaba “satélite” o “compañero de viaje”, lo convirtió en el vehículo más identificado con la vida cotidiana en el Este.
La producción del Trabant inició en 1957 en Sajonia. Fue concebido como un automóvil accesible para la población, aunque su costo lo colocó en un rango aspiracional. En un contexto de control estatal, disponer de un vehículo particular era una experiencia muy valorada.
El modelo empleaba un motor de dos tiempos con una potencia de entre 18 y 26 caballos. Su carrocería, fabricada con Duroplast —resina fenólica con fibras de algodón recicladas—, surgió ante la escasez de acero en la RDA. Su fabricación se mantuvo durante más de tres décadas con escasas modificaciones técnicas.
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La demanda superó siempre a la oferta. Las listas de espera podían prolongarse más de diez años y, en algunos casos, los padres inscribían a sus hijos desde recién nacidos para garantizar que recibieran un vehículo en la adultez. En paralelo, surgió un mercado de segunda mano en el que los precios superaban a los oficiales.
Un auto en la historia de la reunificación
El Trabant adquirió un lugar especial en la memoria colectiva durante la caída del Muro de Berlín, en noviembre de 1989. Las imágenes de cientos de autos cruzando hacia el Oeste se convirtieron en un símbolo de la reunificación alemana. Antes de ese momento, algunos intentaron incluso usarlo como medio para huir.
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El mural de la artista Birgit Kinda en la East Side Gallery de Berlín inmortalizó esa escena, al pintar un Trabant atravesando el muro. “Era una sensación genial, sentía la libertad y el Trabant la impulsó a pintar su famosa obra”, relató Kinda a DW.
Tras la reunificación en 1990, el modelo perdió rápidamente presencia en el mercado frente a marcas occidentales como Volkswagen o BMW. La producción se interrumpió en abril de 1991 y muchos vehículos se vendieron a precios simbólicos.
Con el paso del tiempo, el Trabant se transformó en objeto de colección. Hoy, modelos comunes en buen estado se cotizan entre 4,000 y 5,000 euros, mientras que versiones raras alcanzan hasta 20,000 euros. Se calcula que entre 30,000 y 40,000 unidades aún circulan en Alemania.
35 años de unidad alemana
Este 3 de octubre de 2025, Alemania celebró el 35 aniversario de la reunificación. En esa fecha, la RDA se integró formalmente a la República Federal de Alemania. Durante la conmemoración en Saarbrücken, el canciller Friedrich Merz llamó a la cohesión y recordó la valentía de quienes impulsaron la revolución pacífica en 1989.
El presidente francés Emmanuel Macron, invitado de honor, subrayó que Europa requiere actuar como un poder geopolítico con la misma “audacia” que los ciudadanos del Este demostraron hace 35 años.
A pesar del tiempo transcurrido, encuestas recientes muestran que cerca de un tercio de los alemanes perciben una brecha entre el Este y el Oeste. La transición económica posterior a la reunificación significó desempleo y cierre de empresas en el Este, lo que impactó en la percepción de igualdad entre regiones.
El informe de Elisabeth Kaiser, comisionada federal para Alemania del Este, indicó que, aunque el país vive unido, la identidad oriental sigue influyendo en generaciones jóvenes. Kaiser señaló que mientras los jóvenes del Oeste rara vez se identifican con la etiqueta de “Alemania Occidental”, los del Este lo hacen con mayor frecuencia.
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Una visión desde el presente
El medio alemán DW documentó que el Trabant se convirtió en un ícono cultural y turístico. En Berlín existen recorridos conocidos como “Trabi Tour”, que permiten a los visitantes manejar estos vehículos como parte de la experiencia histórica.
La ex-piloto de rallies Monika P. comentó a DW: “Tras la caída del muro nadie quería un Trabant porque era demasiado lento, todos se compraron autos modernos, pero ahora está de moda. Todos quieren uno, yo también”.
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El coleccionista José González declaró al medio que el Trabi “tiene los mismos problemas y las mismas dificultades que un coche occidental de la misma época”.
A 35 años de la reunificación, el vehículo que acompañó a miles de ciudadanos del Este mantiene un lugar en la memoria colectiva y en las calles, ya no como una necesidad, sino como una pieza de colección que conecta pasado y presente.
VGB