En medio de las tensiones entre Israel y Gaza, el primer ministro Benjamin Netanyahu ha tomado una postura firme en relación a las condiciones para una tregua. Su gobierno exige la liberación de 240 rehenes, presuntamente retenidos por el movimiento Hamas, como condición previa para cualquier cese al fuego. Esta situación surge en un contexto donde Israel ha experimentado un incremento en actos de antisemitismo a nivel global, lo que ha llevado al gobierno a emitir advertencias a sus ciudadanos contra viajes al extranjero.
La guerra actual, que se extiende por más de cuatro meses, es descrita como el conflicto más prolongado y severo enfrentado por Israel desde su fundación en 1948. En este marco, figuras políticas internas, como el ex primer ministro Ehud Barak, han criticado la gestión de Netanyahu, sugiriendo que su liderazgo podría estar llevando al país hacia una crisis profunda. Barak ha pedido elecciones anticipadas como medida para reorientar el curso del país.
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Además, la proximidad del mes sagrado de Ramadán añade una capa adicional de complejidad, con preocupaciones sobre la posibilidad de que acciones provocadoras durante este período puedan intensificar aún más el conflicto
Este escenario refleja el complejo equilibrio entre las demandas de seguridad interna de Israel y las presiones internacionales por una solución pacífica al conflicto.
La postura de Netanyahu, enfocada en la seguridad y la liberación de rehenes antes de considerar una tregua, subraya la difícil situación que enfrenta Israel, navegando entre la crítica interna y los desafíos geopolíticos en una región marcada por tensiones históricas y actuales.
Previo a la negativa de Israel
Israel y Hamás habían avanzado a un acuerdo para lograr un alto al fuego y liberar a los rehenes retenidos en la Franja de Gaza, arrasada por la guerra, según dos funcionarios con conocimiento directo de las conversaciones, mientras las reuniones entre los dos bandos continuaban el martes en El Cairo.
El diálogo seguía avanzando a pesar de que Israel intensificó su ofensiva sobre Rafah, la ciudad del sur del enclave a dónde han huido 1.4 millones de palestinos desplazados para refugiarse de los combates en otras zonas. Israel rescató a dos cautivos en la ciudad próxima a la frontera egipcia en una operación que mató a al menos 74 palestinos, según funcionarios de salud locales, y dejó un rastro de destrucción.
Un acuerdo daría a la población en Gaza el respiro que necesitan desesperadamente luego de cinco meses de guerra y dejaría libres a las alrededor de 100 personas que siguen cautivas en el enclave palestino. Mientras la guerra se recrudece, los esfuerzos mediados por Qatar, Estados Unidos y Egipto para forjar una tregua se han visto obstaculizados por las posiciones totalmente enfrentadas de Hamás e Israel.
Israel ha hecho de la destrucción de las capacidades de gobierno y militar de Hamás y de la liberación de los rehenes sus principales objetivos en esta guerra, que comenzó luego de que miles de insurgentes, encabezados por Hamás, irrumpieron en el sur de Israel y mataron a mil 200 personas, en su mayoría civiles, y tomaron a unas 250 personas como rehenes, incluyendo mujeres y niños, según las autoridades israelíes. Decenas de miles de israelíes se vieron obligados a abandonar las comunidades destruidas.