El 19 de abril de 1970, Colombia vivió unas elecciones presidenciales que marcarían el devenir político del país. Misael Pastrana Borrero, candidato del Partido Conservador y representante del sistema bipartidista del Frente Nacional, se enfrentaba al general Gustavo Rojas Pinilla, líder de la Alianza Nacional Popular (ANAPO), una coalición diversa que incluía liberales, conservadores y militares con afinidad por los movimientos progresistas de América Latina.
ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP. EL PODER DE LA INFORMACIÓN EN LA PALMA DE TU MANO
Las primeras horas de los comicios parecían indicar una victoria de Rojas Pinilla, según los reportes radiales. Sin embargo, en la noche, el ministro de gobierno, Carlos Augusto Noriega, ordenó suspender la difusión de resultados y el presidente Carlos Lleras Restrepo decretó Estado de sitio, pronunciando su famoso “discurso del reloj”, que impuso el toque de queda.
Te podría interesar
La incertidumbre y ansiedad se apoderaron del país, en especial de aquellos que veían en esta elección la oportunidad de desmantelar el Frente Nacional, un pacto entre las élites que alternaba el poder entre los partidos tradicionales. Finalmente, Misael Pastrana fue declarado vencedor, aunque las sospechas de fraude electoral eran palpables. Las denuncias se materializaron más de dos décadas después cuando el exministro Noriega publicó su libro Fraude en la Elección de Pastrana Borrero, confirmando las dudas de muchos.
Este aparente golpe a la democracia impulsó un movimiento clandestino que, poco a poco, tomó fuerza. A partir de ese momento, comenzaron a aparecer curiosos mensajes en la prensa y en las paredes de las ciudades que anunciaban la llegada del M-19, como si se tratara de una cura para los males sociales. En enero de 1974, el grupo guerrillero debutó con un acto simbólico: el robo de la espada de Bolívar de la Quinta de Bolívar.
El M-19, fundado por antiguos miembros de la ANAPO y figuras del ala izquierda, se presentó como una guerrilla urbana, nacionalista y antioligárquica, distinta a las demás insurgencias marxistas como las FARC y el ELN. Sus líderes, como Carlos Pizarro, Jaime Bateman y Carlos Toledo Plata, se convirtieron en los rostros de un movimiento que ganó notoriedad por su capacidad de acción política y militar. Robos masivos de armas, secuestros de figuras públicas y asaltos a embajadas demostraron la audacia del grupo, aunque no siempre lograron el apoyo popular.
Uno de los eventos más trágicos asociados al M-19 fue la toma del Palacio de Justicia en 1985, que resultó en una violenta respuesta del Ejército y un saldo de 94 muertos, entre ellos 11 magistrados. A pesar de estas acciones, el M-19 también promovía iniciativas populares, como el reparto de alimentos en barrios marginados.
Con el tiempo, y tras diálogos fallidos, el M-19 finalmente firmó un acuerdo de paz en 1990, con el gobierno de Virgilio Barco. El acuerdo incluía la dejación de armas y su transformación en un partido político, la Alianza Democrática M-19, con el que participó activamente en la Asamblea Nacional Constituyente que dio lugar a la Constitución de 1991.
Uno de sus exmilitantes más destacados es Gustavo Petro, quien ingresó al M-19 en 1978. Petro se mantuvo en las bases del movimiento, participando más en actividades políticas que en operaciones militares. Tras la desmovilización, Petro inició una carrera política que lo llevó a ocupar diversos cargos, incluyendo la presidencia de Colombia en 2022, cerrando un capítulo de lucha por la justicia social que comenzó con las denuncias de fraude electoral en 1970.