Este jueves, la planta nuclear ubicada en Fukushima Daiichi, que resultó con severos daños tras un tsunami en la región, comenzó a verter en el océano Pacífico las primeras cargas de agua radiactiva, lo cual ha encendido la polémica y generado críticas hacia Japón.
Dentro de las primeras reacciones, el gobierno de China ha prohibido el ingreso del pescado y marisco japoneses al país. Asimismo, en el mismo país donde se encuentra la planta, se han dado diversas manifestaciones por parte de los pobladores.
También un amplio sector pesquero ha mostrado su descontento con la medida, ya que aseguran que dicho acto afectará su reputación.
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En el mismo sentido, se ha indicado que también en Corea del Sur se ha expresado la preocupación ante la contaminación del agua de dicho mar con los residuos radioactivos.
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"Se ajustarán de forma dinámica las medidas regulatorias relevantes como sea apropiado para evitar los riesgos de la descarga de agua con contaminación nuclear para la salud y la seguridad alimentaria de nuestro país", señaló un comunicado chino.
Más detalles
Después del anuncio emitido por el gobierno chino, el presidente de TEPCO, Tomoaki Kobayakawa, señaló que la compañía ya se encontraba preparada para indemnizar de forma apropiada a los empresarios de pescado japoneses por el veto que se impuso.
Cabe señalar que China representa un gran mercado comercial para Japón y, por lo cual, las autoridades de dicho país se comprometieron a dar explicaciones científicas acerca de que no hay ningún alimento contaminado, con el fin de que el veto se retire.
En el mismo sentido, se ha señalado que el tratamiento que lleva el agua radiactiva que se arrojó al mar la convierte en un agua residual más segura que los estándares internacionales, lo que se espera reduzca el impacto ambiental.
Asimismo, Tony Hooker, quien es el director del Centro para Innovación, Educación e Investigación de Radiación en la Universidad de Adelaida, declaró que si bien el agua radiactiva que se liberó en el Pacífico está por debajo de los estándares de salud mundial, es un plan seguro.
“Verter radiación al mar es una cuestión muy política. Comprendo las preocupaciones de la gente, y eso es porque como científicos no lo hemos explicado muy bien, y debemos ofrecer más educación”, dijo Hooker.
CAO