LAS CONSECUENCIAS DE LA MILITARIZACIÓN

La militarización de Brasil, sus semejanzas a México y sus consecuencias

Los investigadores Vinicius Mariano de Carvalho y Raphael C. Lima, analizaron el caso de la importancia de los militares para el desarrollo económico, político y social en Brasil

La militarización de Brasil, sus semejanzas a México y sus consecuencias
La militarización de Brasil, sus semejanzas a México y sus consecuenciasCréditos: Especial
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En México, recientemente el debate de la permanencia del ejército en las calles para colaborar en labores de seguridad han permeado en la sociedad, generando bandos de apoyo y refutación de la medida, quienes debaten las consecuencias que lleva la inclusión de los militares en la vida social, política y económica del país.

En ese sentido, los investigadores Vinicius Mariano de Carvalho y Raphael C. Lima, han publicado un artículo titulado “Shaping the security-development nexus in Brazil: the military as a modernising and nation-building actor?”, en el que examinan el caso de la militarización del país, sus orígenes y sus consecuencias para el desarrollo de la nación.

Los autores entienden que “las líneas borrosas entre la construcción de una nación militar, la construcción del estado, la asistencia y las funciones de seguridad pueden tener al menos tres efectos dañinos”, que son:

  • Reducir los incentivos a la institucionalización y desarrollo de otras agencias estatales.
  • Reforzar las tendencias de intervención militar en la política en los estados posautoritarios.
  • Distraer a los militares de su función principal: la defensa y la contribución a una política de seguridad nacional.

En su artículo, los autores plantean que la militarización de Brasil es resultado de un proceso histórico en el que las fuerzas armadas jugaron un papel clave para la modernización y construcción nacional, “resultado de una convergencia de visiones sobre desarrollo y seguridad de militares y sectores de las élites civiles con perdurables relaciones sociales”.

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En el caso del desarrollo social de Brasil, se construyó sobre la idea de que "no hay seguridad sin desarrollo, ni desarrollo sin seguridad”, desde una época anterior a la Segunda Guerra Mundial, donde tras su finalización, permeó la idea de que el desarrollo era un problema de seguridad, principalmente en América Latina, África y el sudeste asiático.

“El desarrollo económico consideraba a la seguridad como un bien derivado o subordinado, es decir, la inseguridad era una patología del desarrollo como la seguridad era una condición previa al desarrollo”, escriben los autores.

Esta fusión entre desarrollo y seguridad se dio bajo el efecto de estados con recursos limitados que tenían que elegir entre invertir en el desarrollo militar o en el socioeconómico, en los cuales se esperaba que “los militares se prepararan para operar en entornos complejos con múltiples actores estatales, no estatales y humanitarios y, en algunos casos, entregar asistencia no tradicional a las poblaciones locales”. 

Estas acciones ampliadas que debían realizar los militares, las cuales pueden definirse como “misiones de guerra y no bélicas”, dieron como resultado “el entrenamiento y el despliegue militar que abarca una variedad de misiones distintas, como operaciones de mantenimiento de la paz, guerra, socorro en casos de desastre, seguridad interna”, entre muchas otras.

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Según los autores, la expansión de roles de los militares se debió a 4 elementos claves:

  1. La reducción de las preocupaciones geopolíticas finales con la asistencia de seguridad después de la Guerra Fría.
  2. La opinión generalizada de que la ayuda no fue suficiente para prevenir tragedias humanitarias, como se vio en Ruanda.
  3. La drástica reducción del conflicto interestatal en las agendas de los políticos inmediatamente después de la Guerra Fría.
  4. Las organizaciones criminales y el crimen que van más allá de las fronteras estatales y se vuelven de naturaleza transnacional.

“La comunidad de desarrollo internacional tenía como objetivo brindar un apoyo más amplio que solo ayuda económica o asistencia de seguridad, un cambio que dio origen a un enfoque integral para los estados que salen de un conflicto”.

El caso de Brasil

En el caso de Brasil los autores rastrean la militarización del país hasta principios del siglo XX en la recién establecida República, la cual heredó la identidad nacional, que se había construido desde la época del Brasil imperial, caracterizado por una unidad territorial.

Sin embargo, en esa época, “las élites disidentes llegarían a criticar al régimen por inestabilidad política, corrupción, fraude electoral, clientelismo, problemas económicos, industrialización incipiente y estructura oligárquica”, lo que llevaría a confiar sobre manera en la rectitud de los militares.

Por eso, se pensó que el ejército era la “organización más calificada para liderar el proceso de desarrollo en Brasil”, idea que se formalizó a través de cuatro puntos claves:

  1. El legado de las ideas positivistas sobre los jóvenes oficiales al final del Imperio.
  2. El proceso de profesionalización militar resultante de las misiones alemana y francesa y el final de la Primera Guerra Mundial
  3. La consolidación de un proyecto militar conservador de modernización del país entre las décadas de 1910 y 1930.
  4. Los cambios legislativos durante la década de 1930 y la alianza cívico-militar durante la dictadura de Getúlio Vargas de 1937 a 1945.

En esa época, los jóvenes militares vieron el establecimiento de la escuela militar como “una institución que intentaba rivalizar con las academias civiles estudiando matemáticas y otras ciencias”, por lo que creían que el ejército tenía “un papel en la modernización de la sociedad y las ideas positivistas eran una forma de superar una sociedad basada en el privilegio, el atraso y el pasado”.

La idea preponderante de desarrollo nacional en esa época fue que un grupo militar ilustrado podía salvar a la Nación, por lo que a los militares "debería asignárseles no sólo la misión política de modernización, sino también la de organizar a la sociedad en una estructura militar".

“Sólo un Estado fuerte y centralizado con un proyecto nacional podría promover la industrialización, el desarrollo tecnológico autónomo y el desarrollo económico y convertir a Brasil en un país verdaderamente soberano”.

Así, la estructura política, social y económica de Brasil se construyó bajo cuatro puntos principales:

  1. El Estado es el factor predominante en la vida política
  2. El estado debe centralizar y construir una política nacional
  3. Desarrollar y entrenar élites para dirigir el estado
  4. Las fuerzas armadas eran la élite más preparada, nacionalista y organizada.

Estas ideas, según cuentan los autores continúan hasta la actualidad, donde las personas siguen manteniendo la ideas de que el ejército tiene un papel clave en el desarrollo nacional, y que el estado carece de la capacidad para proporcionar políticas públicas de manera efectiva, pues está gobernado por élites corruptas con intereses parroquiales.

Los problemas de la militarización de un país

El no establecimiento de controles civiles efectivos y misiones claramente definidas para los militares conlleva un riesgo en tanto que “la visión de los proyectos de adquisición como proyectos de desarrollo industrial puede reforzar la confusión sobre los conceptos de defensa, seguridad y desarrollo”.

Esto lleva a que las fuerzas armadas sean empleadas para:

  • Construcción de caminos y otra infraestructura nacional cuando sea necesario
  • Contribuir a la lucha contra las epidemias
  • Apoyo a la educación de poblaciones indígenas y zonas de difícil acceso
  • Distribuir agua en áreas afectadas por sequías
  • Contribuir a otras políticas sociales.

“El problema de involucrarlos en la seguridad pública o el apoyo recurrente a las misiones de desarrollo radica en desarrollar un ciclo de dependencia excesiva de las fuerzas armadas para proporcionar políticas complejas”.

Además, la falta de claridad de lo que es defensa, seguridad y desarrollo puede llevar a unas fuerzas armadas que no se adecuan a las necesidades de seguridad del país, “Es decir, los proyectos de seguridad y defensa no están pensados en términos de diseño de fuerzas sino en términos de beneficios económicos y otras externalidades potenciales”.

“A largo plazo, estos fenómenos pueden contribuir a difuminar las líneas entre las capacidades civiles y militares, reducir los incentivos a la inversión en capacidades estatales civiles y militarizar otras políticas públicas”, afirman los autores.

VGB