LITERATURA

¿Los escritores son terroristas, blasfemos, traidores a la patria?

Borís Akunin fue incluido en la lista oficial de "extremistas y terroristas" del gobierno ruso, pero no ha sido el único escritor perseguido por un gobierno

Créditos: EFE/Maxim Shipenkov/Archivo
Escrito en MUNDO el

El Gobierno de Rusia incluyó al escritor contemporáneo Borís Akunin en la lista oficial de "extremistas y terroristas". Desde el fin de semana la editorial rusa AST anunció que dejaba de publicar los libros de Akunin, de 67 años, residente en el extranjero y quien es un férreo crítico de la guerra contra Ucrania y de las políticas del presidente ruso Vladímir Putin.

Pero el caso de Akunin no es el único donde un gobierno desacredita a un escritor y lo persigue por motivos como terrorismo, blasfemia o traición a la patria, además de prohibir sus obras literarias por motivos políticos o ideológicos.

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En el caso de Borís Akunin, las autoridades rusas consideraron que sus recientes declaraciones, que tuvieron una gran repercusión en los medios de comunicación, requerían una valoración legal, como lo expresó el director general de AST, Pável Gribkov, al anunciar la decisión de la editorial. Ese mismo día el servicio de venta de libros digitales Litres suspendió la distribución de las obras de Akunin y una cadena de librería las retiró de sus estanterías.

Adicionalmente las autoridades rusas iniciaron una causa penal en contra de Borís Akunin por "desacreditar a las Fuerzas Armadas de Rusia", según informó a la agencia rusa Interfax una fuente del Comité de Instrucción ruso. "Será declarado en busca y captura", añadió la fuente.

Borís Akunin, seudónimo de Grigori Chjartishvili, saltó a la fama con una serie de novelas ambientada en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX, que tienen como protagonista a Erast Fandorin, un singular detective ficticio, que se convirtió en un personaje entrañable para los lectores. Su primera novela, "Azazel", fue publicada en 1998 y ese mismo año salieron a la venta otros tres libros con las peripecias de Fandorin.

En vísperas de la guerra contra Ucrania y en una entrevista para la agencia EFE, Akunin acusó a Vladímir Putin de ser un "dictador" con ambiciones postimperialistas que ha llevado a su país a un estado de "semidesintegración".

Otros escritores que son perseguidos por sus gobiernos

Algunos escritores son vistos como enemigos por los gobiernos de sus propios países por cuestionar el status quo o por exponer lo que consideran injusticias del sistema. Algunos ejemplos de escritores contemporáneos que son vistos como enemigos por sus gobiernos son los siguientes:

Salman Rushdie, el novelista británico de origen indio fue acusado de blasfemia por su novela "Los versos satánicos". El gobierno iraní emitió una fatwa en su contra y Rushdie ha vivido en el exilio durante muchos años.

Naguib Mahfouz, el novelista egipcio, recibió el Premio Nobel de Literatura en 1988. Sus obras, que a menudo tratan temas políticos y sociales, fueron criticadas por el gobierno de Egipto. Mahfouz fue víctima de un intento de asesinato en 1994, que se cree fue ordenado por el gobierno.

Liu Xiaobo, el escritor y activista chino, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 2010. Su activismo en favor de la democracia y los derechos humanos le valió ser encarcelado por el gobierno chino. Liu murió en prisión en 2017.

Al escritor Sergio Ramírez le retiraron la nacionalidad

Diyar Al-Matari, la escritora siria, fue arrestada por el gobierno sirio en 2013 por sus críticas al régimen de Bashar al-Assad. Al-Matari fue liberada en 2019, pero sigue siendo vigilada por el gobierno.

Sergio Ramírez, el escritor nicaragüense fue despojado de su nacionalidad y acusado de traición a la patria por el gobierno del dictador Daniel Ortega, esto pese a que el escritor fue un miembro destacado del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y desempeñó funciones gubernamentales en el gobierno revolucionario sandinista que llegó al poder en 1979.

Aunque en algún momento fueron aliados en el pasado, Ramírez se distanció del gobierno de Ortega al expresar preocupación sobre la dirección política del país y la erosión de las instituciones democráticas.