Dos jóvenes pertenecientes al grupo activista Futuro Vegetal pegaron sus manos con pegamento al marco de las obras “Las majas” y “La Maja Vestida”, pintadas entre 1800 y 1808 por Francisco De Goya. Este sábado 5 de noviembre, la policía dio a conocer que se detuvieron a los dos activistas involucrados en el hecho.
Un joven que se identificó como Samuel, pegó su mano con pegamento mientras gritaba que tenía pánico de la crisis climática, a la par, su compañera escribió en la pared “+1.5°” como referencia al incumplimiento del Acuerdo de París que prometía mejorar las condiciones ambientales a través de estrategias que redujeran la emisión de gases, y con ello, el efecto invernadero.
Mientras el personal de seguridad intentaba separarlos, los jóvenes pedían que se les dejara en paz, pues estaban pegados, las personas que se encontraban presentes en la sala abucheaban y gritaban “¡fuera!” y “¡sinvergüenzas!”
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Al respecto, el Museo del Prado, donde se suscitaron los hechos, rechazó y condenó poner en peligro el patrimonio cultural como medio de protesta. Además, informaron a la comunidad que las obras no habían presentado daños graves pero que los marcos, sí, especialmente, el de La maja desnuda.
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El hombre de 18 años y la mujer de 21, ambos de nacionalidad española, fueron puestos a disposición judicial por los delitos de alteración del orden público y daños, informaron a EFE fuentes policiales.
Hasta hace un par de semanas, el Museo del Prado lanzó un comunicado sobre los esfuerzos que se hicieron por garantizar la seguridad de las obras y de los usuarios, esto tras el hecho suscitado en Inglaterra, cuando el colectivo ambientalista Just Stop Oil, arrojó una lata de sopa a Los Girasoles de Vincent Van Gogh como protesta en contra de las medidas energéticas implementadas por el gobierno británico para la extracción de gas y petróleo.
“La crisis del costo de la vida proviene de los combustibles fósiles, la vida diaria se ha vuelto inasequible para millones de familias que pasan hambre, no pueden permitirse ni siquiera una lata de sopa”, dijo Phoebe Plummer, activista de 21 años.
A.D