REGRESO A CLASES

Regresaron las clases… y la chatarra: persiste venta de jugos, galletas y dulces fuera de las escuelas

Dentro de la primaria Miguel Hidalgo los niños reciben menús balanceados por menos de 40 pesos al día; afuera, la banqueta ofrece frituras, refrescos y dulces con más calorías que una comida completa, reflejando el contraste entre lo saludable y lo disponible.

Escrito en METRÓPOLI el

A las 7:53 de la mañana, sobre la calzada México-Tacuba, una mujer cruzaba la calle tomada de la mano de su hijo, quien cargaba una mochila azul tan grande que le llegaba a las rodillas. Frente a la escuela, la madre se detuvo frente a un puesto ambulante, compró un jugo, un paquete de galletas y un sándwich. Entregó el desayuno exprés al niño y lo despidió con un beso en la frente.

La escena se repitió en decenas de escuelas de la Ciudad de México este lunes 1 de septiembre, en el que más de 2 millones de estudiantes regresaron a las aulas de los 7 mil planteles educativos de la capital. 

La jornada marcó el primer ciclo escolar completo desde que se aprobó la prohibición federal de comida chatarra dentro de escuelas. Sin embargo, el regreso a clases estuvo acompañado también de vendedores ambulantes que, apenas a unos metros de las puertas, ofrecían jugos saborizados, galletas, frituras y dulces. Productos que, aunque prohibidos dentro de los colegios, persisten como desayuno de última hora para muchos niños.

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La ley que no llega a la esquina

Desde el 29 de marzo de 2025, entró en vigor la prohibición de la venta y promoción de comida chatarra en todas las escuelas del país, como parte del programa "Vida Saludable" impulsado por el Gobierno Federal. 

Esta medida, afirman, busca combatir la obesidad infantil, que afecta a más del 37% de los niños en edad escolar en México. Los productos prohibidos incluyen frituras, galletas, jugos de caja, refrescos y alimentos con sellos de advertencia. No obstante, fuera de las instituciones educativas, la venta de estos productos continúa sin restricciones

En recorridos realizados por La Silla Rota por escuelas de preescolar, primaria y secundaria en colonias como Popotla, Anáhuac, Tacuba y Clavería, se observó la presencia de puestos ambulantes ofreciendo alimentos y bebidas no permitidos dentro de los planteles. 

Ninguna autoridad supervisó ni prohibió la venta.

"Adentro sí los cuidan, pero afuera…"

Olga Martínez, madre de Ricardo, alumno de segundo grado, llegó también corriendo a la escuela esta mañana. La lluvia y el tráfico complicaron su rutina. “Llegamos 10 minutos tarde. Fue un caos total”, cuenta.

Entre la mochila, el paraguas y el transporte público, apenas tuvo tiempo de pensar en el desayuno. Compró algo rápido afuera, como muchas otras madres.

“Yo sí le compro alguna chuchería a mi hijo, pero no diario. Es que sí es una contradicción que adentro promueven lo saludable, hasta te dicen cuántas calorías tiene el menú. Pero sales y lo primero que hay son papitas, jugos, garnachas…”

“Yo entiendo que mucha gente vive de eso. Pero también es disciplina como papás. Porque sí hay quienes todos los días les compran lo mismo y pues así no funciona”, reconoce. 

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Olga trabaja en Polanco. Elige la primaria “Miguel Hidalgo” en Popotla por cercanía con su empleo, aunque vive en Naucalpan. Se levanta a las 5:30 am y apenas le alcanza el tiempo para preparar a su hijo, hacer el desayuno y correr a la escuela, para después, correr de nuevo a su trabajo. 

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El menú oficial vs. la banquSILLAeta

El contraste es evidente al mirar el menú de la propia primaria Miguel Hidalgo. Esta semana, el comedor escolar ofrece yakimeshi con pan integral y cubitos de piña; croquetas de atún con arroz y pepino con jícama; sopa de lentejas con enchiladas potosinas y ensalada de lechuga, entre otros platillos. Todo calculado con un promedio de 450 a 500 calorías diarias, según las guías del IMSS.

Todo por menos de 40 pesos al día. 

Afuera, la realidad es otra. Bolsas de frituras con hasta 500 calorías en una sola porción, refrescos de 355 mililitros con más de 35 gramos de azúcar, galletas y dulces de alto contenido calórico. 

El resultado es un entorno contradictorio. Dentro de las escuelas, menús medidos, frutas y verduras; afuera, la tentación inmediata de los refrescos, papas y galletas.

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