Gina Muñoz tiene tres trabajos. A sus 32 años, trabaja en el área de recursos humanos de una empresa en Polanco, da terapias psicológicas en línea y también imparte clases de psicología deportiva de forma presencial. Aun así, dice con resignación: “No me alcanza para vivir en esta ciudad”.
Hasta hace tres años, rentaba un departamento en el centro de Coyoacán por 16 mil pesos al mes. La renta subió primero a 18 mil y después a 20 mil y entonces Gina decidió mudarse a Iztapalapa.
Ahí encontró algo más económico. 8 mil pesos más servicios por un departamento de una sola habitación, de apenas 40 metros cuadrados. Vive a 15 minutos de la estación Apatlaco del Metro, pero ya no puede seguir ahí. Tiene dos perros y su arrendador le advirtió que no le renovarán el contrato por ese motivo.
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Las opciones que le quedan, afirma, son mudarse aún más al oriente, a zonas más económicas de Iztapalapa o salir de la Ciudad de México. Ha comenzado a buscar casa en Tizayuca y en municipios del norte del Estado de México, aunque eso implique viajes de hasta tres horas para llegar a su trabajo.
“Cuando me mudé a Iztapalapa aumentaron mis tiempos de traslado unos 30 o 40 minutos. Pero lo peor es que ya ni siquiera puedo sacar a mis perritos por la noche. Es peligroso, muy inseguro, hay gente que te hostiga”, cuenta en entrevista con La Silla Rota.
“Es bonito Iztapalapa, pero cambia la calidad de vida”, sentencia.
Como Gina, decenas de jóvenes acudieron a los Diálogos del Bando 1 contra la Gentrificación, una serie de foros públicos impulsados por el gobierno de la Ciudad de México para recoger testimonios, inquietudes y propuestas sobre la crisis de vivienda que enfrentan los capitalinos, en especial los jóvenes.
“No tengo vida, solo trabajo, duermo y me traslado”
Roxana Ortiz, de 26 años relató que vino a la capital hace ocho años, cuando apenas pagaba 3 mil 200 pesos por un cuarto en Tláhuac. Con el tiempo se mudó más cerca de la zona Centro por razones laborales y logró alquilar un departamento en la colonia Doctores. Pagaba 14 mil pesos mensuales. Pero el arrendador le aumentó la renta de golpe a 22 mil.
“El contrato no me protegía en nada, así que tuve que irme”, recuerda. Ahora vive en el sur de la ciudad, cerca de la Glorieta de Vaqueritos y paga 12 mil mensuales.
Sin embargo, el cambio le ha salido caro en materia de traslados y tiempo. “Cuando vivía en la Doctores, me hacía entre una hora y hora y media a mi trabajo; ahora me hago hasta tres. A veces paso seis horas en el transporte público, tres de ida y tres de regreso. La verdad, no es vida. Lo cansado del trabajo y estar estresada por el transporte público… No tengo tiempo para mí. Es solo trabajar, dormir y trasladarme”.
Roxana quiere conocer qué programas de vivienda hay disponibles para jóvenes como ella. Quiere saber si existe alguna alternativa real.
“Mi casera ya avisó que aumentará la renta”
María Santiago llegó hace casi dos años a la Ciudad de México desde Puerto Vallarta. Actualmente vive en Iztacalco, donde paga 8 mil 500 pesos por la renta de su departamento.
Los testimonios como el de María, Roxana y Gina se repitieron durante la sesión de preguntas. Jóvenes que se enfrentan a rentas que no dejan de subir, contratos sin garantías y trayectos agotadores que los obligan a salir de la Ciudad de México.
Gina ya prepara su siguiente mudanza. “No veo cómo poder pagar más de lo que pago actualmente. Es imposible”, afirma.
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