A menos de un metro de un bebedero seco, una vendedora ambulante ofrece botellas de agua a 10 pesos. A su lado, el dispensador metálico luce oxidado, cubierto de polvo, con el botón flojo y una charola convertida en cenicero. El Metro de la Ciudad de México, que alguna vez prometió acceso gratuito a agua potable, mantiene cientos de estos dispositivos, pero casi nadie los usa. La razón: no funcionan.
De los 430 bebederos instalados en el sistema desde 2015, con una inversión pública de más de 24 millones de pesos, la mayoría permanece inservible o ignorada por los usuarios.
Durante un recorrido realizado por La Silla Rota por distintas estaciones de las líneas 2, 3, 4 y 7 del Metro se constató que los aparatos no sirven, están sucios o incluso cubiertos con bolsas negras. Tampoco se vio a algún usuario intentar usarlos.
“Siempre uso el Metro, pero no los bebederos. Primero, porque he visto que no sirven; y en segundo lugar, porque no confío en el agua que ponen”, dice Gerardo Medina, mientras carga una botella recién comprada junto a uno de los dispensadores sin agua.
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56 mil pesos por bebedero
La instalación de bebederos en el Metro comenzó en 2015, durante la administración de Miguel Ángel Mancera. Ese año se anunció la colocación de al menos dos dispensadores en cada una de las 195 estaciones del sistema.
Para 2018, se habían instalado 430 unidades con una inversión pública de más de 24 millones de pesos. Cada bebedero costó cerca de 56 mil pesos.
Sin embargo, en marzo de 2020, con la llegada de la pandemia por COVID-19, el Metro suspendió el uso de los bebederos por razones sanitarias. La suspensión del servicio duró más de tres años.
Fue hasta mediados de 2023 cuando el Metro anunció la reactivación de estos equipos, como parte de un plan de mitigación ante las altas temperaturas. No obstante, una gran cantidad de usuarios no volvieron a confiar en estos aparatos, ya que, la mayoría, se encuentran sucios y sin mantenimiento.
“Jamás consideraría tomar agua en el bebedero del Metro. Para mí se me hace como material radioactivo, totalmente insalubre”, comenta Rocío, usuaria habitual del sistema. “Ni siquiera sé si les sale agua, porque ni me atrevo a tocarlos. Se me hace algo muy antihigiénico. El Metro está sucio, hay estaciones que huelen a pipí, está lleno de basura”.
La Silla Rota solicitó al Sistema de Transporte Colectivo (STC) información sobre cuántos bebederos están en funcionamiento, si existe un programa de mantenimiento vigente y qué dependencia los gestiona. Hasta el cierre de esta edición, no hubo respuesta.
Venta de botellas de agua a centímetros de bebederos secos
Durante el recorrido realizado por La Silla Rota, fue común observar vendedores ambulantes ofreciendo botellas de agua justo al lado de los bebederos.
En estaciones como Tacuba, Tacubaya, Refinería y Rosario, los dispensadores de agua estaban secos, oxidados o cubiertos de basura, mientras que a escasos centímetros se comercializaban botellas de agua a 10 o 15 pesos.
Todo esto, mientras el gobierno Federal y el de la Ciudad de México promueven el consumo de agua simple por encima de refrescos y bebidas azucaradas, pero permiten que cientos de dispensadores públicos sigan secos o inservibles.
"Están como las escaleras del Metro, que ninguna sirve. Igual los bebederos de agua. Jamás he podido tomar agua porque no sirven”, reclama Eduardo Cerón, vecino de la alcaldía Azcapotzalco.
Ante ello, miles de personas se ven obligadas a gastar en botellas plásticas de un solo uso, en un contexto donde también se intenta reducir el consumo de plásticos.
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“He visto que casi no funcionan los bebederos en ninguna estación. A veces hace mucho calor y sí los necesitamos”, dice Vania en entrevista.
Con ella coincide Fernanda García, usuaria regular de la Línea 7, quien afirma que ella sí utilizaría los bebederos si estos contaran con agua. “A veces uno tiene que volver a comprar una botella, generar más basura o gastar dinero cuando ya cargas tu termo. Sería más fácil rellenarlo, sobre todo en tiempos de calor”, señala.
“Sería muy conveniente tener agua disponible. Al principio, cuando fue la pandemia, entendía que no tuvieran agua o estuvieran cerrados por salubridad, pero con el tiempo considero que ya debería ser algo regular”, insiste.
Un abandono casi total
Para Víctor Alvarado, especialista en movilidad y políticas públicas, la situación de los bebederos en el Metro no es un problema aislado ni temporal, sino parte de un abandono sistemático.
“En la última consulta oficial que hice en febrero de 2023, prácticamente todos los bebederos tenían algún grado de falla o necesitaban mantenimiento”, afirma.
Alvarado explica que entre 2017 y 2020 no se realizaron los cambios necesarios de filtros y que no se ha asignado un presupuesto específico para mantenerlos en funcionamiento.
“Mantener cada bebedero no es un gasto elevado, pero la falta de continuidad y coordinación en las políticas públicas ha provocado que estas unidades queden inservibles y olvidadas”, señala.
El especialista señala que el costo estimado para dar mantenimiento básico a cada bebedero ronda los 3 mil pesos, una cifra modesta en comparación con el presupuesto general del sistema de transporte. Sin embargo, la falta de recursos etiquetados y de un programa preventivo impide que se rehabiliten adecuadamente.
“El abandono de esta infraestructura es solo una parte del problema. También vemos deficiencias en escaleras eléctricas, alumbrado y otros servicios que reflejan un descuido generalizado del Metro”, explica.
Finalmente, advierte que para evitar que este tipo de programas se queden a medias es necesario que las políticas públicas trasciendan cambios de administración y cuenten con evaluaciones y asignaciones presupuestales claras y permanentes.
Contexto: Al instalar los bebederos en agosto de 2015, Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro informó que pagaría 12 millones de pesos por la compra, instalación y mantenimiento de 390 muebles para el consumo de agua potable, sin embargo, de acuerdo con una solicitud de información que hizo La Silla Rota, el costo final fue de 24 millones 182 mil 433 pesos.
El Metro precisó que el plan original de instalar 390 bebederos se modificó para llegar a 432 bebederos, es decir, se instalaron 42 muebles más.
Esa inversión total representaba 30 mil 769 pesos por la compra, instalación y mantenimiento de cada bebedero, pero el costo final ascendió a 55 mil 977 pesos por cada uno, es decir, el Metro terminó pagando 25 mil 208 pesos más por cada uno, equivalente a un incremento del 82% de la inversión prevista inicialmente.
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El STC no desembolsó los recursos para instalar y dar mantenimiento a los bebederos, sino que ISA, la empresa que despliega los anuncios en los pasillos de las estaciones cubrió en especie una deuda que tenía con el Metro.
Los bebederos se instalaron para cumplir con la disposición que obliga a las autoridades de la Ciudad de México a facilitar a las personas el acceso al agua potable, que se publicó en la Gaceta Oficial el 23 de marzo de 2015.
kach