A pesar de la entrada en vigor de la ley que prohíbe la venta de comida chatarra dentro de las escuelas públicas y privadas del país, estudiantes continúan comprando y consumiendo pizzas, chicharrones, dulces y refrescos en las inmediaciones de sus centros educativos.
Durante un recorrido realizado por La Silla Rota en escuelas primarias y secundarias de Iztapalapa, se pudo constatar que decenas de comerciantes instalaron sus puestos de golosinas como de costumbre, y vendieron sus productos a niñas y niños que salían de clases.
“Nos dijeron que ya no podíamos vender fuera de las escuelas porque dentro se está prohibiendo la comida chatarra por la ley que aprobó la SEP, pero aquí estamos. Tenemos necesidad de trabajar, de vender”, expresó Estefanía, quien vende helados y nieves fuera de la escuela primaria "Guadalupe Ceniceros", ubicada en la colonia Constitución de 1917.
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Minutos antes de la hora de salida, los puestos de dulces, frituras, jugos, gorditas, tostadas, quesadillas, dorilocos, helados, banderillas y pizzas ya estaban listos para recibir a los niños, quienes, al escuchar el timbre, salieron a comprar todo lo que no encontraron dentro de la escuela.
“Lo que pasa es que el gobierno está presionando por todos lados, que las placas, que impuestos, que no quieren que las personas vendan aquí, ya es cuestión de cada uno si quieren comprar comida chatarra o algo bueno”, comentó en entrevista doña Rosa, quien esperaba a su nieta afuera de la escuela.
El 29 de marzo, entró en vigor en México la nueva normativa que prohíbe la venta y promoción de comida chatarra en todas las escuelas del país, como parte del programa “Vida Saludable”, impulsado por el gobierno federal. Según las autoridades, el objetivo de esta medida es reducir los altos índices de obesidad infantil y juvenil que afectan a la población.
La ley establece que las cooperativas y tiendas escolares ya no pueden vender productos ultraprocesados con altos niveles de azúcar, grasas saturadas, grasas trans y sodio. Entre los alimentos restringidos se encuentran refrescos y bebidas azucaradas, frituras, dulces, chocolates, pasteles, pan, botanas y comida rápida, como hamburguesas, hot dogs y pizzas.
Alimentos que, sin embargo, los estudiantes pueden conseguir, sin ninguna restricción, a unos pasos de sus aulas.
“Alumnos prefieren chicharrones y chetos”
A pesar de que muchos comerciantes siguen vendiendo fuera de las escuelas, otros han sido afectados por la medida. Tal es el caso del señor Alfonso Silva, quien durante 40 años ha vendido dulces y golosinas fuera de la escuela secundaria general 137; no obstante, las autoridades del plantel le pidieron mover su puesto a otra calle.
“Nosotros de esto vivimos y es nuestra fuente de trabajo. Va a ser difícil que yo deje esto porque de aquí vivo. Yo estaba junto a la puerta (de la escuela) y me dijeron que si me quedaba ahí, la escuela podría ser sancionada, entonces me pidieron que me recorriera para que no hubiera problemas”, relata a La Silla Rota.
Don Alfonso, quien ha visto disminuidas sus ventas, comenta que ha intentado vender productos más saludables, como fruta y verdura picada, sin embargo, los alumnos prefieren “las papas, chicharrones, chetos y a la fruta no le hacen caso”, asegura. “Pero si nos dicen que tenemos que quitar eso (los dulces), lo tendremos que quitar y vender cosas nutritivas”, agrega.
De acuerdo con la nueva normativa, las escuelas en las que se siga vendiendo comida chatarra podrían enfrentar multas que van de 100 a 15 mil UMAs; es decir, desde 11 mil 314 pesos hasta un millón 697 mil 100 pesos.
“En las escuelas está bien, pero afuera es responsabilidad de cada uno”
Esta política también ha ocasionado división de opiniones entre los padres de familia, ya que algunos critican esta nueva ley y la acusan de imposición, mientras que otros señalan que era una política “necesaria”.
“Necesitamos que nos inculquen esa cultura de comer saludable. Afuera depende de cada uno, es responsabilidad lo que uno quiera consumir. En las escuelas y en el hogar se supone que se fomenta (el buen comer) y fuera uno tiene la libertad, pero es bajo tu responsabilidad”, afirma el señor Felipe Ramos, quien le compraba a su hija un vaso de fruta en un puesto fuera de la primaria.
En esto no coincide la señora Luisa, quien señala que la prohibición “está mal” porque a muchos padres de familia no les alcanza para que sus hijos puedan comprar comida saludable. “Cuando te alcanza, pues qué padre, cuando no, qué te cuesta comprar una bolsita de chicharrones que al momento le quita la ansiedad de comer a la criatura”, dice.
“No le hacemos mal a nadie”
A pesar de lo que dicen los comerciantes, Liliana Bahena, coordinadora del programa Mi Escuela Saludable asegura que la transición hacia opciones más saludables dentro de las escuelas no es tan complicada como se podría pensar.
"Las vendedoras pueden seguir ofreciendo productos, pero deben ser opciones saludables como quesadillas, frutas, verduras o platillos preparados", dijo la especialista.
Sin embargo, los vendedores mencionan que los niños prefieren la comida chatarra y que esta nueva política pondrá en riesgo su ingreso y podría ocasionar el cierre de varias empresas. Asimismo, acusan que, mientras a ellos no les dejan vender, a las tiendas alrededor de las escuelas “no les dicen nada”.
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Algo que pudo constatar La Silla Rota ya que, alrededor de la primera y secundaria de la colonia Constitución de 1917 hay más de 10 tienditas y un par de Oxxos.