Areli avanza entre las lápidas con la misma ropa que ha usado en marchas, movilizaciones y oficinas públicas: una playera blanca con la imagen de su hijo Eduardo y la de su hermano Marcos. A su lado caminaba su hija, vestida igual. Las dos llegaron al Panteón Civil de Dolores este martes para presenciar la apertura de la primera fosa común para buscar coincidencias con personas desaparecidas.
Algo por lo que había luchado por años
“Es un gran paso… Apenas empieza, pero empieza”, dijo Areli a la Silla Rota, quien desde 2020 forma parte del colectivo “Hasta Encontrarlos”.
Sus familiares desaparecieron en Álvaro Obregón después de un episodio de violencia ligado, según la investigación, a trabajadores de funerarias. “Si la fiscalía hubiera hecho su trabajo desde el inicio, probablemente ya sabríamos dónde están”, afirma. “No como quisiéramos, pero ya los habríamos encontrado”.
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La historia de Areli no era la única presente esa mañana.
Durante la apertura, decenas de madres buscadoras asistieron a presenciar la primera recuperación controlada de restos en fosas comunes.
Un procedimiento técnico y forense destinado a identificar cuerpos que fueron enterrados sin nombre; la señora Areli dijo que muchos cuerpos fueron enviados a la fosa común sin agotar las investigaciones necesarias.
Un proceso que la ciudad pospuso por décadas
La fiscal general, Bertha Alcalde Luján, encabezó la ceremonia. Frente a familias de desaparecidos, colectivos y representantes de diversas instituciones, la funcionaria anunció del Plan de recuperaciones controladas, una estrategia que tomó siete meses de investigación preliminar y cruce de datos para seleccionar la primera fosa: la número 26, línea 2 BIS, nivel 15 del Panteón Dolores.
“El objetivo es hacer justicia, garantizar la verdad y asegurar la restitución digna de las personas fallecidas que fueron inhumadas sin ser identificadas”, dijo.
Reiteró que se trata de un proceso largo y subrayó que ninguna intervención se realizará sin investigación exhaustiva previa ni sin acompañamiento de las familias.
La ciudad no había emprendido antes un ejercicio de esta escala. El Panteón Civil de Dolores, el único con fosas comunes colectivas usadas de manera continua desde mediados del siglo XX, alberga 75 fosas que nunca han sido revisadas. Durante décadas, cuerpos no reclamados o mal identificados fueron inhumados sin trazabilidad completa.
La fase piloto comenzó tras cotejar los nombres de personas inhumadas con el Registro de personas desaparecidas de la Ciudad de México. La Fosa 26 fue seleccionada porque concentra el mayor número de posibles coincidencias con reportes vigentes.
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Colectivos supervisan búsqueda
Los trabajos se iniciaron con equipos forenses del Instituto de Servicios Periciales y Ciencias Forenses (ISPCF), observados de cerca por colectivos que han exigido durante años derecho de inspección.
Entre ellos, Areli, que mira la tierra removida. “Llevamos cinco años pidiendo entrar a un panteón. Hoy entramos. Esperamos que lo que se haga aquí se replique en San Isidro, donde creemos que podría estar mi hijo”, afirma.
Las autoridades evitaron fijar plazos y se limitaron a detallar la metodología de las exhumaciones que constará de recuperación de elementos óseos, análisis y, si no hay identificación inmediata, resguardo temporal en instalaciones forenses mientras termina la construcción del nuevo centro especializado.
