"El primer sentimiento que me llegó fue el miedo, al saber que esto estaba pasando dentro de mi escuela".
Así describe Xime, (nombre cambiado a petición de la entrevistada) la reacción al anuncio de Jesús, un alumno de 16 años había sido asesinado dentro del plantel Sur del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH).
Por eso ella entró en shock, con sentimientos de miedo y confusión, al ver que en su escuela no se tiene la seguridad o las precauciones para evitar estos sucesos.
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"La verdad es como algo que te llega y justamente ahorita que ingresé a la escuela con mis compañeros, el ambiente se siente demasiado tenso”, continúa en entrevista con La Silla Rota.
“Hasta voltear a ver, o pasar cerca de donde pasaron todos los acontecimientos es una sensación muy rara, llena de miedo, de tristeza y de enojo al saber que nuestra escuela no pudo evitar esta situación que en ningún momento debió pasar”.
Contexto: de acuerdo con lo que Lex Ashton declaró a las autoridades y los testimonios que dejó en redes, sentía ira por ser un célibe involuntario (incel) sin relación afectiva con alguna mujer, además de que arrastraba problemas de depresión, que ya habían sido detectados pero a los que no se les dio seguimiento, como dijo al psicólogo del hospital trauma del sur.
Lex tiene 19 años, y ya no estaba inscrito en el ciclo regular del CCH porque tenía materias sin aprobar y eso impidió que ingresara a licenciatura.
El Colegio de Ciencias y Humanidades Sur reforzará sus medidas de seguridad para el ingreso de estudiantes, con arcos de detección de metales, detectores de metales manuales, lectores de código de credencial y credencialización.
Así lo informó la propia UNAM, que con ello aceptó las demandas de seguridad incluidas en el pliego petitorio de los alumnos presentados en las tres mesas de diálogo que fueron instaladas desde el 23 de septiembre, un día después de ocurrido el asesinato en contra del estudiante Jesús, por parte de otro, dentro de las instalaciones del CCH Sur. La intención del alumnado es evitar que se repita otro hecho violento.
Fallas de seguridad en el plantel
El 6 de octubre se cumplieron dos semanas de Lex Ashton, de 19 años, descargara su furia contra el estudiante de 16 años.
El caso dejó al descubierto fallas en los protocolos de seguridad en el plantel, que no exige presentar credencial a quienes ingresan, ni se tenía un detector de metales, que podría haber detectado el arma blanca con la que Lex acabó con la vida de Jesús. Además, el acceso del estacionamiento a veces se encontraba sin vigilancia, de acuerdo con los estudiantes.
Dentro del plantel había botones de seguridad inservibles y zonas sin iluminación. Afuera, la iluminación es deficiente y la vigilancia escasa, pues había grupos de estudiantes que se ponían a tomar bebidas embriagantes sin que nadie les molestara.
Además, ya habían ocurrido ataques contra alumnos. En abril una alumna denunció un intento de violación dentro de la escuela, los estudiantes se solidarizaron y cerraron el plantel durante tres meses, pero las autoridades investigaron el caso. El grupo que cerró la escuela debió reabrirla, ante las amenazas de otros grupos de sacarlos a la fuerza.
Todas esas inquietudes fueron expuestas en las mesas de diálogo entre estudiantes y de padres, de manera separada, con autoridades universitarias. Tanto alumnos como padres han dicho que mientras no se instalen arcos detectores y se haga presentar la credencial en la entrada, no retornarán a clases presenciales.
Se le pregunta a Xime que fallas vio en materia de seguridad.
“Tan solo en la entrada del estacionamiento no se tiene la vigilancia que se necesita. A veces solamente se llega a encontrar a una persona y ni siquiera está atenta. También aquí en la entrada principal, a veces entran papás o alumnos de otras escuelas y no les dicen nada”, se queja.
Entre algunos estudiantes y maestros algunos recordaron que hace algunos años se pidió que se pusieran el arco detector y se exigiera la credencial, pero debido a la autonomía universitaria y a que algunos estudiantes son porros o grupos feministas opuestos con el argumento de que se violaban sus derechos, ya no se instalaron.
La mayoría se siente confundido o en shock
Otro tema aparte es el cuidado de la salud mental. Primero hubo una sesión grupal en línea para quien quisiera conectarse, después fue de manera presencial para expresar cómo se sienten y sigue pendiente ver si continuarán en grupo o ya solamente con una persona o un estudiante para que se pueda expresar más o abrirse más.
“La mayoría sí nos sentimos confundidos o estamos como en shock todavía, por lo que acaba de pasar y más porque fue nuestro compañero”.
Además, a la novia de Jesús se le ofreció grupal e individual.
“Lamentablemente no le hemos podido ver, pero hasta donde hemos tenido información, le han estado llevando al psicólogo, han tratado de hablar con ella porque lo que le pasó es bastante traumático, ver que con la persona que conviviste, que era tu pareja la asesinaron enfrente de tus ojos. Dicen que es una cosa muy traumática y fea”.
En su caso, Xime tomó la sesión porque no entendía el por qué había pasado eso o cómo se sentía.
“Lo primero que yo sentí justamente fue el shock y lo sentí raro porque era mi compañero. Si hubiera sido otro lo hubiera sentido un poco menos pero aun así me hubiera llegado, pero al saber que fue el que estaba en mi salón, con el que conviví y que fui de las últimas personas que lo pudo ver con vida, es un poco como más que te quedas en shock”, expresa, seria.
Jesús era relajado
El 22 de septiembre Xime estaba cerca de donde ocurrió el asesinato, a unos metros. Pero jamás imaginó que los ruidos que escuchó fueran una agresión, ni tampoco cuando se oyó el ulular de las unidades de emergencia que iban a recoger a la víctima y al agresor.
-¿Cómo era su compañero? ¿Era alguien popular, querido?
-Era bastante relajado, y muy tranquilo. Era un poco participativo conforme a las clases de física o matemáticas y mostraba mucho interés porque él quería estudiar para ser médico. Pero era de las personas que si le hablabas conversaba contigo y si no, no te molestaba. Hasta donde lo pude conocer no causaba ningún problema y nunca vi que fuera a intimidar a las personas.
-¿Usted hablaba seguido con él?
-Una que otra vez me tocó cruzar palabra con él y más en los primeros días porque justo tuvimos una actividad de biología que consistía en platicar con un compañero 10 minutos y presentarlo y a mí me tocó hacerlo, entonces pude conversar algunas veces con él.
Por eso supo que Jesús vivía en Iztapalapa con su mamá y su hermano. Era originario de Veracruz y llegó a la ciudad para estudiar medicina. Aunque no se le daba mucho el deporte colectivo, como el futbol, lo que más le interesaba era el skate.
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