Vecinos de las colonias Azteca y Progresista, en Venustiano Carranza, llevan más de 50 días esperando los apoyos prometidos por la jefa de Gobierno, Clara Brugada, tras las dos inundaciones que en agosto y septiembre arrasaron con sus muebles, autos y electrodomésticos.
Esto, a pesar de que fueron censados y de que las autoridades capitalinas afirmaron que ya fueron entregados cientos de cheques de entre 5 mil y 25 mil pesos a los damnificados.
Dos inundaciones en menos de un mes
El 10 de agosto, una ola de agua proveniente del Parque Lineal Gran Canal anegó calles y viviendas enteras de las colonias Azteca y Progresista.
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El agua alcanzó el medio metro de altura y cubrió muebles, autos y electrodomésticos de las viviendas ubicadas en las calles Chiclera, Pirotecnia, Vidrieros, Tenería, Albañiles, Molineros, entre otras.
Una semana después, la jefa de Gobierno, Clara Brugada, visitó la zona y prometió apoyos económicos. Funcionarios de la alcaldía recorrieron las viviendas, levantaron censos y colocaron calcomanías de colores en las puertas: rojo para daños graves, naranja para medianos y verde para menores. La promesa fue que los apoyos económicos oscilarían entre 5 mil y 25 mil pesos, dependiendo de la afectación.
Tres semanas después, el 2 de septiembre, la historia se repitió y la zona volvió a inundarse. Lo poco que habían logrado recuperar o volver a comprar después de la primera inundación se volvió a perder en la segunda.
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Sin embargo, esta vez, ni el seguro ni el Gobierno capitalino han regresado.
“Ya son dos veces en menos de un mes y todavía no recibimos la ayuda ni el pago del seguro por lo que perdimos la primera vez”, reclama Óscar Piña, habitante de la colonia Progresista.
En las fachadas aún se distingue la marca que dejó el agua. Los vecinos muestran muebles hinchados por la humedad, refrigeradores oxidados y colchones con marcas de lodo.
“Nos pusieron una calcomanía roja, dijeron que era la más grave, pero no hemos recibido nada”, asegura Valeria, vecina de la calle Tenería, en entrevista con La Silla Rota.
“Pusieron el sticker, nos pidieron copias del INE y comprobante de domicilio, pero hasta hoy no hemos visto nada. Sólo recibimos comida, un kit de limpieza y una despensa”, añade.
Sólo 362 cheques a familias afectadas
El 15 de agosto, durante la entrega simbólica de apoyos en Venustiano Carranza, Clara Brugada afirmó que ya se estaban otorgando cheques a los damnificados, además de colchones, enseres y despensas. “Estamos atendiendo la emergencia, pero también revisaremos la infraestructura para evitar que estas inundaciones vuelvan a ocurrir”, dijo entonces.
Ese día, la secretaria de Bienestar, Araceli Damián, detalló que se habían entregado 506 kits de limpieza, 200 despensas, ocho colchones, cuatro refrigeradores y 362 cheques a familias afectadas.
Sin embargo, los vecinos aseguran que no han recibido nada de eso.
“Nos dijeron que le hiciéramos la Danza a Tlaloc”
Sin embargo, lo que más indigna a varios vecinos, además de la espera, ha sido el trato. Según testimonios recabados por este medio, algunos funcionarios que acudieron a las zonas afectadas, identificados por chalecos morados y rojos, reaccionaron con burlas o desdén ante los reclamos.
“Nos dijeron que hiciéramos la danza a Tláloc si queríamos que dejara de llover. Que estábamos pidiendo limosna y que con la ayuda no podíamos pretender reponer todo lo que perdimos”, denuncia Abigail, vecina de la calle Vidriera.
Ella perdió una lavadora, muebles y materiales de trabajo. Se dedica a la organización de eventos. “Yo he escrito a la alcaldía, por WhatsApp, pero ya ni me responden. Me dejan en visto”, lamenta.
A la espera del seguro
Otra de las promesas que sigue sin cumplirse es la indemnización del seguro de la Ciudad de México. Los vecinos entregaron documentos desde agosto, pero no han recibido respuesta. “Se supone que en tres meses nos dirían algo, pero ya pasó más de la mitad de ese tiempo y nada”, explica Valeria.
En la colonia, algunos afectados han empezado a organizarse en comités para presionar a las autoridades. Otros han optado por resignarse, vendiendo lo que queda en buen estado o recurriendo a préstamos para reponer lo más básico.
“Lo que duele no es solo lo perdido, sino que vinieron aquí, nos prometieron y no cumplieron”, sentencia una de las vecinas.
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gph
