Dos pistoleros salieron del número 27 del Callejón de Mixcalco, en el Centro de la Ciudad de México, y se dirigieron al oriente de la urbe la mañana del 13 de junio de 2025.
Uno de ellos era delgado y vestía completamente de negro; el otro robusto, también llevaba ropas oscuras. Se trataba de “El kalusha” y “El gordo”, quienes tenían la orden de matar a una mujer.
A bordo de una motocicleta arribaron a calzada Ignacio Zaragoza, en la colonia Valentín Gómez Farías, alcaldía Venustiano Carranza, según consta en la carpeta de investigación CI-FEIDF/D/UI-1S/D/00204/06-2025.
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Sentada en un sillón azul estaba Rocío Cedillo Cruz, de 42 años de edad. Ella era la checadora de los Autotransportes de pasaje Texmelucan-México Aeropuerto, también conocidos como “Dioses del sol”, que cubren la ruta Zaragoza a San Martín Texmelucan, Puebla.
Los integrantes de esa empresa enfrentaban muchos problemas. Choferes y dueños de los camiones vivían bajo extorsión desde hacía unos meses e, incluso la misma Rocío presentó una denuncia en diciembre de 2024.
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Sin embargo, la indagatoria no avanzó ni ella recibió protección de las autoridades. Esa mañana empezaba su jornada laboral cuando “El kalusha” y “El gordo” irrumpieron en la oficina pintada de amarilla, decorada con manos de niños pintadas en los muros.
“Ya llegamos, culera”, se oyó decir a uno de los sicarios.
Instantes después, “El kalusha” abrió fuego contra Rocío, quien murió inmediatamente y quedó inmóvil en el sillón, junto a un cuadro del calendario azteca que aún no habían colgado.
La asociación “Los dioses del sol” estaba asolada por los extorsionadores, no obstante, la empresa ocultaba un secreto criminal: en sus camiones transportaban droga.
El sindicato 25 de marzo, detrás del asesinato
El 12 de diciembre de 2024, Rocío Cedillo Cruz interpuso una denuncia por extorsión, la cual quedó asentada en la carpeta CI-FIDDS/E/UI-3C/D/01563/12-2024, pero poco o nada pasó con ella.
Se señaló directamente a un miembro del Sindicato 25 de marzo, Cruz Piedras Luego, “El profe”, quien presuntamente exigía cuotas a asociaciones de transportistas y taxistas desde el oriente de la CDMX hasta Puebla.
Cuando los transportistas no pagaban, los camiones eran asaltados o, incluso, incinerados.
Rocío era encargada de la oficina de los “Dioses del sol”, asociación que poseía entre 12 y 15 camiones, pero de acuerdo con las investigaciones participó en un negocio más oscuro: llevar y traer droga oculta en los camiones.
Agentes de la Fiscalía capitalina que revisaron su teléfono celular encontraron conversaciones, así como fotos de droga y armas de fuego que vinculan a la asociación con el tráfico de drogas.
De acuerdo con la información recabada, el Sindicato 25 de marzo, liderado presuntamente por Guillermo Fragoso Báez, se alió con la Unión Tepito para el cobro de extorsiones en las alcaldías Venustiano Carranza, Gustavo A. Madero y varios municipios de Puebla.
Pipas de agua, comerciantes, gaseros, taxistas y operadores de transporte público están bajo amenaza de estos dos grupos delictivos; el 25 de marzo busca “agremiarlos” mientras la Unión acostumbra “alienar” a todos los trabajadores de estos ramos.
El encargado de recoger las cuotas en Venustiano Carranza era un sujeto llamado “Juan” o el “Licenciado Juan”, que pedía entre mil y mil 500 pesos semanales por camión.
La asociación “Dioses del sol” presuntamente entregaba el dinero exigido, pero solo reportaban cuota por los pasajes, no así el del transporte de droga y armas, como ocurre en Guerrero.
La cara visible de estas operaciones ilegales resultó ser Rocío Cedillo Cruz, quien fue ultimada a balazos sin que a la fecha se haya detenido a los responsables.
El líder del Sindicato 25 de marzo, Guillermo Fragoso Báez, es considerado prófugo, pues existe una orden de aprehensión en su contra que la Fiscalía del Estado de México busca cumplir.
Sindicatos y cárteles
Un comando especial de policías irrumpió en una vivienda maltrecha de Iztapalapa. La fachada estaba semipintada de rosa y un portón negro la protegía.
Adentró, la asociación civil “Unión 300”, que se presenta como representante de transportistas, pero en realidad es un grupo vinculado al crimen, escondía 10 kilos de cocaína, armas y documentación.
Los elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y la Marina detuvieron a dos presuntos integrantes de esta asociación, que paulatinamente se ha convertido en un grupo criminal grande que actúa bajo la fachada de ser un sindicato que ayuda a los trabajadores que se agremian.
Su líder es Luis Alfaro Espinoza, “El conejo”, capturado hace unos meses en Veracruz. Su segundo al mando es Luis Candiani Corona, detenido en julio pasado.
Sin embargo, las operaciones criminales de “Los 300” no han cesado. Al parecer se aliaron con la “Chokiza”, grupo dedicado al robo de agua, extorsión y narcotráfico, para dominar Ecatepec, el municipio más grande del país.
Pero lo que se ignoraba es que estos sindicatos ya vendían droga como mayoristas, desplazando a familias de narcomenudistas e, incluso, a bandas delictivas más grandes aliadas con los cárteles.
Según las investigaciones de las Fiscalías capitalina y mexiquense, el Sindicato 25 de marzo, “Los 300” y “La chokiza” mantienen una suerte de alianza para tomar fuerza en el Estado de México y oriente de la CDMX.
Inclusive, han intentado hacerse pasar por otros sindicatos para cometer extorsiones y homicidios. En los establecimientos que extorsionan dejan recados firmados o con los logotipos de otras asociaciones o sindicatos, algunos legales, con el propósito de confundir a las autoridades.
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Disfraz legal
Así pasó en el cateo del 16 de octubre en Iztapalapa, en el que se encontraron tarjetas de presentación y documentos con imágenes de otros sindicatos.
De ahí que hayan tomado fuerza y mantengan bajo cuotas al transporte público y a las rutas de gas y de agua en el Estado de México, todo en alianza con la Unión Tepito.
La ventaja de no asumirse como grupos criminales o cárteles es que la gente los puede ver como “apoyo” ante la falta de respuesta de las autoridades a necesidades básicas como iluminación, seguridad y falta de agua.
Detrás de la máscara de ser un sindicato o asociación civil, estos grupos delictivos tratan de ganarse a la población con despenadas y reconocimientos supuestamente de otras asociaciones defensores de Derechos Humanos, según se señala en los informes de la Fiscalía capitalina y de Edomex.
djh
