Después de cenar con su familia, la señora Hortensia llamó a su mejor amiga y para ir a Paseo de la Reforma, donde uno de los grupos que las acompañó en su juventud ya hacía vibrar el centro de la ciudad: Polymarchs.
A toda prisa y ataviadas con sudaderas con el logo de la agrupación que popularizó el high-energy, ambas se unían a las decenas de miles de personas que abarrotaron la avenida más importante del país para despedir el año.
Algunos llegaron desde las 2 de la tarde para alcanzar buen lugar, otros, como Hortensia y su amiga, llegaron en la noche “para bajar la cena” al ritmo de música disco.
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Polymarchs comenzó su show puntual, a las 22:00 horas; sin embargo, la fiesta y el baile comenzó desde las pruebas de sonido, mismas que los asistentes aprovecharon para bailar.
Los que llegaron más temprano, como el señor Martín, armaron su cena de Año Nuevo en los cientos de puestos de comida que se instalaron a lo largo de toda la avenida. Quesadillas, tacos, tamales, tortas, esquites, papas y postres eran parte del menú.
Para “bajarse” la comida, la oferta consistía en ponche, chocolate, sangrías, cerveza y azulitos, que con total impunidad se vendían en la vía pública a 40, 60 y 80 pesos el vaso. Todo a la vista de los más de 300 elementos de la policía que custodió el evento.
A las 23:00 horas, caminar sobre Paseo de la Reforma, del Ángel de la Independencia hasta la Glorieta del Ahuehuete, era prácticamente imposible. Niños, jóvenes, adultos y adultos mayores se limitaban a escuchar los éxitos disco, electro y techno del legendario sonidero chilango.
Cada tema era aclamado por la multitud que, literalmente, hacían temblar el suelo. “Vine a recordar mi juventud”, decía Martín mientras saltaba al ritmo de la música, aunque, desde su ubicación, no podía ver nada más que las carpas blancas que han sido utilizadas por los puestos ambulantes que desde hace semanas se instalaron el Reforma.
La multitud era tal, 200 mil según las cifras oficiales, que los empujones, gritos y reclamos no se hicieron esperar. En especial por parte de algunas personas que ya venían “entonadas” o por los que agarraron la fiesta con las cervezas y azulitos que se venían en el lugar. No obstante, la mayor parte del tiempo el ambiente era de fiesta. Fiesta y nostalgia.
Minutos antes de las 12:00, los asistentes se prepararon para el conteo regresivo, que para muchos pasó desapercibido ya que no hubo pirotecnia ni fuegos artificiales y la voz por el micrófono no se escuchaba más allá de unas cuadras.
Algo bueno para la jefa de Gobierno Clara Brugada, pues casi nadie se dio cuenta que inició el conteo regresivo tarde y solo contó “2, 1, feliz Año Nuevo”. “Qué chafa”, criticaron algunos que se dieron cuenta.
No obstante, llegó 2025 y los felicitaciones, abrazos y brindis se hicieron presentes, pero solo por unos segundos, pues la música volvió a inundar el lugar. Polymarchs no decepcionó, al menos, no a las decenas de miles de asistentes que bailaron más allá de las 2 de la mañana.
Al final, la gente parecía no querer regresar a casa, ni siquiera cuando terminó el show, caminaba tranquila sobre Reforma entre las vallas de seguridad y las lonas y fierros de los puestos ambulantes. Muchos bailando, como si la música siguiera dominando el ambiente.
Algunos hacían enormes filas en las paradas del Metrobús, otros caminaban a calles más tranquilas para tomar taxi o Uber y otro tanto buscaba dónde cenar o “seguírsela”, mismos que, cuando salió el sol, se encontraban con las personas que con tenis y ropa deportiva corrían sobre Reforma, para cumplir, tal vez, uno de sus propósitos de Año Nuevo.